La diputada nacional, que se mueve con cierta autonomía en el PJ provincial, consideró que la irrupción de la expresidenta como posible titular del partido a nivel nacional implica la “pérdida de una oportunidad” para debatir otros liderazgos y otras agendas en el Justicialismo.
Por Bettina Marengo
Martín Llaryora tenía su agenda para el martes. Era el día para anunciar el boleto metropolitano subsidiado por la provincia al 50 por ciento, con expectativas de que se convirtiera en noticia nacional. Había pasado largo el mediodía, Cristina ya estaba lanzada para presidir el PJ nacional, y el gobernador tenía que recibir por la noche a Guillermo Francos, el jefe de gabinete de Javier Milei, que vino para el evento de la Unión Industrial de Córdoba. Ningún llaryorista había dicho todavía una palabra en público sobre la decisión de la expresidenta de tomar la posta en el partido de Perón, cuando hasta el momento el único en carrera era el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela.
“Te diría que no”, respondió un paladar negro del entorno del gobernador ante la consulta sobre si el sanfrancisqueño o alguno suyo iba a decir algo al respecto. El schiarettismo ya lo había hecho, dura y profusamente. Una hora después, las cuentas de los funcionarios de Llaryora coordinaban el operativo tire y despegue contra CFK.
La decisión de la también ex vicepresidente motivó al peronismo cordobés, que puso en funcionamiento la vieja herramienta del anti kirchnerismo para despegarse de la figura más repelida por el electorado local, la expresidenta, y para no dejar lugar a púas del adversario interno, Luis Juez.
Se entiende que CFK va a tener que tratar de contener peronistas más allá de La Cámpora, su hijo Máximo Kirchner y los intendentes y dirigentes de la provincia de Buenos Aires, y el cordobesismo salió a decir “por acá ni se te ocurra”, un riesgo muy bajo porque el oficialismo es y ha sido implacable con aquellos que se han movido de la línea anti K.
Por eso, fuera de Córdoba, algunos peronistas miraban a Natalia de la Sota, la diputada nacional crítica a Milei y con voto autónomo, que apoyó a Sergio Massa en su candidatura presidencial y cuyo padre, el fallecido gobernador, llegó a conversar con Máximo Kirchner en la lejanísima previa del Frente de Todos.
Mucho menos beligerante que la media cordobesista, la diputada nacional hizo medios locales y nacionales para fijar postura y mandar una señal a los que están armando los brazos provinciales de la reestructuración peronista. “La expresidenta y los gobernadores, todos tienen derecho a querer ocupar ese lugar y a tener la intención de hacerlo. Pienso, sí, que nos hemos perdido una oportunidad importante de discutir qué queremos del PJ, a quién va a representar el Partido Justicialista, hemos perdido la oportunidad que sea esta una discusión federal de verdad y con el tiempo que hace falta. Esto tiene que ver más con una situación particular, con la interna en la provincia de Buenos Aires”, lanzó pero sin hacer eje en el consolidado rechazo del cordobés a CFK ni mencionar especialmente los perjuicios a Córdoba que le achaca la conducción del PJ provincial.
Seguramente Wado de Pedro, uno de los dirigentes del círculo de Cristina Kirchner que dialoga con el peronismo no K, tomó nota de los dichos de la legisladora nacional. Para ella, el affaire Cristina es “un tema de Buenos Aires, no del interior, y deja afuera al interior” y no deja de ser un dato que, cuando la periodista Romina Manguel, de Radio con Vos, se refirió a la falta de liderazgos fuertes en el PJ del interior para contrapesar la iniciativa de CFK, ambas coincidieron en mencionar a Carlos Menem, De la Sota y Néstor Kirchner, sin ubicar al cordobés Schiaretti como parte de un lote con fuerza.
“Era el momento de repensar el justicialismo, como modernizar nuestros principios básicos, cómo pensar otra vez quién va a ser nuestro sujeto político, a quién vamos a representar, cómo vamos a convencer a esa parte de la sociedad que no nos acompañó más. Había mucho para discutir y pensar”, sostuvo, en clave de oportunidad perdida la diputada, que quiere volver a ser candidata a la cámara baja el año que viene, en un lugar que le asegure retener la banca.
Con esa intención y con La Libertad Avanza, Juez, la UCR e incluso Hacemos Unidos por Córdoba, pujando más o menos todos por el mismo electorado anti K, el perfil de la diputada ofrece captar el voto peronista que tal vez no iría con una Myrian Prunotto o un Osvaldo Giordano, el schiarettista que fue titular de la Anses al inicio del gobierno de Milei y cuya pareja, la diputada Alejandra Torres, ayer se desmarcó de sus pares en la cámara baja y no fue a la sesión donde quedó firme el veto presidencial al financiamiento universitario. Ambos, la radical y el liberal, son mencionados para lugares expectables en la lista de diputados de Hacemos Unidos.
Desde el peronismo K, ese lugar lo quiere el legislador provincial Federico Alesandri, uno de los primeros que salió a apoyar a CFK y quien respondió a Alejandra Vigo con un tajante “no se meta en asuntos del peronismo”, cuando la senadora criticó duro a la “jefa”. Falta mucho. Hay quien observa que el peronismo nacional reacomodado puede ser un refugio para De la Sota en el caso de que el Panal, o el propio Schiaretti, no la suban a la lista 2025, lo que implicaría la improbable salida de la dirigente de la nave nodriza provincial.
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