En sólo dos meses la Argentina se encareció más de un 40% en dólares

En sólo dos meses la Argentina se encareció más de un 40% en dólares

Durante enero y febrero, el país experimentó un fuerte incremento de sus precios medidos en moneda dura. Sin embargo, los salarios no siguieron ese ritmo y la recesión se torna inevitable. Sin mercado interno y con precios crecientes en dólares, la competitividad comienza a deteriorarse.

 

Ivo Cortazzo

Los primeros dos meses de gobierno del presidente Javier Milei arrojaron una fuerte aceleración en la inflación, con un índice que alcanzó el 51,4% entre diciembre y enero, y un aumento del dólar libre —un promedio entre el MEP y el blue— del 8,6%. En este sentido, la economía argentina enfrenta un periodo de ajustes y desafíos significativos a los cuales se le suma el encarecimiento notable en moneda dura que está experimentando, principalmente en bienes de primera necesidad.

Si se hace una comparación entre los precios de bienes y servicios básicos como fideos, leche, transporte público, nafta, pantalón de jean y remera se advierte que los precios se acercan a los de otros países del mundo como España o Estados Unidos, con la diferencia de que la brecha entre el nivel de salario es muy amplia.

Los sitios web de supermercados en Argentina, Estados Unidos y España muestran que, en el caso del litro de leche, el valor para nuestra economía se sitúa en los US$0,71 mientras que en la economía norteamericana el precio es de US$0,88 y en España oscila los US$0,99. Este caso es bastante esclarecedor ya que, si bien, el producto en Argentina sigue estando por debajo del precio internacional medido en moneda dura, si se toma el precio de diciembre, se evidencia un incremento de casi el 60% en dólares.

Algo similar sucede con el paquete estándar de fideos secos: al día de hoy, su cotización interna alcanza los US$1,02 mientras que en diciembre rondaba los US$0,55. En este caso, si bien sigue estando por debajo del precio en los supermercados estadounidenses ya superó los US$0,78 mostrados en góndolas españolas.

El caso de la nafta es muy parecido ya que, si bien hubo un salto cercano al 100%, aún el litro está por debajo de Estados Unidos y España.

Por otro lado, algo que se encarga de recalcar el equipo económico del presidente cada vez que puede es lo atrasadas que se encuentran las tarifas de los servicios públicos tales como luz, gas y transporte. Si bien se encuentra programado un aumento del 150% en luz y gas para los próximos meses, estas tarifas seguirán estando por debajo de los estándares internacionales. Lo mismo sucede con el transporte público —en este caso colectivo— que en nuestro país se paga un boleto de US$0,28, mientras que en Estados Unidos el precio alcanza los US$2,75 y en España los US$1,60.

Diferente es el caso de los bienes durables: por ejemplo, tomando como referencia una Jeep Cherokee nueva es posible ver que el precio de venta en Argentina alcanza los US$155.000 cuando en Estados Unidos se sitúa en el orden de los US$66.000 y en España alrededor de US$90.000. En otro orden de magnitud, pero similar relación se sitúan los precios de los teléfonos celulares.

Aunque Argentina no se encuentre cara en dólares, es evidente su encarecimiento durante los últimos dos meses. Sin embargo, no todos los precios experimentaron incrementos acercándose a los estándares internacionales. Uno de los precios más importantes de la economía experimentó un incremento de tan solo el 15,3% —en pesos— entre diciembre y febrero. El precio en cuestión es el precio del trabajo: el salario.

En términos referenciales, el Salario Mínimo Vital y Móvil se situaba en $156.000 durante diciembre de 2023 y en febrero de este año alcanzó los $180.000, lo cual arroja un valor de US$ 168. Muy diferentes son los casos de Estados Unidos y España, países en los cuales el Salario Mínimo ronda los US$ 1.300.

Si bien el Salario Mínimo Vital y Móvil sirve, principalmente, como una referencia para la política de asistencia social, Argentina cuenta con el sueldo mínimo más bajo de la región medido en dólares después de Venezuela.

A esto se le suma el hecho de que, en nuestro país, el trabajo no registrado —en términos relativos— crece a pasos agigantados lo cual genera una desprotección cada vez mayor dentro de este sector.

La consecuencia directa es la estrepitosa caída del consumo evidenciada durante los primeros meses del año. Según CAME, en enero, la caída interanual de las ventas en el comercio minorista PyME fue de 28,5%.

¿Es un problema de precios o es un problema de ingresos?

Fernando Morra, director de Análisis Macroeconómico en Suramericana Visión explicó que “durante los últimos años, con una brecha tan alta, el tipo de cambio real —tomando el financiero— hacía a Argentina muy barata. Con la compresión de la brecha, te estas yendo a un valor de bienes y servicios más parecido a precios internacionales”.

“El problema es que, con el salto cambiario, te quedaron salarios promedio de US$ 500. No es que los bienes y servicios estén caros y no te hagan competitivos internacionalmente, es que los ingresos están destruidos y ahí radica el problema principal porque Argentina no es un país de US$ 500 al mes de ingresos. Normalmente oscila entre los US$ 10.000 y US$ 12.000 anuales per cápita. No es que los precios estén altos en dólares, sino que los salarios están muy bajos”, agregó.

De cara al futuro cercano, el economista vaticinó que “el problema es que, cuando se muevan los salarios —sin aumento de productividad—, si los empresarios suben los precios para mantener margen, la consecuencia directa ahí sí se va a generar un gran encarecimiento en dólares”.

La pregunta sobre si es apropiado comparar los precios locales con los internacionales para determinar si están “atrasados” o no, lleva a un debate más profundo sobre las bases de dicha comparación. Argumentar que los precios locales deben alcanzar a los internacionales sin considerar factores como la productividad interna y los costos de producción locales podría llevar a conclusiones erróneas sobre la economía. En cambio, una evaluación que considere la productividad y los costos internos proporcionaría una perspectiva más equilibrada sobre si los precios están realmente “altos” o “bajos”.

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