Collage peronista en Formosa con ecos K pero clave ortodoxa. Gioja promueve la fractura de los bloques del PJ con el FpV. Los intendentes y el municipalismo peronista.
Una juntada de 72 horas en Formosa, casi una celebración amable del poscristinismo, auspiciada por Gildo Insfrán, gobernador multirreelecto y presidente del Congreso del PJ, amontonó dirigentes, historiadores y economistas para un ejercicio pretencioso: tirar líneas para la actualización doctrinaria de un partido que viene de perder la presidencial, resignó de casi 60% del poder territorial que controlaba y se retuerce, a diario, con episodios y shows judiciales como el que protagonizó José Francisco López.
Insfrán, gobernador que fue actor central en la crisis del PJ -en 2001 fue uno de los promotores de Adolfo Rodríguez Saá y confrontó con los bonaerenses cuando se precipitó el putch interno que dejó sin respaldo al puntano- juntó a personajes variados: de Jorge Taiana a Daniel Santoro, del gobernador chaqueño Domingo Peppo a Mario Oporto, de Roberto Felleti -ahora funcionario matancero- a Fernando "Chino" Navarro -en momento en que el Movimiento Eva se apartó del FpV-, además de Ana Jaramillo, Fernanda Vallejos, Agustín D'Atellis, Camilo Vaca Narvaja y Martín García, entre otros. Alejandro Dolina hizo, la noche del viernes, su clásico programa desde Formosa.
Parrafadas
El tono de la cumbre se perfila en los párrafos finales donde las figuras de Néstor y Cristina Kirchner aparecen con centralidad. Lo que meses atrás parecía una obviedad, en este tiempo se vuelve un asunto determinante para fijar posición sobre la crisis del PJ. Hay, en ese punto, una explícita vindicación del Estado como regulador de la economía y, entre otros puntos, un rechazo al ALCA y el planteo de reconfigurar el rol de la Justicia. Ese punto arroja uno de los fraseos más rabiosos: "A la luz de las recientes experiencias latinoamericanas en las que el Poder Judicial resulta un actor central en las estrategias de debilitamiento de gobiernos democráticamente elegidos, creemos esencial repensar los límites y las prerrogativas de este poder".
El único invitado que pegó el faltazo fue José Luis Gioja, que preside el PJ nacional que el jueves, en la sede de Matheu, volverá a reunirse con la idea de "desafiliar" a José López pero la intención, latente, de poner sobre la mesa otra discusión. Gioja invoca que hoy se multiplicó el reclamo de gobernadores e intendentes para desprenderse, post-López, de los últimos restos del cristinismo. El modo de celebrar ese duelo sería plantear, desde la cúpula del partido, que se formen bloques legislativos que lleven el nombre y la identidad peronista, es decir PJ, y se saquen de encima el FpV, que fue la marca identitaria de los K.
Gioja atribuye a los caciques "con votos" del PJ esa idea y, por eso, resulta poco probable que sea él quien la tire sobre la mesa porque implica directamente proponer la ruptura de los bloques. Quizá se trate apenas de un ensayo porque el sanjuanino ya jugó, antes, esas aventuras: fue, hasta la noche previa, promotor de la fractura que luego encabezaron Oscar Romero (SMATA) y Diego Bossio, y la semana pasada, anticipó que votaría junto a los disidentes en la ley del blanqueo, pero al final votó como los FpV.
En el mismo escenario que Gioja reunirá, el jueves, a los consejeros -habrá que esperar para ver, al final, cuál es el temario y qué se dice en la reunión de partido- la semana pasada coincidieron intendentes, dirigentes y legisladores del PJ bonaerense para poner otro foco: la elección de 2017 no es nacional, por lo tanto es cada PJ el que debe resolver qué hace en su provincia. Simple: no es el PJ que preside Gioja el que resolverá, en unos meses, lo que se hará en Buenos Aires, Córdoba o Santa Cruz, sino el armado que logren sellar, con una o varias unidades, los referentes de cada territorio.
Fernando Espinoza armó la juntada en la que estuvieron, también, Julio Pereyra (Varela) y Alberto Descalzo (Ituzaingó), Leo Nardini (Malvinas Argentinas y vice presidente del PJ nacional), además de Julián Domínguez y Alberto Pérez, entre otros. Allí se empezó a hablar de una convocatoria genérica a todos los sectores del PJ para confeccionar, sin entrar en la discusión de los candidatos, el protocolo de un acuerdo grande para competir en 2017 que podría, en algún momento, abrir una vía de negociación con Sergio Massa.
El "buen López"
Contempla, además, convocar a los intendentes del G-12 y a Florencio Randazzo. La regla del diálogo tiene como primer punto que no se hable de candidaturas. En ese esquema, como en el que agita Gioja, late la exclusión explícita de los ultra-K. Flota, allí, una interpretación optimista del escándalo López y consiste en sostener que ese episodio opera como tiro final sobre el kirchnerismo-cristinismo que era el elemento tóxico a la hora de ordenar al panperonismo. Es decir: el affaire López fusila al espacio K y decreta lo que el PJ no pudo ejecutar, el fin del kirchnerismo. "Si el Gobierno lo armó, no se termina de dar cuenta de que esto le puede servir al peronismo para depurarse" aventura un dirigente.
En paralelo, los intendentes del G-12 avanzan en el diseño de su propia hoja de ruta que consiste, con matices, en activar una especie de peronismo municiapalista. Es decir, construir desde los distritos, con la referencia de un puñado grande de alcaldes con votos y dominio territorial, y sin rezarle cada mañana a que aparezca un candidato que en 2017 los represente sino previendo la variable de que se exprese, en las urnas, con un candidato propio aunque eso no implica eliminar la opción, que les gusta a muchos, de pactar con Randazzo para que sea el candidato que viene.
Simple. El club que integran, entre otros, Martín Insaurralde, Gabriel Katopodis, Mariano Cascallares, Fernando Gray y Juan Zabaleta quiere invertir la pendiente: que el mando fluya de abajo hacia arriba. Un peronismo antigravedad.
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