La politóloga María Esperanza Casullo señaló el malestar que arrastra desde hace décadas el sector de la salud pública y que se agudizó en la pandemia.
Para la docente y politóloga neuquina María Esperanza Casullo el conflicto que desde varias semanas llevan adelante los trabajadores autoconvocados de salud en reclamo de un incremento salarial y mejores condiciones de trabajo refleja el deterioro y el desgaste que presenta hace décadas el sector de la salud pública de la provincia.
¿Cómo analiza el conflicto que llevan adelante los trabajadores autoconvocados de salud que parece un espejo de otros reclamos que ocurrieron en Neuquén en los últimos años, pero en este caso agravado por el contexto de pandemia?
Es importante resaltar que es un conflicto que viene de décadas. Recordemos que la primera gran huelga del sector salud fue en 1993 contra el gobierno de Jorge Sobisch que fue quien presentó el primer gran ajuste y achicamiento de la salud pública de Neuquén. Desde entonces hubo una serie de conflictos, la huelga más grande fue en 2005, el servicio de pediatría presentó un pedido de amparo y hace unos meses atrás renunció la mitad de los médicos de terapia intensiva del Hospital Castro Rendón. Esto no es nuevo. Tiene que ver con un malestar de hace años en la salud pública agudizado ahora por el contexto de pandemia donde esos mismos actores sufren una demanda extraordinaria de trabajo. Lo que es evidente es que los trabajadores de salud trabajan en condiciones pésimas.
¿Cómo evalúa la actuación del gobierno provincial en pos de solucionar el reclamo de los trabajadores?
El gobierno provincial reproduce las mismas prácticas que le sirvieron en conflictos anteriores, es decir dilatar, apostar a que la sociedad se canse frente a las medidas de protesta, afirmar que es un conflicto intrasindical... Además en el caso de salud hay una cuestión única del sector que es la fragmentación sindical al interior de salud donde no hay un gremio con el que negociar y el interlocutor privilegiado del gobierno es ATE, pero ATE no representa a los sectores médicos y estos no se sienten representados por el gremio. Considero que hay un cálculo muy poco adecuado a la situación de pandemia. La solidaridad de la sociedad está claramente con los trabajadores de la salud.
Para Casullo, la crisis entre el gobierno provincial y los trabajadores autoconvocados de Salud no puede resolverse con “discursos burocratizantes que llegan a ser irritantes. No entiendo esta negativa de parte del gobierno de no negociar con el sector salud”.
¿Este apoyo y solidaridad fortalece el reclamo de los trabajadores frente a las escasa propuesta del gobierno?
Sí, y eso se refleja en las redes sociales y en la masiva marcha de antorchas del jueves que contó con la presencia del obispo Fernando Croxatto y la convocatoria a movilizarse que realizó la Pastoral Social y además el conflicto se instaló de algún modo en la Legislatura. Aún si uno no estuviera de acuerdo con el reclamo de los trabajadores, me da la sensación que el gobierno tiene que contar las fichas, por decirlo de alguna manera, y observar que esto no se va a disgregar solo. Los discursos burocratizantes que utiliza el gobierno, como que es una cuestión interna del sindicato, llegan a ser irritante en este momento tan complejo que estamos viviendo en pandemia. No entiendo esta negativa de parte del gobierno de no negociar con el sector salud.
Sobre todo que el tema salud hoy es muy sensible.
Esto le impacta negativamente al gobierno de Omar Gutiérrez. Por eso, insisto, no entiendo esta negativa a negociar y que no lo haya resuelto rápidamente como sí lo hizo cerrando la paritaria con el gremio docente ATEN y con los judiciales que obtuvieron un aumento apreciable y con los trabajadores legislativos. El gobierno fue muy generoso con estos sectores, de manera absolutamente comprensible y legítima y me parece muy extraño que renuncie a negociar con salud. Hoy se está mirando mucho más a la salud, el apoyo social a los trabajadores de la salud es muy fuerte y en este contexto está cambiando la dinámica del conflicto.
Usted está muy vinculada familiarmente al tema salud; sus padres, médicos, vinieron a Neuquén para trabajar en el plan de salud de la provincia en los años ‘70, su hermana también es médica. ¿Cómo vive esta situación?
La pandemia no solo en Neuquén sino en todo el país ha puesto de manifiesto que el tema de la salud pública está verdaderamente atado con alambre de una manera espantosa. Es el sector que no tuvo una reforma integral del sistema de salud que está fragmentado y en el que conviven distintos tipos de prestadores. Si se observa lo que se gasta por habitante y en términos de PBI los resultados son mediocres. Esta provincia tenía un sistema de salud ejemplar y a partir de la década del 90 el Estado neuquino, no este gobierno o los anteriores, decidió de alguna manera para desactivar estos conflictos que tenía con el sector de salud pública no invertir más o invertir muy poco, y canalizar recursos al sector privado. Un ejemplo claro de esta realidad es con las camas de internación pediátrica que hasta antes de la pandemia eran las mismas con la que se contaba en los años ‘80 en una provincia que duplicó su población.
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