El Presidente y gran parte de su Gabinete participaron de la reunión del CiCyP en el centro porteño; pedidos, dudas y mensajes del “círculo rojo” al Gobierno
Matías Moreno
Javier Milei camina a paso lento por un pasillo del lobby del hotel Alvear, en dirección a los ascensores. Lo escoltan la custodia presidencial y un puñado de colaboradores. Acaba de terminar un extenso discurso, plagado de tecnicismos, ante los empresarios más poderosos del país en el salón Versailles, donde negó que haya un atraso cambiario y defendió a rajatabla su plan de ajuste fiscal para domar la inflación y ordenar los desequilibrios macroeconómicos que heredó. De pronto, cuando le preguntan en qué fecha planea levantar el cepo, Milei detiene su marcha y gira la cabeza hacia atrás. “¡El tiempo es de Dios!”, exclama, con los hombros encogidos y una sonrisa en el rostro.
El Presidente se fue revitalizado después de un nuevo encuentro cara a cara con los máximos referentes del mundo empresario. Llegó convencido –así lo dijo– de que les daría “un baile” a sus detractores en el mundillo económico, que siembran dudas sobre la “calidad” del ajuste, y se retiró con un nueva de demostración de apoyo y de fe del establishment. Los patriarcas del “círculo rojo” dan su beneplácito a la prédica económica del líder de los libertarios, aunque fuera de micrófono reconocen sus dudas e incertidumbre por la demora de la aprobación de la Ley Bases y el paquete fiscal en el Congreso, instrumentos que podrían ser claves para la reactivación económica. Quieren creer que el experimento saldrá bien y se aferran a la esperanza.
Milei llegó a la cumbre organizada por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp) con una amplia comitiva del Gobierno. No solo estuvo su hermana, Karina, secretaria general de la Presidencia, quien monitoreó desde temprano la organización del evento y hasta la disposición de los lugares que ocuparían los empresarios en la mesa principal. También concurrieron el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, y el titular del Banco Central, Santiago Bausili. Ambos se llevaron un fuerte espaldarazo de Milei, quien intentó disipar las versiones sobre un eventual cambio de Gabinete y ratificó su respaldo a Caputo, a quien definió como un “chanchito de yeso”, por su rigurosidad fiscal a la hora de manejar los fondos públicos. Por esas horas, Nicolás Posse, jefe de Gabinete, daba su primer informe de gestión en el Senado.
“Para sacarle un mango a Toto hay que romperlo todo. Y les voy a decir algo más: si alguien lo quiere romper, antes me va a tener que romper a mí, porque no voy a entregar el resultado fiscal”, enfatizó el jefe del Estado detrás del atril. En la mesa principal lo escuchaban Eduardo Eurnekian, Alejandro Bulgheroni, Marcos Pereda, Gustavo Weiss, Daniel Funes de Rioja, Nicolás Pino y Adelmo Gabbi, entre otros representantes empresarios y del denominado “grupo de los seis”.
Todos ellos tuvieron la chance de verse con el Presidente a solas, antes de que comenzará la reunión del Cicyp. Fue una charla breve y afectuosa, que giró en torno a los temas de coyuntura, según relataron testigos de la conversación. “Es un tipo muy especial”; “no es un político y, por eso, no tiene miedo a sacar el tapón de una bañadera que está llena de mierda”; “hoy estuvo monotemático”; “se tiene que animar a sacar el cepo”; “no soy economista, pero está convencido, ojalá salga bien”. Las frases pertenecen a popes empresarios que participaron de la breve entrevista con el Presidente. También estaban los ministros Patricia Bullrich (Seguridad), Luis Petri (Defensa), la canciller Diana Mondino y Guillermo Francos (Interior), quien charló en la cafetería con Eurnekian, su exjefe en Corporación América, mientras llegaban los invitados para escuchar a Milei.
A lo largo de su mensaje, el Presidente intentó “desterrar” la idea de que hay un atraso cambiario y volvió a confrontar con los economistas que dudan de la sostenibilidad de su plan de ajuste y le achacan la falta de un programa de estabilización o de una hoja de ruta para pavimentar la reactivación económica. “Si no hay plan de estabilización, ¿creen que baja de casualidad la inflación? Vine más sangriento que de costumbre”, se felicitó.
En modo ministro de Economía, Milei apeló a su libreto habitual: se jactó de haber ejecutado el ajuste “más grande de la historia de la humanidad” -estimó que alcanza a 15 puntos del PBI– y dijo que su gestión de la economía es “solvente”, lo que produjo un cambio de expectativa en los mercados.
“Con una devaluación, voy a aumentar la cantidad de pobres e indigentes. Dicen que la Argentina está cara en dólares, pero no se corrige devaluando, sino vía reformas estructurales”, argumentó.
Luego, Milei explicó las razones técnicas que lo llevan a demorar el levantamiento de las restricciones cambiarias: sostuvo que antes quiere cerrar los grifos de emisión. “Está en nuestros planes abrir el cepo lo más rápido posible. Tardamos porque no lo hacemos de prepo”, puntualizó. También buscó endulzar los oídos de los empresarios cuando prometió bajar los impuestos. Dijo que lo hará “en la medida que la economía empiece a rebotar y crecer”, aunque advirtió que las provincias y los municipios también deberán colaborar a reducir la presión tributaria. E insistió en que apuntará a la competencia de las monedas y a eliminar el Banco Central. Eso sí: no explicó por qué abandonó su idea de la dolarización, que fue su principal caballito de batalla durante la campaña presidencial.
Mientras Milei daba su discurso, los ministros libertarios recibían pedidos y reclamos de los empresarios en un clima de camaradería. Por caso, Gabbi, titular de la Bolsa, les acercó un proyecto de fideicomisos privados para reemplazar la obra pública. “Está en el camino acertado y duele, pero hay un cambio de expectativas, por esa razón los mercados van para arriba”, resumió Gabbi, quien luce optimista sobre las chances de éxito del experimento de los libertarios. Ya no percibe un mar de dudas sobre Milei cuando asiste a los cónclaves del círculo rojo.
Más cauto, Funes de Rioja hizo saber a los emisarios del Gobierno la inquietud de la UIA por los beneficios arancelarios del Régimen de Incentivos para las Grandes Inversiones (RIGI) y su efecto en la industria nacional. Ya mantuvo reuniones con Martín Menen y representantes del Gobierno para destrabar el conflicto con una contrapropuesta: “Hubo buena recepción”, dijeron cerca de Funes de Rioja, quien considera que la aprobación de las reformas en el Congreso será crucial para generar confianza y disipar la incertidumbre en torno a la seguridad jurídica.
Los ministros del Gabinete estaban pendientes de las negociaciones en el Congreso, donde el oficialismo intenta acelerar el tratamiento de la Ley Bases y el paquete fiscal, pese a las resistencias que encuentra en las filas de la oposición dialoguista del Senado. “Es una picardía [que se demore]”, susurró Mondino, quien se mostró confiada en que las reformas ayudarán a empujar la reactivación económica y mitigar el efecto recesivo del ajuste. Puso como ejemplo la política de cielos abiertos que incluyó el DNU 70/2023 de Milei.
La canciller se fue satisfecha del Alvear después de escuchar la explicación del Presidente sobre la situación financiera. “No hay atraso cambiario. Quedó claro, ¿no?”, graficó. Claudio Zuchovicki, uno de los economistas que escucha Milei en sus tertulias en la quinta de Olivos, también aplaudió el discurso del Presidente. A contramano de otros referentes económicos, no cree que el cepo sea un problema para lograr una reactivación, sino la aprobación de las reformas en el Senado, sobre todo, los cambios en bienes personales. “¡Tiene que sacar una ley! Lo que sea, pero es muy importante”, comentó en un pasillo Cristiano Rattazzi, extitular de FIAT, mientras charlaba con directivos de Techint. En el Alvear también estuvo Eduardo Bastitta, un empresario del rubro logístico e inmobiliario, que orbita cerca de Milei desde la campaña y tiene lazos con Macri.
Mientras atravesaba raudamente el salón María Antonieta, Julio Cordero, secretario de Trabajo, elogiaba el discurso de Milei como si fuera un militante libertario. “Es un genio”, lanzó. En las charlas con empresarios, Cordero sugirió que estaba atento a los cambios que se instrumentarían en el capítulo laboral de la Ley Bases y el eventual regreso de la iniciativa a Diputados. En el seno del Gabinete creen que el RIGI y la reforma laboral pueden ser claves para atravesar los meses más duros por el clima recesivo.
“Están los que traban por trabar. Esto no depende de nosotros, si no nos dan las herramientas...”, despotricó Bullrich, quien se sentó en la mesa principal y celebró el discurso del Presidente. En sintonía con su nuevo jefe político, la ministra de Seguridad y referente de Pro cree que el cepo debe levantarse cuando se den las condiciones. En la foto con los popes del G-6, Bullrich quedó al lado del Presidente y de Karina Milei. Otro gesto de confianza del clan. Quien también se llevó un guiño fue José Luis Espert, diputado nacional de LLA. Milei lo saludó en pleno discurso: “Hola, Profe, recién llega del Congreso”, dijo el mandatario. En rigor, el economista ya había arribado un rato antes al Alvear.
Cuando Milei ya estaba a bordo de su camioneta, Manuel Adorni, el vocero presidencial, intentaba escabullirse para salir del salón Versailles. Después de que Milei abriera la puerta a postergar el Pacto de Mayo ante la demora de la sanción de la Ley Bases en el Congreso, los funcionarios que acompañaron al Presidente al evento de CICyP dejaron en claro que piensan avanzar con la organización. “Si no sale la ley, le daremos otro formato. Pero el 25 vamos a estar allá”, comentó un alto funcionario. “¿Se suspende? Yo ya saqué los pasajes”, se mofó Mondino. Al margen de las bromas, el Presidente machacó hoy con que las reformas estructurales saldrán más temprano que tarde, por lo que “no es desesperante” tener la sanción de la ley antes del 25 de mayo.
En el cierre de su discurso, Milei volvió a pedirles compromiso a los empresarios. Lo hizo después de detallar su plan para achicar el déficit fiscal y ordenar la macroeconomía. “Soy liberal, no comunista. Los artífices del futuro son ustedes, no le pidan peras al olmo”, remarcó, antes de despedirse. “Los ministros se fueron y los que tenemos tiempo seguimos comiendo”, se divirtió un empresario en la mesa de Cristiano Rattazzi.
Poco después, Eurnekian, quien fue el jefe de Milei durante más de diez años en Corporación América, terminó de degustar el postre de helado y beber su copa de vino tinto, y se levantó de la silla desde donde escuchó a Milei. Sus asistentes lo rodearon para evitar un traspié o una frase polémica ante los micrófonos después de los desencuentros con Milei del año pasado. “¿Todo bien?”, preguntó Hugo, uno de sus sobrinos, quien está a cargo de Compañía General de Combustibles.
Antes de irse, el magnate no pudo con su genio y volvió a dejar una frase irónica sobre su exempleado ante las cámaras de C5N en la puerta del Alvear. “Decile al Presidente que se ponga las bolas y que dirija el país”, lanzó, cuando le recordaron que Milei les había pedido a los empresarios que pongan “pelotas” e inviertan, en el Foro Llao Llao. “Que lo escuche, ¡qué carajo me importa!”, completó Eurnekian, mientras levantaba sus hombros.
Comentá la nota