El oficialismo aspira a posicionar a Sergio Massa como el candidato más votado. En Juntos por el Cambio se define el futuro de la alianza y Milei busca encaramarse como la tercera fuerza.
Por María Cafferata.
Después de 72 horas de tragedia sobre tragedia, el día de elecciones llegó. Este domingo se realizan las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) en todo el territorio nacional en un clima enlutado y enrarecido, marcado por una seguidilla de casos de violencia y muerte que llevó a la suspensión de los cierres de campaña. Por primera vez en la historia, tanto el peronismo como Juntos por el Cambio definirán, en simultáneo, quién será su candidato a presidente. En Unión por la Patria, Sergio Massa competirá con Juan Grabois, en una interna que se pretende que afecte lo menos posible al ministro candidato ungido por Cristina Fernández de Kirchner. El objetivo del oficialismo es llegar al lunes con una elección de tercios consolidada y con Massa como el candidato más votado. O, al menos, con la marca UxP arribando a los 30 puntos. Ahí se jugarán las chances del peronismo de cara a la verdadera batalla: las generales del 22 de octubre.
JxC, mientras tanto, definirá el futuro de su alianza política. Será la batalla final entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich: solo uno (o una) emergerá como ganador y alineará luego a toda la tropa cambiemita detrás suyo. La preocupación principal de la alianza opositora, sin embargo, será llegar al lunes con una foto de unidad y que el runrún del lado perdedor no opaque lo que debería ser el triunfo de JxC como fuerza más votada.
En total habrá 22 fórmulas presidenciales compitiendo por 15 alianzas distintas, además de que algunas provincias definirán las candidaturas a gobernador, como la provincia de Buenos Aires, Entre Ríos y, en el caso de Ciudad de Buenos Aires, el jefe de Gobierno porteño (en donde el PRO pondrá en juego las joyas de la abuela en una interna que enfrenta a Jorge Macri con Martín Lousteau). Sólo la provincia de Santa Cruz elegirá este domingo al sucesor/a de Alicia Kirchner. Será, a su vez, la primera elección presidencial en la que competirá el libertario de ultraderecha Javier Milei, y lo hará en un contexto de apatía y descontento que se anticipa que lo podría beneficiar electoralmente.
Unión por la Patria
Fue un cierre de campaña atípico. La muerte de Morena Domínguez, la niña de 11 años asaltada en Lanús mientras iba a la escuela, había sido una bomba que había detonado el sprint final de la campaña electoral y dejado a gran parte de la dirigencia peronista recalculando. "Massa había arrancado jugando de atrás, pero venía bien afilado en la recta final, desarrollando un ritmo de posicionamiento, y esto fue un final abrupto", reconoció uno de los dirigentes nacionales que se sienta en la mesa de campaña de la fórmula Sergio Massa-Agustín Rossi. En silencio, ensayando una cautela que la veda no hacía sino potenciar, en las filas de UxP predominaba un diagnóstico: el malestar generado por la muerte de Morena --y, luego, por el de Facundo Molares a manos de la Policía porteña-- aporta a un escenario de apatía y descontento.
Todos los ojos estarán puestos en PBA, que es donde se definirán las chances que el peronismo tiene de llegar al ballotage. Los números de las encuestas no brillan --intendentes peronistas que en 2019 habían sacado entre el 60 y 70 por ciento de los votos, hoy están en un escenario más cercano a los 50 puntos--, pero predomina la confianza de que si Massa logra sacar al menos 35 puntos en PBA "habrá octubre". En el armado de campaña de Massa lo vienen repitiendo hace semanas: es una carrera de resistencia, no de velocidad, y las PASO son solo la primera etapa. "La campaña arranca el 14 de agosto", es un hit que se escucha seguido entre los intendentes del conurbano, pero con una advertencia: el lunes, UxP tiene que amanecer con al menos una fortaleza. "O Sergio es el candidato más votado o UxP saca 30 puntos o estamos solo a 5 puntos de ellos (JxC). Algo. Porque si el lunes no tenemos algo de qué agarrarnos va a ser un problema", reflexionó un dirigente bonaerense.
Al igual que JxC, el peronismo también buscará cerrar la jornada electoral con una foto de unidad, aunque será con la ausencia de dos de los tres socios fundadores de la alianza de gobierno. Ni Alberto Fernández ni Cristina Fernández de Kirchner estarán presentes el domingo en el búnker. La vicepresidenta estará en El Calafate, donde vota, a la espera de los resultados de la elección a gobernador de Santa Cruz. Se desconoce aún dónde esperará los resultados el Presidente, quien ha dado un paso al costado de la campaña para cederle todo el protagonismo a Massa, pero quienes están a cargo de la logística del domingo deslizan que no se lo verá por el Complejo C Art Media. Se espera sí, que luego de que se conozcan los resultados, el competidor en la interna, Juan Grabois, visite el bunker de Massa --en donde también estará el gobernador Axel Kicillof y el candidato a jefe de Gobierno, Leandro Santoro-- o haga un gesto desde el suyo, ya que no se logró acordar un bunker de unidad.
Grabois y su compañera de fórmula, Paula Abal Medina, esperarán los resultados en el Teatro Verdi, en la Boca, un lugar que arrastra mucha mística para su espacio: allí se realizaron las primeras asambleas del Movimiento de Trabajadores Excluidos --que Grabois lidera-- y fue el lugar de lanzamiento de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular. El líder social viene de encarar una campaña organizada más que nada a base de pulmón militante con el objetivo de marcarle la cancha a Massa. La fantasía es poder dar un batacazo de 6 o 7 puntos, con la expectativa de así poder consolidarse como una fuerza sólida y representativa al interior de UxP que funcione como condicionante de la candidatura del ministro de Economía.
En el bunker de Grabois solía predominar un entusiasmo febril, en el que la mística de "David contra Goliat" los hacía fantasear con un resultado "que sorprenda a todos", pero los últimos días de muertes hicieron mella. Particularmente el caso de Morena, en el que se buscó responsabilizar a una de las diputadas del espacio, Natalia Zaracho, por haber defendido de una paliza policial a un adolescente que había sido falsamente vinculado al asesinato. Si bien consideran que se pudo "neutralizar" a tiempo la operación en su contra, en el entorno de Grabois no son muy optimistas sobre la forma en que las últimas 72 horas impactarán electoralmente: "Cuando el clima social está así de espeso gana siempre la derecha. O se van con Mieli o incrementa el ausentismo", reflexionó, apesadumbrado, uno de los armadores de Grabois.
La batalla final de JxC
La disputa interminable entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta tendrá su episodio final este domingo. Ninguno se esperaba, sin embargo, que el día llegaría en un clima tan desordenado y violento, en el que, por distintos motivos, ambos quedarían pegados políticamente. La muerte de Morena en Lanús, primero, y la muerte de Molares en CABA, después, habían dejado un saldo de responsabilidades que ni Bullrich --por su vínculo con Néstor Grindetti-- ni Larreta --en tanto jefe de Gobierno porteño-- podían eludir. A la hora de la verdad, sin embargo, Bullrich salió con los tapones de punta a capitalizar la situación, reforzando su discurso de orden represivo y de mano dura con los delincuentes. Larreta, en cambio, quedó relegado en una posición intermedia, incómoda, reivindicando el accionar de la policía que había asesinado a un manifestante --y despertando así el repudio de parte de la sociedad--, pero sin lograr hacerse de las banderas que monopolizaba Bullrich.
"La inseguridad es un tema de Patricia", reconocen en las filas larretistas, que observan con preocupación el devenir de las últimos días. La veda dejó a muchos a ciegas, sin posibilidad de encarar recorridas para tantear el panorama, o hacer declaraciones públicas y medir su impacto. En el campamento larretista, en donde hace una semana predominaba el entusiasmo generado por la ola de apoyos recibidos --de los gobernadores cambiemitas, de María Eugenia Vidal, de Facundo Manes, de Rodrigo De Loredo--, dominaba ahora la reserva. La agenda venía siendo hegemonizada por la muerte y la inseguridad hace más de 72 horas, un terreno en el que sabían que su competidora interna se movía con mayor facilidad.
"Si hay alguien que no gana con todo esto es Horacio, porque no le creen. A Patricia, en cambio, sí le creen. Los tipos de la mesa del bar están seguros de que Patricia los va a cagar a tiros a todos, incluido el pibito de 14 años", reflexionó un importante dirigente bullrichista, haciendo referencia al adolescente que se había buscado vincular falsamente con el asesinato de Morena. Originalmente, sin embargo, el asesinato de la niña de 11 años había despertado las alarmas en la mesa bonaerense de "La fuerza del cambio", cuyo candidato a gobernador es Néstor Grindetti. Ya las encuestas le estaban dando mejor al candidato de Larreta en PBA, Diego Santilli, y la muerte brutal de una niña en el distrito que Grindetti debería estar gobernando --está en uso de licencia-- podía explotarles en la cara. Con el correr de las horas, el temor se apaciguó. "No va a cambiar nada. La elección grande es la otra y la gente se ha derechizado", afirmó un referente bonaerense de JxC.
Impacten o no las tragedias, el Día D de JxC llegó. Solo un candidato emergerá con la victoria el domingo y se convertirá en el próximo líder del espacio, obligando al resto de la alianza política a ordenarse detrás de él o ella. Tanto Bullrich como Larreta juegan a todo o nada. Bullrich, con 67 años y una heterogénea carrera política --pasado montonero, ministra de Trabajo de De la Rúa, ministra de Seguridad de Macri--, se juega lo que podría ser su última chance. Larreta, mientras tanto, viene de romper su relación histórica con Mauricio Macri, con quien fundó el PRO, y se prepara para lo que todos los que lo conocen saben que siempre fue su sueño: ser presidente de la Nación.
Será una resolución de la batalla incómoda: ambos estarán esperando los resultados en el mismo bunker ubicado en Parque Norte. No solo ellos, también estarán Jorge Macri (primo) y el radical Martín Lousteau, que se enfrentarán para ver quién sera el único candidato a jefe de Gobierno de JxC en el bastión histórico del PRO. El objetivo es ofrecer, al final de la noche, una foto de unidad, pero la logística sobre la militancia y los dirigentes todavía no está cerrada. Una cosa es segura: cuando el recuento ofrezca un panorama claro, el perdedor tendrá que reconocer la victoria de su competidor y abandonar el bunker para que los festejos continúen sin él (o ella).
La rabia avanza
Pasaron dos años desde que Javier Milei decidió dar un salto a la política y sacó el 17 por ciento de los votos en CABA, reconfigurando así el mapa político y llevando lo que normalmente era una elección polarizada en una disputa de a tercios. Los sondeos que circulan en las filas de UxP y JxC coinciden en darle al economista de ultraderecha entre 15 y 20 puntos: un escenario que el encadenamiento de tragedias de las últimas horas no han hecho sino potenciar. En La Libertad Avanza no lo dicen abiertamente, pero predomina la lectura de que el clima de hastío y rabia podría fácilmente ser capitalizado por Milei. No por nada el libertario y su candidata a vice, Victoria Villarruel, fueron las figuras más hiperactivas en redes sociales frente a la muerte de Morena y Molares, con un violento discurso reivindicativo de la represión.
En este contexto, Milei buscará erigirse como la tercera fuerza nacional y como uno de los candidatos más votados. El sueño es cosechar los suficientes votos de cara a octubre para llegar a un ballotage o, al menos, sumar un buen número de bancas en el Congreso, de modo tal de volverse un actor de peso para los próximos cuatro años de gobierno. En JxC especulan con que Milei podría tener más de 15 diputades a partir del año que viene. Con estas expectativas en mente, el libertario acusado de compraventa de cargos esperará los resultados en un bunker ubicado en el Hotel Libertador, a pocas calles de Plaza San Martín. Estarán presentes también su precandidato a jefe de Gobierno, Ramiro Marra, y su precandidata a gobernadora bonaerense, Carolina Píparo, así como un grupo de militantes que fantasean con un batacazo libertario.
El resto de las boletas
Este domingo, cuando los votantes entren al cuarto oscuro tendrán delante de sí un total de 22 boletas presidenciales. UxP y JxC no serán las únicas alianzas que tendrán interna, sino que el Frente de Izquierda y de los Trabajadores también ofrecerá dos listas: Myriam Bregman-Nicolás del Caño y Gabriel Solano-Vilma Ripoll. Otros precandidatos de izquierda que se presentan son Manuela Castañeira (Nuevo MAS) y Marcelo Ramal (Política Obrera). Todas las listas deberán superar el piso de 1,5 por ciento de los votos para llegar a las generales.
También buscarán el pase a octubre el cordobés Juan Schiaretti, que lleva como precandidato a vice a Florencio Randazzo, en la lista "Hacemos por nuestro país"; Jesús Escobar, por Libres del Sur; Guillermo Moreno, del Frente Principios y Valores; Raúl Castells, del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados y el neonazi, César Biondini; entre otros.
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