El fiscal de la Cámara del Crimen de Caleta Olivia Carlos Rearte pidió perpetua para Ismael Salas y Carlos Velázquez, y 7 años para Ricardo Alvarado. Las defensas de los acusados pidieron la absolución de los imputados de asesinar a Jonathan Gorosito, de 23 años, en julio de 2011 en la Comisaría Primera de Las Heras. El 29 de octubre se conocerá el fallo.
El juicio oral y público que se ventila en la Cámara del Crimen de Caleta Olivia contra los policías Ismael Salas, Carlos Velázquez y Ricardo Alvarado, acusados del delito de torturas seguidas de muerte en julio de 2011, del que resultó víctima Jonathan Gorosito, de 23 años, quien estaba detenido en una comisaría de Las Heras, se retomó el miércoles y la Fiscalía pidió perpetua para los dos primeros y 7 años para el restante. Todos se declararon inocentes.
Los jueces Cristina de Los Angeles Lembeye, Juan Pablo Olivera y Jorge Omar Alonso escucharon atentamente los alegatos planteados en primer lugar por el fiscal de Cámara, Carlos Rearte, quien sostuvo que de acuerdo a las pruebas y testimonios que se recabaron durante las audiencias quedó probado que Ismael Salas y Carlos Velázquez torturaron a Gorosito con golpes de puño, patadas y cachetadas.
El fiscal también consideró que Alvarado fue el encargado de coordinar el alojamiento y presenció las torturas, no disponiendo las medidas necesarias.
“Los hechos no fueron como dice la defensa; el suicidio no ha sido tal, sino que existieron acciones y elementos de prueba que indican lo contrario. Además, hay muchas contradicciones y reticencias en los testimonios de los hermanos Jonathan y Walter Rivero, como así también de los policías que presentaron ante nosotros un discurso uniforme por los hechos sucedidos”, indicó.
“Ha quedado desvirtuada la hipótesis de suicidio porque no existen suficientes elementos para probar eso y hay muchos otros que corroboran lo contrario. Uno de ellos fue la autopsia realizada por el médico César Covarrubias, quien dijo que no existían lesiones que sugieran muerte por ahorcamiento”, señaló.
Por otra parte, el fiscal consideró que existió “alteración de la escena del crimen, seguramente realizada por los imputados y convalidada por otras personas para ocultar y encubrir la acción de los tres policías”.
Por ello pidió que a Salas y Velázquez se les dicte la pena de prisión perpetua, en tanto que a Alvarado se lo condene a 7 años e inhabilitación para portar armas de todo tipo por omisión funcional.
Por la absolución
Por su parte el abogado defensor de Salas, Marcelo Palenque, pidió la absolución al considerar que “se trató de reducir a Gorosito por el estado violento que presentaba y en el momento en que fue alojado en el calabozo aún estaba con vida. El suicidio es algo incuestionable y no hubo modificación de la escena”.
Además, criticó los testimonios de los hermanos Rivero ya que “ellos sólo declararon por lo que escucharon o se imaginaron y el ruido de la tela desgarrándose puede haber sido producto del rompimiento de la remera cuando trataban de tranquilizarlo”, en clara alusión al reborde de la frazada encontrada en el lugar, que sería con la que se ahorcó.
También dijo que “existe un rumor de que a Walter y Jonathan se les ofrecieron beneficios judiciales por sus declaraciones”.
En tanto, la abogada Rosa Razuri, quien también solicitó la absolución de su defendido Velázquez, dijo que tanto él como Alvarado tras dejar a Gorosito en el calabozo continuaron con el patrullaje, “quedando el detenido a cargo del cabo de cuartos (Salas)”.
“Su accionar fue el de prestar colaboración para abrir la puerta del calabozo y seguir con el patrullaje” aseguró.
Asimismo, Razuri dijo que “la marca que tenía Gorosito en el cuello se corresponde con un golpe karateca y el último que lo vio con vida fue el policía Andrés Ramírez, quien practica artes marciales”.
Luego de un breve cuarto intermedio, el defensor de Alvarado, Carlos Muriete, brindó un extenso alegato a través del cual rechazó lo manifestado por la Fiscalía, pidió la absolución de su defendido y coincidió con Razuri al considerar que “se debe solicitar la nulidad y falso testimonio de lo declarado por los hermanos Rivero, a quienes supimos que se los iba a beneficiar judicialmente por lo que expusieran”.
“No existen certezas sobre lo que se le imputa a mi defendido. Además, la muerte de Gorosito se dio una hora después de la detención y el último que lo vio con vida fue Ramírez, quien al sentarse a declarar en una de las audiencias casi hizo una confesión, diciendo que cuando ingresó al calabozo Gorosito se le vino encima de manera agresiva y que tuvo que tranquilizarlo, aunque no dijo cómo, y sabemos que practica artes marciales, precisamente kung fu”, acotó.
Además, Ramírez “habría sido la persona a la cual el detenido le manifestó que se iba a matar. Tal vez el golpe mortal a Gorosito fue producido por Ramírez y no por los imputados”.
Ultimas palabras
Más tarde, los tres imputados hicieron uso de su derecho a decir las últimas palabras antes de que el tribunal dicte la sentencia. El primero en sentarse frente a los jueces fue Salas, quien manifestó: “Me declaro inocente. Vinimos acá para que se haga justicia y salgan a la luz los hechos que pasaron”.
A su turno, Alvarado dijo “quiero declararme inocente, al igual que mi compañero; concurrí al juicio porque sigo imputado. Confío en la Justicia y sé que se va a resolver de la manera más favorable para todos, porque queremos llegar a la verdad de los hechos, pero siempre sosteniendo mi inocencia”.
Finalmente, Velázquez dijo “me declaro inocente y estaba esperando este juicio para que se haga justicia. Creo en Dios y en la Justicia”.
El 29 de octubre el tribunal informará a las partes el fallo, se estima que será cerca del mediodía.
Testigos que complicaron a los policías
Walter Rivero, de 23 años, estuvo alojado en un calabozo contiguo al de Gorosito. Durante su declaración, que se realizó el jueves 24 de septiembre, se extendió por casi una hora y en la que previamente solicitó que no estuvieran presentes los acusados Ricardo Alvarado (oficial ayudante), Ismael Salas (agente) y Carlos Velázquez (cabo), dijo que “esa noche escuché que entraban a una persona a los golpes al calabozo donde estaba mi hermano, y escuchaba muchos quejidos”.
“Por eso pedí que lo sacaran de ahí (a su hermano Jonathan Rivero) porque pensé que le estaban pegando a él. Lo sacaron y lo metieron en el calabozo conmigo y mientras siguieron golpeando al otro (Gorosito) durante 10 o 15 minutos y después nos pidieron una frazada”, relató.
Además, reveló que los efectivos dijeron “vos vas a aprender a respetar a la Policía, y en ese momento escuché el ruido como de una tela cortándose y después a los policías que le seguían pegando, y al rato salieron del calabozo”.
Gorosito “tosía mucho como si se estuviese ahogando -continuó- y después de un rato largo no escuchamos más nada. Al rato escuchamos a uno de los policías que volvió y gritó ‘Velázquez, este se ahorcó’”.
“Salas le daba cachetazos”
Tras escuchar ese testimonio, fue llamado a declarar su hermano, Jonathan Rivero, de 25 años, quien compartió durante pocos minutos el calabozo con la víctima y aclaró que no tenía inconvenientes en que los policías acusados estuvieran presentes, por lo que se los invitó a reingresar a la sala.
El testigo dijo que no recordaba mucho lo que había ocurrido debido a la cantidad de tiempo que pasó desde el hecho (cuatro años), por lo que le resultó dificultoso precisar algunos detalles.
No supo decir si había 3 o 4 uniformados en el calabozo, aduciendo que estaba muy oscuro y sólo se veían siluetas, y que cuando le pidieron que saliera para alojarse en el aledaño, “agaché la cabeza y no miré a nadie”.
“Escuchaba desde el otro calabozo cuando se quejaba por los golpes y que hacía ruidos como cuando te aprietan la garganta y tosía mucho, pero me di vuelta y me dormí para no escucharlo más”, relató.
No obstante, se le leyeron algunos párrafos de su primera declaración judicial en la que había dicho que “Salas le daba cachetazos al chico (Gorosito)” y que otro al que no reconoció “le pegaba patadas”.
En ese punto, se le consultó si reconocía a Salas y al mirar a los acusados pudo identificarlo: “ese de buzo gris era el que estaba parado cuando el chico estaba inclinado para abajo como si lo estuvieran agarrando de atrás y vi una pelea, pero fue en ese momento cuando me sacaron del calabozo”.
“De ahí siguieron los golpes y estuvo más o menos media hora tosiendo y escupiendo, por lo que uno de los policías volvió y le preguntó qué le pasaba y (Gorosito) le dijo que tenía frío, entonces le dijo ‘dejate de joder porque podemos seguir hasta mañana’, pero nos pidió una frazada, se la dimos sin mirarlo y se fue”, dijo.
Indignado, Jonathan Rivero expresó que Gorosito “era una persona indefensa que estaba tirada en el piso mientras otro le pegaba patadas. Estaba entregado, quietito e indefenso”.
Finalmente, dijo que después de que encontraran muerta a la víctima los efectivos se recriminaban entre ellos: “viste que algo iba a pasar, el calabozo está malo” y que se “burlaban y reían como despreciando la vida del chico”.
Al ser consultado por los jueces sobre el porqué de la calificación del “calabozo está malo”, respondió que le habían dicho que allí se habían ahorcado varios detenidos, publicó el Diario El Patagónico.
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