Torpezas y errores no forzados: La Libertad Avanza vuelve al casillero inicial

Torpezas y errores no forzados: La Libertad Avanza vuelve al casillero inicial

El proyecto, que amagó ser alberdiano, llegó al tratamiento en particular con un oficialismo sin brújula. La inútil confrontación con los gobernadores que deja más costos que beneficios.

Por Ariel Basile

Volver al inicio. El peor casillero en el que se puede caer en un juego en el que hay que avanzar, como sea, hasta el final de un recorrido. Aunque ese recorrido que hizo el proyecto de ley (que ya en su agonía no era ómnibus) no dependía, como en el azar, de un dado o de una ruleta. La Libertad Avanza (LLA), que refunfuña por Twitter, cometió todos los errores posibles, y más también. Torpezas desde administrativas hasta políticas que dejan al Gobierno herido, mostrando una debilidad que podrá repercutir en la gestión y, acaso, en sus bases de sustento.

 

El tratamiento en particular que derivó en el retorno de la Ley de Bases a comisiones había comenzado de manera positiva para LLA, cuando se avaló con 134 afirmativos y 121 negativos las emergencias en las seis materias que habían quedado en pie. Pero luego, el revés en torno a las facultades delegadas y la imposición de nuevos límites a la Reforma del Estado fueron las estocadas finales a un proyecto que se presentó con ambiciones excesivas, alberdianas, y siguió su derrotero hasta el naufragio. Ya nadie sabe a ciencia cierta cómo seguirá, ya que dentro del propio gobierno reconocen que, ahora, “no hay una hoja de ruta”.

“Dentro del Gobierno hay un celo grande desde la no-política hacia la política, que implica sentarse a articular y conocer el terreno. No hay una conducción y faltan estrategias. Lo de hoy fue un desastre”, reconoció ante Ámbito uno de los funcionarios clave del Gobierno de Milei. Es decir, da cuenta de las internas libertarias que, vale recordar, comenzaron incluso antes de la asunción, con las idas y vueltas -desprolijas, de mínima- en la conformación del gabinete. El retorno a comisiones implica empezar de cero, y hasta se especuló con un retiro total del proyecto, por más que fuera leído como una capitulación. Hasta el propio Milei utilizó X desde su gira para avalar una posible consulta popular.

El Presidente eligió perder con amigos, dinamitó todos los puentes incluso con la oposición dispuesta a ayudarlo. Guillermo Francos negociaba con gobernadores y desde el círculo de hierro de Milei se lo desautorizaba luego, llegando al papelón de la reunión del pasado lunes en el CFI, donde se habían congregado mandatarios y diputados dialoguistas para sellar un (no) acuerdo. “Guillermo hace 20 años que no está en la política. Le pone mucha onda pero está fuera de estado”, se lamentó ante este medio otra espada de LLA, aún en conmoción por la derrota. Este medio lo anticipó por la mañana: la ley ómnibus estaba la deriva luego de su aprobación en general. Con Milei en Israel, el articulado quedaba huérfano.

La pelea con los gobernadores

Además de las dudas burocráticas que aún hoy sobrevuelan en torno al dictamen blue, en materia política la falta de negociadores y de interlocutores con la oposición fue fatal. En especial con los gobernadores. Por eso, ¿sería una buena estrategia un plebiscito? Una consulta popular en momentos donde el ajuste y la suba de precios golpea fuerte al bolsillo incluso de quienes votaron al león libertario no parece un buen negocio. La imagen de Milei en descenso suma otro condimento, que desde la óptica porteña cuesta entender: la pelea con los mandatarios provinciales lo deja como perdedor al Presidente. Los habitantes de esas provincias se sienten mejor interpelados por sus gobernadores que por Milei, y todos ellos también vienen de ganar en sus distritos, en muchos casos por mayor margen que el que obtuvo LLA en la nacional (donde de hecho terminó segundo en la primera vuelta electoral). “Haber destratado y maltratado a las provincias tiene consecuencias. No es a los gobernadores, es a los habitantes de cada provincia. Los gobernadores son los que ponen la cara: cuando se termina una obra, cuando no empiezan las clases. Gobernar no es hacer chistes por Twitter”, dijeron desde un distrito peronista, donde compartían sus primeras lecturas de lo ocurrido en el Congreso.

En la liga de Juntos por el Cambio, desde donde más se tensionó en los últimos días con pedidos por eliminar las retenciones y coparticipar el impuesto PAIS, se despegaron: “Junto a los diputados nacionales que representan a las ciudadanos de las diferentes provincias que gobernamos, acompañamos el paquete de emergencias y facultades pedidas por el gobierno nacional”, comenzó un documento firmado por los diez mandatarios, incluido el porteño Jorge Macri. “No corresponde entonces que nos responsabilicen a todos por igual ni que nos falten el respeto aduciendo poca vocación de diálogo e incapacidad de nuestra parte, cuando en realidad trabajamos incansablemente para lograr los consensos necesarios para que se apruebe la ley de bases”, concluye el texto.

En reserva, desde ese scrum responsabilizan a las provincias que tienen a sus diputados en el bloque de Miguel Pichetto, quien tiró la toalla al ring cuando el oficialismo tenía los ojos en compota. Les advirtió: “Les encanta seguir perdiendo”, una forma de llamarlos al retiro. Tal vez de salvarlos de presenciar una muerte lenta del proyecto.

En el peronismo, la posición del bloque de Unión por la Patria fue homogénea. Y cuentan desde el espacio el rol de Máximo Kirchner, abriendo canales de diálogo con otros partidos que terminaron “jugando fuerte”, mencionaron. En rigor, quienes se plegaron al voto de UP y de la izquierda fueron la peronista cordobesa Natalia de la Sota y su comprovinciano Ignacio García Aresca; los radicales Facundo Manes, Pablo Juliano, Fernando Carbajal y Marcela Coli; los socialistas santafesinos Mónica Fein y Esteban Paulón; Sergio Acevedo (Por Santa Cruz); los miembros de la Coalición Cívica (tras la descarga de Elisa Carrió): Victoria Borrego, Marcela Campagnoli, Maximiliano Ferraro, Mónica Frade, Juan Manuel López y Paula Oliveto; y Margarita Stolbizer.

En el medio, hubo espasmos desafinados de los libertarios. Las respuestas de carne y hueso: el vocero Manuel Adorni anticipando que el ajuste será mayor; y Francos señalando que deberán gobernar sin el parlamento, y que los gobernadores también deberán hacer ahora lo que puedan.

En redes sociales: Milei: “La casta se puso en contra del cambio”. LLA: “La traición se paga cara”. La oficina del presidente: “Los gobernadores decidieron darle la espalda a los argentinos”. La última cuenta, además, comete un error de interpretación, al señalar que “llegaron a sus puestos y bancas levantando las banderas del cambio”. Cae en la amnesia: la ciudadanía le dio a los libertarios apenas 38 bancas de diputados, a quienes pueden sumarse algunas más: las de aquellos que se abrieron del bloque de Oscar Zago antes de asumir. Todos, de yapa, de escasa experiencia parlamentaria.

Quizás, esa mala interpretación es origen de los males, ya que los libertarios se plantaron con la prepotencia de quienes gozan de mayorías. A esto puedo sumarse que en las elecciones provinciales todos los candidatos que se presentaron con las banderas de la libertad perdieron por paliza, incluido Martín Menem en La Rioja.

Resta ver cómo procesa el gobierno el cachetazo. Si redobla la apuesta o si aprende de los errores.

Comentá la nota