Un desafío importante para Lifschitz será la conformación del gabinete que según ha dicho, no sólo será producto de un recambio generacional, sino también de una apertura política y de un equilibrio territorial que desafía a analistas y operadores a buscar nombres entre dirigentes de los distintos departamentos.
El ajustado triunfo de Miguel Lifschitz en las elecciones del 14 de junio determinará un cambio de conducta en la dirigencia del Frente Progresista, especialmente de los conductores del socialismo que a la necesidad de la apertura marcada por el resultado adverso de las PASO, deberían sumar ahora la convicción para que un nuevo formato de gestión pueda revertir la imagen desdibujada para más de dos tercios del electorado. El escenario de votación tripartita da lugar a todo tipo de especulaciones dependiendo que los "tercios" que se sumen para hablar de "voto por el cambio" si se suman el PRO y el FPV, el "voto contra la vuelta al pasado" si se hace lo propio con los del Frente Progresista y el FPV, o el "voto antikirchnerista" sumando los del PRO y el Frente Progresista. Nada de eso tiene demasiado sentido a esta hora, no sólo porque la Constitución Provincial establece que resultará electo el gobernador "por la simple pluralidad de votos" y vaya si fue así, 1496 votos separaron al primero del segundo, es decir entre vencedores y vencidos.
Aun así, la perspectiva política del nuevo gobierno aparece en principio más aliviada que la de su predecesor que debió gestionar en minoría en ambas Cámaras legislativas. Lifschitz tendrá desde el 11 de diciembre una holgada mayoría en Diputados, en el Senado, si bien la mayoría será del peronismo, su propia bancada le garantiza mayoría en la Asamblea Legislativa, un dato no menor a la hora de analizar designaciones que requieren esa aprobación para concretarlas y que de acuerdo a lo adelantado por el gobernador electo serán fundamentales para el éxito de su gestión. De este modo, el trámite legislativo parece allanado, con el plus de que Antonio Bonfatti será el presidente de la Cámara baja.
El principal desafío, entonces, aparece en la conformación del gabinete que según ha dicho el gobernador electo no sólo será producto de un recambio generacional, sino también de una apertura política que no se ha visto en las dos gestiones precedentes y de un equilibrio territorial que desafía a analistas y operadores a buscar nombres entre dirigentes de los departamentos General López, San Cristóbal (donde ganó el FP) y también en Obligado o Castellanos.
No se va a tratar de un "tome y daca" por votos obtenidos o aporte a la victoria, pero es seguro que habrá más presencia de referentes de la Unión Cívica Radical y en puestos de relevancia más que en segundas o terceras líneas que también serán renovadas.
Nadie duda de la importancia del aporte del intendente reelecto de Santa Fe José Corral, y de su proyección a futuro. Eso que en otro momento hubiera sido una limitante para la promoción de hombres de su cercanía, es hoy un elemento de peso, si lo que se quiere es renovar el Frente y seguir siendo gobierno más allá de los próximos 4 años. Algunos pronosticadores a largo plazo difícil oficio en este país ya avisoran una disputa entre el radical y Bonfatti para el 2019, cuando Lifschitz no asumió su período todavía. Pero el hecho de que no haya reelección en la provincia y los resultados de la elección de mediado de mes (no habrá otra "provincial" hasta entonces) son elementos a tener en cuenta.
Corral, lo mismo que Mario Barletta, serán tenidos muy en cuenta en el futuro armado. En el caso del Presidente de la UCR, dependerá de él tener una silla en el gabinete, y si no será quien sugiera el nombre para ocupar un ministerio clave.
Sin desmerecer las carteras que han ocupado últimamente los radicales, ni Producción, ni Trabajo son consideradas de las más importantes y es probable que haya cambios en el organigrama y avancen sobre otras áreas.
Pero antes que eso, está la evaluación que hará Lifschitz junto a los principales dirigentes de su partido entorno a la continuidad de alguno de los integrantes del actual gabinete.
En principio, la idea es que nadie continúe en el cargo, tal vez uno o dos a lo sumo, y más que nada porque no es sencillo el reemplazo.
A la única funcionaria que dijo que querría retener Lifschitz y lo dijo públicamente durante la campaña es a Chiqui González en el Misterio de Innovación y Cultura. Algo poco probable, no sólo porque Chiqui será diputada a partir de diciembre, sino porque después e 8 años en el cargo parece dispuesta a ceder la posta después de haber impreso su sello a la gestión. Y entonces el reemplazo es complejo, por lo que representaba la ministra y a partir de eso más que buscar "alguien que juege parecido" se priorizarán otras virtudes de quien pueda sucederla, con la certeza de que se conducirá por la huella que ha sido trazada.
En Hacienda, sucede otro tanto. El desgaste de Angel Sciara hace pensar en su reemplazo, y aquí sí podría ser alguien joven de su equipo. Antonio Ciancio ha cumplido su ciclo, lo mismo que otros integrantes del staff, que darán lugar a cuadros más jóvenes, formados en esas áreas y con trayectoria política también.
Salud Pública no será una sorpresa, la cantera socialista es inagotable en ese rubro, y sí en cambio, el principal desafío será el área de Seguridad. Desde ya que Raúl Lamberto dejará el Ministerio con el reconocimiento de sus compañeros por haber tomado ese "fierro caliente" y es difícil pensar que alguien de su equipo quede a cargo. En ese punto, la idea del gobernador es consultar no sólo a sus socios del Frente sino a los demás sectores de la política santafesina. Ya adelantó que su primera acción de gobierno será convocar a los tres poderes a discutir un plan integral de combate contra el delito y el narcotrafico en particular.
Para entonces ya estará definido el nombre del ministro y también el del nuevo Jefe de Policía.
Los aprontes sugieren que pasará algún tiempo un par de meses para que alumbren los nombres más importantes del futuro gabinete. Entre tanto, habrá elecciones nacionales con una disputa muy importante para el equilibrio político de la provincia entre Omar Perotti, Hermes Binner y Carlos Reutemann. También habrá una o dos elecciones (si hay ballotage) para definir el nombre del Presidente de la República. Si bien no parece esto último como algo determinante, "no da lo mismo que sea uno u otro" dijo Lifschitz la semana pasada.
Hay por delante una transición de 5 meses. Tiempo más que suficiente para conformar un equipo renovado, no sólo en nombres sino en energía transformadora, para enfrentar los desafíos planteados durante la campaña. Pero sobre todo para dar respuesta a quienes de una elección a otra le hicieron saber al Frente Progresista que hay muchas cosas por mejorar y otras tantas que cambiar.
Desde esta misma columna se advirtió citando nada menos que a Albert Einstein que "esta loco el que haciendo siempre lo mismo espera resultados diferentes", en relación a la campaña y la estrategia después de la derrota de las PASO.
El mismo concepto es aplicable a la gestión. Se abre una nueva oportunidad. La composición del voto debería ser un aliciente, construir consensos a partir de un tercio del electorado.
A la legalidad y legitimidad que sólo algún perdedor consuetudinario puede seguir cuestionando, habrá que sumarle eficacia y solvencia para que esos 1496 sufragios no sean la única barrera que impida saltar de la sartén al fuego.
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