Si bien la inmensa mayoría de los partidos sabe que hace falta modernizar la Carta Magna, un tema que debiera ser menor, como la reelección del gobernador, se erige como dificultad para avanzar. La fecha para la convención sería 2018.
as puertas de 2017, año electoral, y mientras las diferentes expresiones partidarias se aprestan para definir su candidatos y estrategias de cara a las legsislativas de mitad de mandato, sin perder de vista el 2019 como objetivo para muchos de quienes competirán en la primavera, en medio de ambos procesos nuevamente aparece el tema de la reforma constitucional para la provincia de Santa Fe.
Al parecer, la mayoría de los partidos políticos estarían de acuerdo en que 2018 sea finalmente "el año de la reforma" y si bien en sus diferentes roles de gobierno y oposición hay concidencias básicas en cuanto a la necesidad y oportunidad de retocar una de las dos únicas cartas magnas que no se han modificado en más de medio siglo, en paralelo con la Reforma nacional de 1994.
En 1962 fue la última vez que Santa Fe modificó la Constitución, y ese solo dato releva de mayores argumentos en torno a la pertinencia de la actualización: derechos de tercera y cuarta generación, Consejo de la Magistratura, designación de jueces, mecanismos de consulta popular, autonomias municipales, entre otras "novedades", aggiornarían la Constitución con el consenso global, y otras cuestiones menores ‑como duración de mandatos, reelección, períodos, para citar algunos ejemplos‑ debieran ser determinados por los convencionales en su momento.
Según los referentes de las fuerzas políticas que nuclean a prácticamente al 100% del electorado, acuerdan en el trazo gureso, y casi en la misma proporción se resisten a hablar públicamente de un punto que podría acelerar o empantanar la concreción del objetivo: la reelección del gobernador. Ni Miguel Lifschitz se resigna a tener esa chance, ni sus compañeros y/o opositores se allanan a concedérsela. Lo que parece un tema menor a la luz de la enumeración de bondades de una reforma constitucional, es la madre de todas la batallas: internas y entre partidos. Oficialmente, el Partido Socialista propone fuertemente la reforma ‑y de hecho ha avanzado hasta en la creación de un sitio web ad‑hoc‑ a partir de que en las encuestas aparece la Reforma Constitucional como tema de atención. Desde ya que muy relegada si se compara con las preocupación por la inseguridad, la conservación del empleo o la temática educativa. Pero si fuera por eso, nunca sería tiempo, y realmente ‑con matices‑ el arco político cree que separado de los procesos electorales 2017/2019, hay que impulsar la reforma. Volviendo al socialismo, el Presidente del partido a nivel nacional es Antonio Bonfatti ‑cuyas expectativas de volver a la Casa Gris combinan los resultados de una eventual y no descartada candidatura a diputado nacional el año que viene, y imposibilidad de reelección de Lifschitz‑ sostiene que el tema de la reelección será un debate que tendrán que dar los constituyentes y en ese sentido "van a expresar lo que vote la ciudadanía, y hay muchos ejemplo recientes de lo que ocurre, que no es precisamente lo que las encuestas anticipan o uno mismo piensa", dice el presidente de la Cámara de Diputados, que no le cierra la puerta a la reelección pero aclara que "Lifschitz, como yo en 2011, juramos una Constitución que no contemplaba la reelección".
En la vereda de enfrente, el peronismo ‑con mayoría especial en el Senado provincial‑ no le va a conceder esa chance reeleccionaria a Lifschitz. Independientemente del nivel de la gestión, creen los legisladores que siempre es mas difícil derrotar a un mandatario en funciones ‑con todo lo que eso representa en cuanto a manejo de aparato y estructura‑ que a un candidato nuevo. Despues de la "generosidad" de Jorge Obeid, que honró su promesa de derogar la promiscua Ley de Lemas, los peronistas ‑sea cual fuera su alineamiento interno‑ no están dispuestos a "seguir dando ventaja y regalar elecciones", tal la definicion de un legislador con varios mandatos en el lomo. Pero tampoco van a salir con los tapones de punta, esperarán a que sean los propios socialistas ‑interna mediante‑ los que le pongan el freno a Lifschitz, quien prudentemente no ha dicho que aspira a otro mandato, aunque es obvio que ese es su anhelo.
Más o menos en esa línea, el PRO plantea reducir los mandatos de los cargos públicos a solo dos períodos seguidos, y en cuanto a la reelección del Gobernador, esta de acuerdo, pero de ahora en adelante. Por ninguna razón ‑al menos a esta altura‑ le daría la chance a Lifschitz de ir por un segundo período. En ese sentido, el principal dirigente territoral en Santa Fe justifica la determinacion diciendo que "el tema de la reelección debería ser igual en todos los cargos, dos períodos como máximo, incluido el gobernador, de modo que el próximo que se elija tendrá esa chance", dice Federico Angelini, dando por sentado que Lifschitz no entra en esa categoría.
Como se ve, en la teoría política hay consenso para la "Reforma del 18". Sin embargo, en términos prácticos habrá que ver cómo impactan los comicios de 2017, sus resultados, las alianzas conformadas y la suerte de los candidatos. Frente a ese incierto panorama, que no aclarará hasta mediados de octubre, sería una muestra de madurez política que se fijara la reforma constitucional para el año 2018. El gobernador esta trabajando para eso, más alla de las críticas fáciles de que "hay cosas más necesarias". Desde luego. Pero la lógica de "lo urgente desplazando a lo importante" y las distintas maneras de establecer prioridades han dejando a Santa Fe en un atraso institucional que repercute en la calidad de vida de sus ciudadanos. El ejmplo más notorio es la baja calidad de la Justicia, producto en buena medida del mecanismo de seleccion de jueces que no siempre, o mejor dicho pocas veces, termina consagrando a los más idoneos. De eso derivan muchos males relacionados con la seguridad, tantos o más que de la corrupción policial o la impericia de los funcionarios políticos.
"Los dolores que quedan son las libertades que faltan", concluía el manifiesto liminar de la Reforma Universitaria de 1918, que puso a la Argentina en la vanguardia de la educación pública. Tal vez sin tantas pretensiones, esta "reforma del 18" permita a los santafesinos empezar a construir un camino en el que "los dolores que quedan" puedan mitigarse.
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