Después de 80 días ya hubo funcionarios que amenazaron con renunciar, otros que hacen público su disconformismo y varias internas desatadas. Carlos Arroyo debe lidiar con esto, y el desgaste propio de la gestión.
Carlos Fernando Arroyo nombró 91 funcionarios en poco más de 80 días de gestión que lleva al frente de la Municipalidad de General Pueyrredon. La mayor parte de las críticas, los cuestionamientos y los berrinches de cada uno de ellos (al menos de los que tienen exposición pública) estuvieron apuntados a Gustavo Pulti. Sin embargo, el “argumento Pulti” comienza a desgastarse y son varios los colaboradores del intendente que hacen notar su disgusto por cómo marcha la gestión.
La responsabilidad de conducir el barco, obviamente, es de Arroyo: es eldueño de los votos, seleccionó el equipo y es el jefe político de Mar del Plata. No obstante, muchos miran de reojo al secretario de Hacienda José Reinaldo Cano. El exconcejal es, en definitiva, el que maneja la plata.
“Nosotros vemos el tema con preocupación. Acá vienen los funcionarios y dicen que no tienen plata para hacer cosas. Pero tampoco se animan a decirlo concretamente y pedirnos ayuda para que el Concejo se ponga al frente del reclamo para pedir más fondos”, confía un concejal opositor.
A esta altura, aventuran los conocedores del mundo arroyista, Cano ya amenazó más de una docena de veces con presentar la renuncia. “Es unrenunciador serial”, lo definen. Desde que asumió como secretario de Hacienda todos sabían que su meta no era completar los cuatro años de gestión, ni siquiera acercarse. “Ordena los números y se va”, repetían distintos funcionarios arroyistas. Sin embargo, por estas horas a ese rumor con mucho de realidad se le puso una fecha por primera vez: 31 de marzo.
Ese día, aventuran distintas fuentes, Cano abandonará el Ejecutivo y volverá a ocupar una banca en el Concejo Deliberante hasta cumplir su mandato en 2017 y jubilarse.
Mientras eso ocurre el gabinete de Arroyo comienza a exhibir su molestia. El martes por la noche corrían fuertes rumores de renuncia por parte deEduardo Abud al Enosur. Fuentes del Ejecutivo descartaron esa posibilidad en diálogo con 0223, pero sí admitieron el enojo del exconcejal del radicalismo, quien le reclamaría a Arroyo más apoyo para llevar adelante políticas públicas en el ente.
También hubo ejemplos públicos de un descontento solapado. Días atrás, en declaraciones a este medio, el jefe de la Policía Local Fernando Telpukdijo que trabajaba cómodo con Arroyo, pero advirtió que necesitaba más recursos. Hace algunas horas, Héctor “Toty” Flores declaró que no contratarían cooperativas hasta tanto no haya fondos.
La decisión de Arroyo de “importar” a “Toty” Flores de La Matanza para ocupar un puesto clave en Mar del Plata siempre despertó resquemores. Y estos 80 días le dan la razón a sus detractores: hasta el día de hoy el exprecandidato a vicepresidente no tiene un rol definido. Arroyo lo trajo para encabezar una secretaría de microemprendimientos y economía social, pero hoy por hoy está a cargo de Producción. Como él mismo dijo, no tiene fondos para la economía social y como muestran los hechos no tiene lugar para sentarse en la mesa donde se discuten los proyectos productivos. Por caso, su nombre no aparece en las reuniones con los referentes de Cencosud o los desarrolladores que levantarán torres donde antes latía el Superdomo. “Nadie sabe qué hace”, resumen.
Ana María Crovetto también está en la mira. Desembarcó en la Secretaría de Educación por decisión pura y exclusiva del intendente. Ese lugar estaba reservado para el actual titular de Cultura, Sebastián Puglisi. Sin embargo, Arroyo pegó un volantazo y nombró a su amiga, exjefa distrital de General Alvarado.
Las apariciones públicas de Crovetto no la dejaron bien parada ante la opinión pública. Y tampoco ante sus compañeros de gabinete. Sus exposiciones en el Concejo Deliberante desataron una andanada de críticas de los ediles opositores. Pero también hubo oficialistas que se sorprendieron por el bajo nivel de planificación de la responsable educativa.
Si bien la última palabra en cada nombramiento siempre la tuvo Arroyo, estos dos casos son personas que él eligió, sin recomendación alguna, e incluso ante algunas críticas del entorno. Hay una tercera que reúne estas características: Miguel Guzmán. El propio jefe comunal remarcó que era “como un hijo para él”. Ese “hijo” se llevó una camioneta del Emvial para uso personal, la volcó y mintió acerca de lo que ocurrió. Arroyo no tuvo más remedio que echarlo y aguardar que las consecuencias políticas no salpiquen demasiado.
Además de Cano, hoy asoman otros tres nombres fuertes dentro del gabinete: Alejandro Vicente, Vilma Baragiola y Emiliano Giri.
El secretario de Gobierno es el más expuesto de los tres, y es lógico por el cargo que ostenta. Es quien debe poner la cara ante cada conflicto y el primero en dar explicaciones cuando se desata una polémica.
Baragiola y Giri se mantienen un tanto más aislados de la locura diaria que implica la gestión. Y, por el peso específico de sus nombres, también tienen sus internas, que arrastran de la época en que formaban parte de proyectos rivales. Por ahora, es una disputa sorda. Pero a medida que corran los meses, seguramente, se profundizará.
Además de lidiar con la crisis económica, los problemas de gestión y su enfrentamiento con Aldrey Iglesias, Arroyo debe comenzar a exhibir su rol de líder político. Marcarle la cancha a su equipo y limitar las internas es una exigencia más del cargo, al menos, si quiere sobrevivir a las miserias de la política.
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