Milei acusó de comunista a Lula y el mismo día tuvo que agradecer su ayuda en Venezuela. Y acusó de comunista a Kicillof para escamotearle una obra que el gobernador empezó a negociar cuando era ministro de Economía.
Por Luis Bruschtein.
Las reglas de gobernanza plantean no ideologizar al extremo las relaciones internacionales y las decisiones estratégicas sobre infraestructura. Se trata por un lado de no cerrar puertas y por el otro, de respetar las especificidades técnicas para bajar costos y obtener más rendimiento. Exactamente lo contrario a lo que hizo el gobierno libertario con los países de la región y con el veto de Bahía Blanca para la instalación de la planta de gas GNL.
Los insultos y bravatas contra Brasil, la principal economía de América Latina, y principal socio comercial del país, presentaron a Javier Milei como un lelo, que en la madrugada despreciaba con acusaciones ideológicas sin sentido y tres horas después agradecía al mismo que insultó antes.
El presidente Lula había dicho que no se encontraría con el presidente argentino mientras Milei no se disculpara por las “tonterías” que dijo sobre Brasil. Milei lo acusó de corrupto pero faltó a la reunión del Mercosur en Paraguay para evitar el cara a cara con el presidente brasileño.
La relaciones no podían estar peor. La noche del jueves, Argentina presentó en la OEA una declaración contra Venezuela en el tono que caracteriza a Milei. Hubo 17 países que no quisieron respaldar esa resolución, entre ellos México, que no asistió, y Colombia y Brasil, que se abstuvieron. Milei volvió a insultarlos y los acusó de cómplices de la “dictadura” venezolana.
Tres horas después, el gobierno venezolano emplazó a los funcionarios de la embajada argentina en Venezuela a que abandonen el país. Argentina tiene relaciones comerciales y además hay seis refugiados, dirigentes de la derecha acusados en la justicia de ese país por actividades golpistas. Los funcionarios diplomáticos tenían que irse, pero los refugiados no tenían autorización para salir. Mientras Milei insultaba al gobierno de Brasil, los diplomáticos argentinos en la OEA rogaban a la cancillería brasileña que se hiciera cargo de la embajada que debían abandonar en Caracas.
La actitud de Lula en la situación venezolana ha sido no dejarse arrastrar por la presión inaudita de la derecha y al mismo tiempo buscar una salida pacífica. Lula dejó de lado la falta de respeto de Milei y se hizo cargo de la embajada que abandonaba argentina con los refugiados dentro. Milei tuvo que agradecer el gesto de quien había insultado. En la diplomacia esos giros ponen en evidencia a los malos gobiernos.
Estados Unidos concedió más credibilidad a una derecha que produjo el engendro de Juan Guaidó, frente a un gobierno que nunca hizo fraude en las elecciones. Podrán discutir la ideología del chavismo pero nunca pudieron comprobar el fraude que la derecha venezolana denunció siempre que perdió. María Corina Machado, la figura fuerte de la derecha, una mujer de la elite millonaria de Venezuela no pudo presentarse como candidata porque tiene una causa pendiente por pedir la invasión de fuerzas armadas extranjeras a Venezuela.
Antes de la elección Corina Machado coordinó reacciones con algunos de los gobiernos conservadores de la región, entre ellos Milei. Y todo el mundo sabía que si la derecha perdía se repetirían denuncias de fraude y disturbios y que esos gobiernos actuarían en forma coordinada para sumarse al reclamo de la derecha. En las famosas actas que colgaron había actas falsas, actas de otras elecciones o actas firmadas por personas fallecidas. Y el resultado 70-30 que proclamaron fue menos creíble que el resultado oficial de 51 a 42. El chavismo tiene un núcleo duro de cinco millones de votos y está en un momento de mejora económica. Hubiera sido muy difícil que bajara esa cifra. El resultado oficial le otorgó seis millones y medio de votos y cinco millones a la derecha. Como en otras ocasiones, en los disturbios se vio la intervención de grupos organizados. Si la protesta hubiera tenido raíces verdaderas, se hubiera mantenido. Al día siguiente las calles de Caracas tuvieron una actividad normal.
El gobierno explicó que el sistema de voto electrónico había sufrido el hackeo masivo y expertos informáticos confirmaron que había sido un DOS, (Denial of Service, Denegación de Servicio) --como señala Artemio López en la página Rambletamble. El mecanismo de hackeo consiste en saturar las redes con una enorme cantidad de tráfico espúrio para evitar que se logre transmitir la información.
Según la ley, el Consejo Nacional Electoral tiene un plazo de 30 días para mostrar el escrutinio final. No hay retraso porque se están cumpliendo los términos legales. El apuro de Estados Unidos por reconocer el triunfo del candidato derechista Edmundo González genera más confusión porque la derecha no pudo sostener con pruebas creíbles sus denuncias.
Los gobiernos de México, Colombia y Brasil pidieron que se difundan las actas y trataron de que el conflicto se resuelva en forma pacífica. La posición recalcitrante del gobierno argentino se parece mucho a la complicidad del gobierno de Mauricio Macri con el golpe cívico-militar a Evo Morales en Bolivia.
La relación con la petrolera malaya Petronas sigue la misma deriva ideologizada. La realización de la planta de GNL implica una inversión de más de 30 mil millones de dólares. Sería la mayor inversión de capital extranjero en la historia del país. Milei hizo que YPF descartara la ciudad de Bahía Blanca para mellar la proyección política del gobernador bonaerense Axel Kicillof.
La corporación de medios desplegó una campaña en el mismo sentido con titulares que decían que “Kicillof se quedó dormido” o hablaban del “capricho ideológico” de Kicillof al no firmar el RIGI. Maximiliano Abad, titular del radicalismo bonaerense, e inclusive el PRO, se sumaron a esa campaña mezquina que afecta a sus propios afiliados. Todos hablan del enorme negocio que se perdió Buenos Aires.
Pero nadie dice que el enorme negocio no se hubiera realizado si no se exploraban nuevos yacimientos, y que eso no se hubiera hecho si no se nacionalizaba YPF y que la nacionalización de YPF la hizo el gobierno de Cristina Kirchner y que fue su ministro de Economía, Axel Kicillof, el que interesó a Petronas y el que inició las negociaciones. Mal que le pese a Milei, la enorme inversión no hubiera existido si no fuera por Cristina Kirchner y Axel Kicillof.
El puerto de Bahía Blanca se eligió mucho antes de que Kicillof fuera gobernador. Porque tiene la profundidad que se requiere, está cerca de los gasoductos, el agua es más templada que más al sur y tiene un polo petroquímico con mano de obra especializada en la actividad hidrocarburífera. En el emplazamiento de Río Negro tendrán que hacer todo de cero, no hay nada, no hay puerto ni instalaciones. El estudio tecnológico que hicieron circular no se sostiene. La decisión fue política y causará a YPF un gasto innecesario de millones de dólares por una decisión ideologizada.
El RIGI no tiene nada que ver. Es una legislación nacional que ya está vigente en todo el país y en cualquier provincia, incluyendo la de Buenos Aires, aunque la mayoría de sus legisladores no la hayan votado. Pero la represalia política de Milei en este caso no sólo tiene efectos materiales, sino que también resquebraja la cohabitación federal entre gobiernos de distinto signo político. Es cierto que muchas veces los gobiernos centrales han favorecido a sus provincias de origen, pero nunca boicotearon a las demás, como en este caso. Para Milei todos son comunistas menos él.
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