Un Tomba inofensivo no encontró los caminos para vulnerar al necesitado River. El equipo de Oldrá sumó la segunda derrota al hilo.
Con urgencias. Sin margen para el error. Uno -Godoy Cruz- porque venía vapuleado por Lanús, el otro -River Plate- golpeado por su empate ante Juan Aurich en la Copa Libertadores.
Frente a este panorama donde estaba prohibido dar un mal paso, se sabía que el Millonario se iba a jugar mucho en su condición de equipo grande, por eso el Tomba intentó trabajar el partido, pero cayó por la mínima diferencia gracias a un acierto de Teo Gutiérrez.
La paciencia era una carta a favor que podía tener el Bodeguero, aunque le duró sólo hasta que el colombiano acertó todo lo que no pudo en la semana.
En el arranque el local impuso sus condiciones y Godoy Cruz las aceptó, ya que le cedió terreno y balón. Si bien el dueño de casa dominó, no inquietaba tanto a Moyano quien apareció cuando la situación lo ameritaba.
Es que tanto fue River por las bandas que un centro le cayó a Gutiérrez dentro del área y le cometieron penal. Bien hacia su izquierda voló el pibe para sacar el tiro a Teo, que seguía sin dar pie con bola.
Eso podría haber agrandado a Godoy Cruz, pero no. El juego del Expreso siguió siendo tan tibio como en el arranque y permitió al equipo de Gallardo recuperarse del golpe de desperdiciar un penal. Tanto lo perdonó, que Teo Gutiérrez aprovechó una buena contra para abrir el marcador.
Godoy Cruz estaba absorbido por River, los carrileros no lastimaban, los delanteros nunca se asociaron con los volantes y eso permitió a Ponzio crecer en la mitad de la cancha, hacerse patrón y hacer jugar a todo el equipo. Sólo un par de “chiches” de Ayoví o un tiro de esquina de Fernández fue el saldo que dejó el primer tiempo para el Expreso. Poco, muy poco para revertir la historia.
En el segundo tiempo el Tomba mejoró, pero seguía lejos del arco de Chiarini, no inquietaba, no era punzante. Encima Leandro Fernández se hizo expulsar de una forma infantil y así hipotecó las esperanzas de llegar a la igualdad.
En el final el fantasma de Juan Aurich fue más rival para River que el propio Tomba. Es que cualquier jugada cercana al aire ponía nervioso a todo el Monumental, pero no fue más que eso.
Ahora el Bodeguero debe pensar en Independiente y en tratar de volver a ser ese equipo irrespetuoso y que aprovecha las oportunidades, no como anoche.
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