Un cortocircuito con los dirigentes derivó en el portazo de Mostaza tras la derrota con San Lorenzo; Omar De Felippe, Jorge Burruchaga y Gabriel Batistuta aparecen como posibles sustitutos
No es una cuestión de torneos cortos ni de torneos largos. Cuando las diferencias que se pretenden ocultar saltan a la luz, no existe proyecto que resista ni que pueda desarrollarse. Si el campeonato de 30 equipos resulta una extravagancia en el fútbol mundial, que un director técnico dirija apenas la primera fecha supera cualquier rareza. La derrota con San Lorenzo provocó el estallido de una situación que no era nueva enColón , pero que tampoco se enfrentó con determinación. Mirar al costado, esperar que se produzca un milagro, nunca es la solución. El día después de perder en el Bajo Flores,Mostaza Merlo fue despedido, entre declaraciones inflamables y decisiones que llegaron a destiempo. Otra vez, el entrenador se ve envuelto en una salida desprolija, en la que la desconfianza y los fantasmas que lo persiguen desde hace casi 10 años, luego de la intempestiva y traumática partida de River, quedan al descubierto.
Cinco partidos con resultados disímiles y una propuesta futbolística que no convenció ni aun con el ascenso, una realidad inocultable. La vuelta a la elite no apagó las diferencias, tampoco aquel 3-0 sobre Boca Unidos que posibilitó el resurgimiento de los sabaleros, golpeados en los últimos tiempos entre el desorden institucional y los altibajos deportivos. Las malas decisiones, los errores de planificación, minaron la paciencia de todos.
Mientras los dirigentes se lamentaban por no haber resuelto con rapidez un cambio de rumbo, tras la vuelta a primera, Mostaza hizo pública, durante la pretemporada, su preocupación por la demora en la llegada de los refuerzos. El recelo crecía de uno y de otro lado. Ese equilibrio ficticio tuvo su previsible desenlace el sábado pasado. Mientras David Ramírez se quejó del planteo táctico, Merlo se marchó en remise, con gestos de preocupación, intuyendo un final de ciclo.
"Jugamos un partido lamentable, sobre todo en el segundo tiempo. Creo que si nos animábamos podríamos haber generado más peligro. Me duele decirlo, pero parecíamos entregados. Hay equipos que juegan 4-4-2 y lo hacen muy bien, tenemos que trabajar demasiado para revertir esto", se descargó el Mago Ramírez.
La relación entre los jugadores talentosos y Mostaza tiene antecedentes explosivos: en enero de 2006, tras un partido entre River y San Lorenzo, en Mar del Plata, Marcelo Gallardo le manifestó que la mayoría del grupo estaba en desacuerdo con el proyecto, lo que irritó al técnico, que renunció y le apuntó al Muñeco por tenderle una trampa. Tres años después, se repitió la escena; esta vez, en Central y tras la victoria 1-0 sobre San Martín, de Tucumán, Ezequiel González fustigó el planteo. La respuesta no fue inmediata, aunque a la semana Mostaza se marchó de Rosario envuelto en una polémica: después de reprocharle al volante sus palabras, lo tildó de "traidor".
Las últimas experiencias de Merlo tuvieron ciertas particularidades: en Aldosivi, de Mar del Plata, se marchó después del primer entrenamiento; un problema personal, de índole familiar, provocó la sorpresiva partida. Antes, y tras una muy buena tarea en Douglas, al que salvó de perder la categoría en la temporada 2012/13, dejó Pergamino en la 7ª fecha de la siguiente campaña.
Merlo se reunió ayer con el presidente Eduardo Vega y acordó su desvinculación, que según trascendió se pactó de común acuerdo, pero la intempestiva y traumática salida no resulta una maniobra atípica en los inicios de una campaña en Colón. Muchos recuerdan que la dupla Pizzi-Del Solar apenas dirigió tres partidos -tres derrotas- en 2005; Julio Toresani fue cesanteado, un año después, luego de cuatro caídas.
Para proyectar, los dirigentes del fútbol argentino tendrán que sincerarse. Corregir un error con otro no es la solución..
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