Presiones cruzadas entre el Gobierno y las principales compañías del país. Se define un nuevo programa de precios, pero las empresas ponen condiciones.
Amedida que se acerca el fin de año, crece la presión cruzada entre el Gobierno y las empresas líderes, aquéllas que tienen responsabilidad en la formación de precios; sobre todo en el sensible mercado de los alimentos.
En las próximas jornadas, esa tensión irá en ascenso. Habrá presiones cruzadas. Los intereses, claro, son bien distintos.
Por un lado, un Gobierno que necesita imperiosamente llegar a fin de año asegurando la paz social, y a sabiendas de que gran parte de esa cuestión tiene que ver con la posibilidad cierta de desacelerar la inflación y con la caja del Estado. No solamente la caja de los pesos -que pueda abrirse para enfriar la protesta social-, sino también la disponibilidad de dólares.
Más demanda de dólares
En las próximas semanas, la presión por los dólares podría ir en aumento. Hay varios frentes abiertos, algo usual para una economía que viene aplicando parche sobre parche para cuidar las reservas del Banco Central.
La "novedad" tiene que ver con las divisas que grandes empresas importadoras deben pagar por compras que hicieron hace algunos meses, y que el Banco Central había obligado a refinanciar. En total, son más de u$s9.000 millones que empiezan a vencer este mismo mes.
De acuerdo a estimaciones del sector privado, son entre u$s1.500 y u$s2.000 millones mensuales que el Banco Central tendría que girarles a las compañías. ¿Qué hará Miguel Angel Pesce? ¿Le alcanzan los dólares para transferir a esas empresas?
Las empresas demandan dólares para adquirir insumos importados.Precios y salarios en la mira
El último viernes a primera hora de la mañana, desde la oficina de Matías Tombolini salió la orden para multar a empresas líderes de la alimentación y de limpieza y a un supermercado por supuesto incumplimiento del programa de Precios Cuidados. El castigo fue nada menos que por $18 millones.
La lista incluye a Arcor ($8,5 millones); Clorox (Ayudín, $4 millones), La Serenísima ($4 millones) y Coto ($1,5 millones).
Fue la segunda ola de multas desde que comenzaron las negociaciones para armar una canasta de entre 1.500 y 2.000 productos con precios inamovibles hasta fin del verano.
El otro dato objetivo es que Tombolini responde directa y exclusivamente a Sergio Massa, su jefe, lo que da una idea de la prioridad que -ahora- el ministro le da a la contención de precios por la vía de la fuerza. Hasta el momento, el titular de Hacienda dejaba en manos del mercado y la mejora de las expectativas el enfriamiento de la inflación. Ya no.
La celosa custodia de los dólares
El viernes último se cortó una racha -de pocos días- en la cual el Banco Central dejó de perder reservas. El último día de la semana pasada, la mesa de la autoridad monetaria vendió u$s45 millones, con lo cual todo hace prever que -otra vez- el mercado le tomará el pulso a las reservas.
Se sabe que las reservas netas suman apenas u$s2.300 millones y no hay margen para retornar a un ritmo en donde al BCRA se le vayan dólares todos los días.
El Gobierno busca preservas las reservas que se ganaron con el dólar soja.
Lo sucedido la semana pasada fue una isla: el debut del nuevo sistema para las importaciones volvió a trabar las compras en el exterior. Esa dinámica volverá a la normalidad en las próximas jornadas.
Está claro que en este contexto, Massa extremará el cuidado de cada divisa. La gran pregunta refiere a los inevitables costos que terminará pagando la actividad económica.
Las cámaras empresarias ya advirtieron que el bloqueo de las importaciones redundará en más inflación y menor actividad.
La pregunta que empieza a circular por los círculos empresarios -sobre todo en Pymes industriales- es si el ajuste en la economía real obligará a reducir costos salariales. Si lo que viene -como consecuencia de una economía más fría- se parece más a los años recesivos, como en 2018 y 2019. ¿Habrá suspensiones y despidos, después de un par de años de recuperación tras el desplome del 2020 pandémico?
Por ahora, nadie quiere responder esa cuestión en voz alta. El Gobierno, mientras tanto, está muy atento a eventuales cambios en la dinámica del empleo.
Paritarias e internas que recrudecen
La negociación salarial en el gremio de los camioneros desató una nueva interna -también virulenta- en el seno del Gobierno.
La nueva ronda de paritarias abrió una nueva grieta dentro del Gobierno.
Fue después de que la ministra de Trabajo, la histórica dirigente peronista Kelly Olmos, considerara que si la pauta de los camioneros se incrementa 131% "va a afectar la dinámica inflacionaria" general.
Desde el kirchnerismo, rápidamente salieron al cruce. "Ni la derecha coloca a los salarios como motor de la inflación", le contestó la exdiputada Fernanda Vallejos.
Alberto Fernández laudó: "Estoy seguro de que van a encontrar un punto de conciliación entre los empresarios y trabajadores; eso es lo más importante", dijo.
De fondo, la pelea dentro de las filas del oficialismo tiene que ver con la caída real que, seguramente, tendrán los salarios este año. Salvo la "crema" de los asalariados, pocas franjas de trabajadores podrán ganarle a la inflación del 100%.
Los primeros indicios ya están a la vista. El consumo masivo (alimentos y productos de higiene y limpieza) en supermercados y autoservicios de barrio registró en septiembre su primera caída en 15 meses. Según la consultora Scentia, la merma fue de 0,8% el mes pasado contra septiembre de 2021.
¿Habrá bono?
En este contexto, Massa suspendió la idea de decretar que las empresas entreguen a sus trabajadores un bono que sirva para compensar en parte la pérdida "real" en el bolsillo. El ministro quiere esperar a que -como le pidió la CGT- cierren las paritarias. Luego se verá.
Mientras tanto, la inflación no se detiene. El monitoreo diario que hace el Banco Central detectó que en estas tres primeras semanas del mes, el índice inflacionario se mantiene por encima del 6%.
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