El intendente buscó no dejar heridos en la última tanda de designaciones para el gabinete. En un contexto político nacional y provincial que puede generarle turbulencias, la intención es abroquelar el frente interno.
–Acabamos de conseguir 258 millones de pesos para el sistema educativo de Mar del Plata.
La frase está en un audio de whatsapp que Guillermo Montenegro guarda como un tesoro y solo hizo escuchar a sus más íntimos. No solo por el contenido, que de por sí es importante, sino por el emisor: María Eugenia Vidal.
El mensaje data de la semana previa a que el intendente asumiera. Y fue fundamental para que, en su discurso inaugural ante el Concejo Deliberante, pudiera dar la fecha concreta del 1 de enero para empezar a cumplir una de sus promesas de campaña: la devolución de la bonificación docente.
Las gestiones para conseguir los fondos habían comenzado un mes antes y también existe un registro en el teléfono del nuevo mandatario local: allí figuran los contactos permanentes que mantuvo con Hernán Lacunza, el último ministro de Hacienda de Mauricio Macri, y Alejandro Finocchiaro, el de Educación, los dos con pasado en la administración bonaerense.
La intervención de Vidal en esa gestión por la deuda educativa fue revelada por Montenegro a LA CAPITAL la semana pasada, antes del cambio de mando en los gobiernos municipal, provincial y nacional. Un gesto que enseña sobre todo en qué parte del nuevo mapa político está parado el nuevo intendente: la ex gobernadora es y seguirá siendo su referencia política.
Conviene apreciar las diferencias. En su primera conferencia de prensa como intendente, a Montenegro le preguntaron por las duras críticas que el presidente Alberto Fernández había lanzado minutos antes contra el gobierno de Macri. No hubo un atisbo de defensa. Tres días después, tras una cita con el obispo Gabriel Mestre en la que la estrella fue un budín de limón, lo consultaron sobre los cuestionamientos de Axel Kicillof al gobierno de Vidal. Entonces marcó su disidencia: el punto de partida del gobernador, dijo, no puede compararse con el de 2015.
Esa discrepancia constituiría el prólogo de las diferencias que podría mantener con Fernanda Raverta, flamante ministra de Kicillof. Por el momento es todo amor y paz: ayer caminaron juntos por el Parque Industrial. Montenegro insiste en que no hay margen para discutir herencias. Ni siquiera la de Arroyo. Ya dijo que no hay que esperar un informe público sobre las auditorías de corte. Tampoco volvió a arremeter contra los últimos nombramientos de la gestión anterior, que investiga de Fiscalía de Delitos Económicos. Hay una decisión de mirar para adelante y no para atrás.
Por lo pronto, la gestión está dando sus primeros pasos y necesita afianzarse. Montenegro abroqueló el frente interno para garantizarse gobernabilidad: ningún sector de Juntos por el Cambio quedó afuera del armado de gabinete. El reparto de los entes y de Obras Sanitarias confirmó esa intención. La decisión más gráfica fue la de proponer para el Emtur a Federico Scremin, un dirigente de Crear, el sector que salió derrotado en la puja por la presidencia del Concejo.
Montenegro tuvo que llamarse a silencio en esa disputa para lograr una solución armónica. No le respondió públicamente a Joaquín de la Torre, que había intervenido en forma abrupta a favor de Alejandro Carrancio, a pesar de que dirigentes que lo frecuentaron en los días posteriores a la irrupción del entonces ministro bonaerense dieron cuenta de su fastidio. A decir verdad, Montenegro no era el único que podía perder un legislador si la relación con Crear se rompía: el senador Lucas Fiorini llegó a amenazar con partir el bloque en la provincia.
Como ocurre después de cada pelea, la confianza no queda intacta y demandará tiempo reconstruirla. Oportunidades no faltarán. Carrancio presidirá una de las bancadas del interbloque oficialista. Otra quedó para Vilma Baragiola. La relación de la radical con el intendente también podría ser mejor de lo que es si no se hubiera ausentado tras las PASO. Pero a pesar de todo aceptó el convite de la primera reunión de gabinete: se ubicó justo enfrente del intendente, como si nunca se hubieran alejado. Más allá de la foto, es otra relación que necesitará tiempo para recomponerse.
El nombre de Mariano Bowden para presidir el Emvial también despertó la atención porque Montenegro había dicho que no tendría en cuenta a funcionarios de la gestión anterior. Hombre de Emiliano Giri, Bowden es desde hace cuatro años el vicepresidente de ese ente encargado de arreglar las calles, que Arroyo utilizó más que a ningún otro para mostrar obras en campaña.
Más esperable era la designación de Carlos Katz en Obras Sanitarias, que terminó de exhibir una sociedad con Daniel Katz, el único ex intendente que asistió a la asunción de Montenegro. Jorge González, el secretario de Obras, es otra pieza clave en ese vínculo.
La necesidad de hacer equilibrio también llevó a Montenegro a dejar las cuentas en orden con Juan Aicega. Del núcleo del diputado nacional que se alista en las huestes de Emilio Monzó proviene el próximo presidente del Emsur, Sebastián D’Andrea. Lo mismo que la elegida para un cargo clave en el Concejo: la secretaría, que quedó en manos de Natalia Poleggio.
La importancia que Montenegro le asigna al Concejo se reflejó en la primera reunión de gabinete. Convocó a los jefes de los bloques oficialistas y también al presidente del cuerpo, Ariel Martínez Bordaisco. Allí el gobierno transmitió la necesidad de tener aprobados cuanto antes los pliegos de los funcionarios propuestos para los entes y OSSE. Mencionó la intención de que el Concejo emitiese decretos ad referéndum; es decir, que activara los nombramientos antes de que sesionara el cuerpo. Las autoridades legislativas propusieron una alternativa: reunir al Concejo antes de lo previsto para que no hicieran falta esos decretos de apuro. Es lo que sucederá: la sesión será el martes y no el jueves. “Antes estas cosas ni se podían conversar”, reconocieron en el Concejo como un signo de los nuevos tiempos.
En el orden del día probablemente ingrese otra prórroga para presentar el presupuesto 2020. El plazo de la que pidió Arroyo vence el 20 de diciembre. El tema se charló en la reunión de gabinete. Los secretarios quedaron en revisar el proyecto para hacerle correcciones. Los concejales tienen otra tarea: conformar las comisiones internas para que no haya dilaciones cuando el cálculo de gastos y recursos sea enviado por el Ejecutivo. Saben que no hay margen para las demoras de meses que solían producirse durante el gobierno de Arroyo.
Por el momento el diálogo fluye. Incluso la oposición estaría dispuesta a no poner trabas en el primer tramo de la gestión. La única disidencia sustancial que se atisba en el horizonte alude a otro asunto: la concesión de la Plaza del Agua. El Frente de Todos se paró enfrente del proyecto y anunció su decisión de detenerlo. Montenegro habló de la necesidad de que convivan las propuestas privadas con el acceso al espacio público. Ya se intuye el desacuerdo.
Comentá la nota