Cambios en la forma de hacer política y el afianzamiento de muchos de los que quedaron en pie en el 2017, definirán el 2019
No quedaron muchos, pero los que salieron bien parados de las elecciones del año pasado son los que más perspectivas tienen para las estratégicas del 2019. Sobre sus hombros estarán las campañas que vienen, pero a pesar de esto no hay una figura que se erija como el candidato favorito para reemplazar al gobernador Juan Manuel Urtubey.
Las últimas elecciones sirvieron, además de la renovación legislativa, para poner en evidencia que muchas veces hacer “política de laboratorio”, no tiene buenos resultados. Buscar a “quien mida, que sea destacado en la opinión publica y que no tenga antecedentes políticos” y que no tenga la menor formación política no funcionó.
Esta forma de conformar y construir un candidato parece que quedó en el olvido, pero lo llamativo es que desde el PRO insisten en ese mecanismo. Con formas que están más emparentadas con la selección de personal en las multinacionales, la dirigencia del macrismo lanzó una suerte de “campamento” de formación de candidatos con los mejores prospectos de la fuerza en cada una de las provincias.
Los tiempos cambian y los métodos también, pero eso no significa que la dos principales características de un dirigente sean dejadas de lado. La pertenencia ideológica y la militancia definen y moldean a quienes buscan obtener la representación de los ciudadanos. Planes, proyectos y soluciones a los problemas de la sociedad tienen una resolución distinta según la ideología que se aplique por eso elegir a un candidato sin ideología es un salto al vacío, pero en este país eso parece no importar mucho.
Las grandes apuestas no llegaron muy lejos, pero las viejas opciones, encarnadas en nuevas figuras, lograron un éxito importante como en el caso de Isabel De Vita, que acarreó los votos de esa izquierda un tanto difusa, pero de mucho peso electoral, o la Unión Cívica Radical, que logró conformar un bloque propio después de décadas.
Pero en esta época de mezclas y combinaciones, lo que ganó fue la figura y no el partido al que representan, por eso el mapa político para el 2019, sólo tiene algunos puntos de referencias importantes. En una rápida selección, se podría mencionar a Betina Romero, quien logró una muy buena elección en la ciudad de Salta y como recompensa extra, el viejo romerismo, otra expresión personalista de alguna versión del peronismo, está nuevamente en carrera.
A este se le suma la figura emergente más importante del año pasado, el intendente Gustavo Sáenz, que pudo estructurar una sólida plataforma política para llevar a cabo sus aspiraciones gubernamentales para el 2019, un proyecto que cuenta con el aval explícito del macrismo a nivel nacional. Matías Cánepa y Alberto Castillo, son dos de los principales referentes que el intendente Sáenz tiene para competir en el 2019.
Las elecciones del 2017 también dejaron algunas renovaciones necesarias y saludables en la UCR salteña, como la llegada a la Cámara de Diputados de Mario Mimessi, el dirigente de mayor crecimiento político del Departamento San Martín en los últimos cinco años y el candidato a vencer en las elecciones a intendente que deben realizarse en meses para cubrir la ausencia de Sergio Leavy, ahora diputado nacional. Junto a él se encuentra Humberto Vázquez, que ganó mucho en la interna partidaria a pesar de haber perdido las PASO frente al oficialismo radical. Todos apuestan que en torno a ellos girará la estrategia para el 2019.
En una vuelta de tuerca inesperada y por un acto que estuvo más cerca de la congruencia, que de la rebeldía oportuna, Javier David logró galvanizar en su voto contra las políticas del Gobierno nacional, las aspiraciones y esperanzas de gran parte del peronismo salteño que no se sentía, ni se siente cómodo con la dirigencia actual. Ya se habla de su candidatura a gobernador para el 2019.
Comentá la nota