Por: César Pucheta.
CÓRDOBA (Corresponsalía) Más allá de las recorridas provinciales que van acomodando el TEG cordobesista, el equipo del intendente capitalino Martín Llaryora avanza en el entretejido de una alianza que engorde la base tradicional del peronismo local e incomode a Juntos por el Cambio (JxC) de cara a una elección que, todavía sin almanaque definido, terminará poniendo al sucesor de Juan Schiaretti en la oficina principal del Centro Cívico mediterráneo.
Esa iniciativa motorizó 24 horas de vértigo en la política local y fue la principal razón por la que este jueves los intendentes radicales de Bell Ville, Carlos Briner, y Arroyito, Gustavo Benedetti, se sumaron a la mesa en la que su correligionaria Myrian Prunotto y Llaryora conversaban sobre el funcionamiento del flamante Ente Metropolitano que preside la intendenta de Juárez Celman.
Luis Juez está en la mira del PJ cordobés. El schiarettismo considera que el senador se quedará con la candidatura opositora y, en consecuencia, busca deshojar su estructura en pos del crecimiento del propio espacio. En los centros estratégicos del llaryorismo ya no lo ocultan. Las conversaciones se suceden desde hace tiempo con un grupo de 15 jefes y jefas comunales de la UCR que comandan municipios en los que el peronismo no observa demasiadas posibilidades de recuperar el poder este año.
“La propuesta es concreta, que se sumen al futuro equipo de gobierno, unificando previamente la fecha de la elección local y la provincial y dejando que, después, tengan la libertad de apoyar al candidato presidencial que les resulte más conveniente”, señalan en el llaryorismo. La jugada es, entonces, netamente local, y no tiene proyecciones en torno al armado nacional que pretende encabezar Schiaretti. Por lo menos, hasta ahora.
Con esa oferta en la mesa y la difusión del encuentro en la noche del jueves, ese movimiento, reconocido por todo el armado de JxC, empezó a mostrar consecuencias directas en la interna opositora. El viernes, Horacio Rodríguez Larreta aterrizó en Córdoba con la intención de “pasar” por Estación Juárez Celman, la localidad que gobierna Prunotto y está ubicada a poco más de 13 kilómetros del aeropuerto mediterráneo. El presidenciable PRO tenía por delante una agenda de tres días de campaña en la provincia. La noticia de la tertulia de Llaryora con el trío radical era la comidilla de la política local. El encuentro con Prunotto tenía como excusa una recorrida por un polo recreativo, un cruce rápido, sin una agenda que se extendiese más allá de los 30 minutos. No sucedió.
Según advierten fuentes cercanas a los protagonistas, un llamado del radical Mario Negri tachó la cita de la agenda del presidenciable amarillo que, al enterarse del ruido interno, no quiso mayores conflictos. El impulso del encuentro había sido motorizado por una de las patas del armado larretista en Córdoba. Precisamente por el sector de Gabriel Frizza, hombre del PRO que fue dos veces intendente de Jesús María, casualmente el primer destino del alcalde que tuvo su noche festivalera en el encuentro nacional de doma y folklore; donde este fin de semana también desembarcará el jefe de la UCR, el jujeño Gerardo Morales.
La reunión previa de Prunotto con el intendente peronista que quiere ser gobernador fue el desencadenante, pero también una creciente antipatía entre la intendenta y la conducción partidaria que responde a Negri. En el radicalismo saben que la triada intendentista que se reunió con Llaryora el jueves busca encabezar un éxodo opositor a las filas del schiarettismo. Entienden que no se trata de un número significativo de jefes y jefas comunales, pero no se arriesgan a minimizar el gesto que serviría al oficialismo para fortalecer sus planes de presentar su alternativa 2023 a partir de un espacio que exceda al justicialismo y los partidos que tradicionalmente lo acompañan en el armado cordobés.
El trasfondo es un cruce de acusaciones que siempre deja al radicalismo en el sitio más incómodo. Para la conducción del comité cordobés, es un despropósito proyectar una alianza con la fuerza política con la que la UCR viene confrontando desde que dejó el poder provincial en 1999. Para los correligionarios díscolos, la conducción “esta cómoda” con el rol opositor que ocupa desde hace más de dos décadas y, en el mejor de los casos, decidió “entregar” la candidatura del espacio opositor a Juez. “¿Y a nosotros nos dicen que no tenemos que arreglar con los peronistas? ¿Juez qué es?”, chicanean puertas adentro.
De todos modos, el prunottismo advierte que “con Rodrigo de Loredo está todo bien”, solo que no confían en que su futuro inmediato termine canalizándose por la disputa provincial. Allí, encuentran la principal excusa para justificar el despegue. “Queremos ser parte de la gestión”, repiten, cuando se indagan razones para un eventual salto. El intendente capitalino esgrime sobre ese razonamiento la zanahoria del porvenir. “Juez puede parecer atractivo para ser oposición, para enfrentar a Cristina Kirchner, pero no para gestionar”, repite el mantra llaryorista que también se replica en las recorridas por el interior provincial, donde el senador alcanza sus mayores niveles de conocimiento.
Con todo, el juego de seducción del candidato de Hacemos por Córdoba (¿puede el oficialismo cordobesista volver a cambiar de nombre?) no se limita al grupo de intendentes e intendentas radicales. Las conversaciones también incluyen a una buena parte de las jefaturas comunales del Frente de Todos y se profundizan con el eje del macrismo mediterráneo que gira en torno al diputado Gustavo Santos y la diputada Soher El Sukaría. Hay incluso quienes se animan a sumar a esa lista al marcosjuarense Pedro Dellarossa.
Cada uno por su parte, las tres figuras amarillas han manifestado su intención de pelear por espacios expectantes en las listas ejecutivas, sin conseguir el aval de sus camaradas de alianza. Las coincidencias también exponen una buena relación con Schiaretti y, al menos, una “distancia” manifiesta con Juez.
Mientras sobre la mesa se empiezan a dibujar posibles esquemas, hay quienes afirman que, en caso de poder elegir, Prunotto preferiría ocupar un lugar en el gabinete y no aspirar a convertirse en la compañera de fórmula de Llaryora, como le endilgan en algunas mesas de arena. Con ese dato en el aire, en los tinglados amarillos otean el horizonte y la reunión que sentó a Mauricio Macri y al intendente cordobés a finales del año pasado empieza a ser leída en otra clave.
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