Halcones y palomas coinciden en que dividir el voto amarillo es riesgoso, beneficia al liberalismo y la UCR, pero nadie quiere darse el baño de humildad.
Por Pablo Lapuente
Hasta hace unos pocos meses, los principales líderes del PRO promovían las internas en el partido y la ratificaban como una herramienta necesaria para ampliar sus márgenes de influencia política y persuadir nuevos electorados. Con encuestas en mano, una pelea interna a cielo abierto que amenaza con generar un desgaste extra, la ultraderecha creciendo y el radicalismo al acecho, esa mirada comenzó a cambiar en buena parte de la dirigencia amarilla: teme que sus dos principales candidatos a la gobernación de Buenos Aires, Diego Santilli y Cristian Ritondo, queden relegados al tercer y cuarto lugar en las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) y que después sea demasiado difícil remontar la cuesta. Los halcones de Patricia Bullrich y las palomas de Horacio Rodríguez Larreta coinciden en algo, en que la convergencia en un candidato de unidad les evita ese eventual problema. En lo que no coinciden es en quién debe ceder en sus ambiciones.
Santilli está entusiasmado por los números que le devuelven las encuestas, aunque todavía lo muestran por debajo del peronismo, y el respaldo que le brinda Larreta; Ritondo está motivado por el avance de un acuerdo electoral con Patricia Bullrich, quien promete empujar hacia arriba a todos los dirigentes que apuesten por ella.
En el PRO admiten que, si ambas cosas suceden al mismo tiempo, podrían quedar demasiado relegados en las primarias, por detrás del oficialismo representado por el gobernador Axel Kicillof y del ultraliberalismo, que tiene en Javier Milei a su principal figura. Si bien el economista de pelos revueltos todavía no encumbró un postulante a nivel bonaerense, por su instalación política también podría levantar el perfil bonaerense de algún tapado de la política, que ponga en apuros al partido fundado por Mauricio Macri. ¿Carolina Piparo? ¿Guillermo Castello?
En esa lógica se inscriben los esfuerzos del jefe de gobierno porteño por cerrar un acuerdo con José Luis Espert, el rostro libertario mejor instalado en el territorio del 38 por ciento del padrón electoral.
El radicalismo tiene al diputado Maximiliano Abad lanzado a la carrera por la gobernación. En el PRO no temen su postulación, pero saben que tendrá su buen caudal de votos, sobre todo en el interior. Demasiada dispersión de votos, todo juega para el oficialismo en las primarias.
En algunos municipios amarillos que trabajan por las candidaturas de Larreta y de Santilli se muestran incómodos al intentar explicar esta realidad del territorio a la cúpula nacional. “Si vamos con dos boletas en las primarias, va a ser muy difícil pedir el voto en las generales, y si perdemos en la provincia es muy difícil ganar en la nación. Es una estupidez pensar que esta elección es igual a la de 2021, en la que sí funcionó la interna porque se trataba de una elección legislativa”, comentó a este medio un hombre de peso en el armado larretista de la provincia de Buenos Aires.
De ahí que pidan una mesa de diálogo entre Santilli y Ritondo o que, incluso, se muestren permeables junto a otros referentes del PRO a buscar una tercera salida de consenso, si es que eso garantiza un sólo candidato del PRO.
En la mesa chica del exministro de Justicia y Seguridad porteño admiten que quieren a Ritondo dentro del esquema larretista y que se incomodan con su buena sintonía con Bullrich, pero hasta el momento no hubo ofrecimientos de ningún tipo para cerrar un acuerdo. Esto es así porque quizá perciben que el exministro de Seguridad bonaerense está esperando que María Eugenia Vidal se baje de su candidatura presidencial hacia fines de este mes, para quedar habilitado a ir como candidato a gobernador de Bullrich.
Comentá la nota