Con cuatro goles de Lucas Melano y otro de Jorge Ortiz, Lanús arrolló a Godoy Cruz por 5 a 1, desnudando todas sus falencias. Encima, en la próxima fecha deberá visitar a River Plate.
En una noche que Lucas Melano no podrá olvidar jamás, Lanús le dio una paliza histórica a Godoy Cruz, lo hundió en sus peores defectos y lo dejó desnudo de cara la próxima fecha, cuando deberá visitar a River Plate en su estadio. ¡Qué Melano!
Era el partido de la ratificación, la oportunidad de afianzar un estilo y construir una identidad de juego. El Tomba va camino a eso, pero Lanús le dio un baño de realidad. Con la fórmula del contragolpe, la movilidad de los de arriba, el apoyo de los volantes y la pegada de Ayala y Velázquez, Lanús explotó todos los horrores defensivos que habitualmente comete el Tomba. El equipo de Guillermo comenzó la noche controlando la pelota, intentó hacerse ancho para abrir al equipo de Oldrá y contó con una eficacia importante para capitalizar las situaciones con las que dio vuelta el partido.
Una frase hecha que suele utilizarse en el periodismo deportivo es aquella que dice hizo “un gol de otro partido”. Y eso fue lo que sucedió con el estupendo zurdazo de Leandro Fernández, el goleador del Expreso que sacó un teledirigido que hizo explotar el arco defendido por Monetti.
Sin embargo, al Expreso le faltó intensidad y constancia para crecer a partir de la posesión. Y Lanús, que es un equipo muy trabajado, sacó a relucir su repertorio técnico-táctico para dar vuelta la historia en el momento oportuno.
En el complemento se afianzaron las dudas de una zaga central que mostró poco concepto y dudas de principiante. Siempre a destiempo, indecisos ante la necesidad de dar un paso al frente o retroceder, la última línea dejó en claro que si algo no encuentra Oldrá es la base para sostener la estructura inicial. La defensa tambalea ante el primer soplido y se cae a pedazos si el empujón tiene un poco más de intensidad.
El goleador “granate” no dio respiro y apenas iniciado el complemento, aumentó la ventaja para terminar de configurar una goleada que será recordada como la peor del Tomba jugando en casa.
No habrá nada que valga la pena recordar. Si hasta el gol de Fernández no fue una virtud colectiva, sino más bien un mérito del atacante y su pegada.
Herido de muerte, Godoy Cruz siguió yendo al frente por inercia, sin ideas sobre como, al menos, descontar. Y fue un festival del conjunto de Barros Schelotto, que, con espacios, aprendió sobre como debía mover el balón para romper cualquier orden (que no existía, claro está) de la defensa mendocina.
Tres de los cuatro goles anotados por Melano tuvieron un sello de calidad. Le pusieron un moño a una noche inolvidable y hundieron al Bodeguero en un mar de dudas del que deberá salir rápido porque se viene River Plate.
La levantada que insinuó la semana pasada con el triunfo ante Nueva Chicago ya no es tal. Los papeles se quemaron con cada estocada del goleador “granate”. Oldrá deberá repensar en como cambiar la cabeza de un grupo que vive inmerso en la irregularidad.
Queda mucho por jugar, el torneo es largo y se puede cambiar la imagen, pero se sabe, se huele, se reconoce, la paciencia del hincha es la que muchas veces manda.
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