El senior manager de Asuntos Públicos de PepsiCo para el Cono Sur dijo que nunca dudó sobre la conclusión del acuerdo con Brasil, aunque reconoció que la "dilatación" afectó los ingresos de la compañía multinacional.
Uruguay es una plaza muy importante para la multinacional PepsiCo, repite Diego Hekimian, senior manager de Asuntos Públicos para el Cono Sur. Lo dice de varias formas posibles, pero también lo ilustra. De los 200 países en los que opera la empresa, Uruguay es “uno de los pocos lugares” en los que PepsiCo está representado por las tres unidades de negocios: alimentos, bebidas y concentrados. De hecho, el país tiene una de las principales plantas de concentrados de la empresa en el mundo, que no llegan a diez, y recientemente se estableció como la principal planta de exportación para toda América Latina.
PepsiCo se instaló en la zona franca de Colonia en 1991 bajo un acuerdo marco de 20 años de duración. En 2018 y 2019 la empresa empezó a trabajar para renovar el régimen por 20 años más y logró firmar una extensión hasta 2041.
Sin embargo, desde fines de 2021 hasta los primeros días de junio la multinacional navegó en la “incertidumbre” a raíz de la “dilatación” de la negociación bilateral entre Uruguay y Brasil para que la compañía pudiera exportar sus productos desde la zona franca de Colonia en condiciones preferenciales.
El asunto constituía una cuestión de primer orden para la empresa en la medida que recientemente había cerrado su planta en Manos y ahora tenían la necesidad de abastecer a Brasil desde Colonia. Para PepsiCo era imperativo que los gobierno se pusieran de acuerdo y establecieran “reglas claras” para la comercialización entre zonas francas, algo que se terminó firmando en una reunión entre cancilleres en la última Cumbre de las Américas en Los Ángeles.
Sobre cómo experimentó PepsiCo ese proceso negociador y su incidencia para proteger sus intereses habló Hekimian con El Observador.
¿Cómo vivieron desde PepsiCo la decisión de Brasil de trancar las exportaciones en condiciones preferenciales desde la zona franca de Colonia?
Desde ya que PepsiCo era una de las partes más interesadas. Lo que representa el mercado brasilero es más del 10% de lo que produce la planta de concentrados de Colonia. Entonces, había un interés genuino. Creo que fue una negociación que puede haberse dilatado, pero ambas partes, en el fuero más íntimo, sabían que se iban a poner de acuerdo. No creo que esto haya peligrado en algún momento. Sí podían peligrar los tiempos. Se suele decir que los tiempos de las empresas no son los tiempos de las personas. También podemos decir que los tiempos de los Estados no son los tiempos de las empresas.
¿Cómo vivieron entonces esa dilatación?
Generaba incertidumbre, sí, pero basado en que una acción comercial entre países superaba toda nuestra incertidumbre. Nosotros sabíamos que a largo plazo se iba a firmar. Cuando se firmó obviamente le trajo un alivio a los negocios y nosotros también trabajamos para que ese alivio llegue. Eso implicaba visitas al más alto nivel con relaciones establecidas previamente. También hubo un trabajo en espejo con Brasil: nos reunimos con Casa Civil, con Itamaraty, con la gente del Ministerio de Economía, incluso hubo gestiones reservadas de algunos funcionarios de PepsiCo con representantes de los gobiernos.
Entiendo que hubo una llamada de Roberto Azevedo (exdirector general de la OMC y actual vicepresidente ejecutivo y director de Asuntos Corporativo de PepsiCo) al presidente Lacalle Pou.
Hubo un contacto sí.
¿Qué recogieron en esos contactos con los dos países?
Como toda negociación tuvo altibajos. Nosotros tratábamos de transmitir que lo importante para PepsiCo era que los Estados logren un acuerdo comercial, porque iba mucho más allá de lo que a nosotros nos interesaba en particular. De hecho, el acuerdo es mucho más amplio. Queda claro que no es un acuerdo hecho a la medida de PepsiCo. Con el gobierno uruguayo siempre el trato fue de excelencia. En todo momento agradecimos a los ministros con los que estuvimos en contacto el tiempo y la celeridad. El diálogo fue permanente. En algunos momentos se veía más cercano el acuerdo y en otro teníamos la sensación que estábamos en el mismo lugar.
¿Qué perjuicio trajo para la compañía la dilatación del acuerdo?
Lo que trajo es una afectación de los ingresos reales. Tuvimos que tener en cuenta que algún beneficio fiscal dejó de estar por algunos meses. Pero son las reglas de juego.
¿Cuánto significó eso?
No tenemos el número final. La realidad es que hasta que esto esté finalmente publicado y se tenga en cuenta la entrada en vigencia se puede llegar a tener un número mayor o menor.
Lo que queda claro es que fue un asunto que los movilizó y los llevó a actuar.
Sí. Pero es la forma de trabajo que tenemos en PepsiCo Cono Sur. Nos ha movilizado desde la ley de etiquetado hasta la pandemia. Con este caso no hicimos nada fuera de lo rutinario. Donde hay algo que puede afectar la rentabilidad de la compañía, y entendemos que podemos tener incidencia, hacemos lo imposible para tratar de tener la respuesta de quien es nuestro interlocutor. Lo atractivo de este caso era que había dos gobiernos. El tema del etiquetado tiene una analogía. Hoy tenés a Argentina con un sistema de etiquetado, Uruguay con otro y Brasil con otro. Los tres países forman parte del Mercosur. Y Paraguay diciendo: ayúdenme a ponerse de acuerdo porque no sé cuál usar. Es una locura. Para una línea de producción eso es terrible.
¿Por qué concentrar los negocios de PepsiCo para América Latina desde Uruguay?
Uruguay ha sido a lo largo de muchos años un país que nos ha transmitido tranquilidad a la hora de evaluar inversiones, obviamente hay una seguridad jurídica que ponderamos. Tenemos un gran talento. Y además nos han dado las garantías suficientes para que las reglas de juego sean siempre las mismas, más allá de los cambios de color político. Nos sentimos muy cómodos en Uruguay. Nos permite ser innovadores. El proceso de inversiones que empezó el año pasado con la visita de nuestra presidenta de América Latina, Paula Santilli, lejos de concluir seguramente tendrá nuevas etapas de crecimiento. Para nosotros Uruguay fue, es y será tierra de oportunidades, de inversiones.
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