El titular del Bapro es uno de los dos hombres del gobernador que se sientan a la mesa económica con Massa. Retrato de un todoterreno que trabajó con Todos.
Por José Maldonado
Cada vez que Sergio Massa convoca a la mesa ampliada de los equipos de Economía, Axel Kicillof llega al quinto piso del Yrigoyen y Balcarce acompañado de dos funcionarios, los únicos de su equipo que tienen acceso a ese espacio, donde se discuten los temas centrales de la agenda. Uno es Augusto Costa, el cerebro de la gestión económica del gobernador y acaso uno de sus hombres de mayor confianza. El otro es Juan Miguel Cuattromo.
De muy bajo perfil puertas afuera del Banco Provincia, que preside desde 2019, Cuattromo, de 39 años de edad, seguidor de Los Redondos y el Indio Solari y fanático de River, se posicionó en silencio como el referente financiero de los equipos de Kicillof, el que conoce a todos los que hay que conocer en el Central, los bancos privados y el Ministerio de Economía, en las empresas energéticas y hasta en las cátedras de finanzas de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Su función primaria en esa mesa -que también tiene a Cristian Girard, de ARBA, y a Pablo López, de Hacienda- es ser el nexo entre la mirada política de Kicillof y el mundo financiero, donde se mueve como un especialista. Cuattromo pregonó y pregona ahí la idea de que no hay otro camino que dar a los actores de la economía y las finanzas señales de alineamiento total en el Frente de Todos (FdT) a la gestión de Massa, de la que se siente un “colaborador”.
Como soldado de Kicillof, lidia en el Bapro con su propio frente interno, en ese intrincado mundo de un directorio integrado por representantes de todos los colores políticos, donde es visto con algo de recelo no solo por los opositores sino también por los de otras terminales del FdT.
Como buena parte de los equipos bonaerenses, Cuattromo entabló vínculo con el gobernador desde los claustros universitarios. Licenciado en Economía de la UBA, pasó por las mismas cátedras que su jefe, a quien llegó a través de Emanuel Álvarez Agis, quien los presentó por primera vez.
Cuando Kicillof desembarcó en el Ministerio de Economía, llevó a Cuattromo primero como director y luego como subsecretario de Programación Macroeconómica, un sillón de enorme peso en la toma de decisiones diarias de la gestión.
En 2015, Kicillof lo impulsó para ocupar una de las sillas en el directorio del Banco Central, donde representó la voz y la mirada de la entonces presidenta Cristina Fernández. En el Central estuvo poco. En 2016, cuando Adolfo Prat Gay asumió como presidente de la entidad tras el triunfo en las presidenciales de Mauricio Macri, un decreto lo dejó sin cargo.
Su paso por la gestión lo dejó involucrado en un expediente judicial que le trajo varios dolores de cabeza. Como CFK, Kicillof, Miguel Pesce y otros, fue procesado en la causa del “dólar futuro”, en la que fue sobreseído, aunque todavía falte la resolución final de la Corte Suprema a la apelación a ese fallo que presentó el procurador interino Eduardo Casal.
Con la llegada de su jefe político a la gobernación bonaerense, su designación en el Bapro fue un movimiento cantado. Por su perfil, Cuattromo era número puesto para ocupar el sillón de la presidencia, donde tiene como principal ladero y mano derecha al abogado Alejandro Formento, quien lo acompaña desde su paso por el Central.
A diferencias de la enorme mayoría de sus antecesores, Cuattromo viene del corazón del sistema financiero, que conoce a fondo. Antes de que Kicillof lo llevara a Economía, trabajó en consultoras financieras y en el Grupo Galicia. Ni Martín Losteau, por poner un ejemplo, tenía tanto recorrido por ese ecosistema.
En los despachos de los integrantes del directorio del banco, en el segundo piso del edificio porteño de Mitre y San Martín, lo miran con recelo político por su ADN kicillofista. Quizás por eso, desde su llegada, Cuattromo se volcó con fuerza a cultivar un vínculo con lo que en el banco se conoce como “la línea”, los gerentes y directores de carrera, que sobreviven al paso de las gestiones y que, por ejemplo, tenían muchos cortocircuitos con su antecesor, el vidalista Juan Curutchet.
“Es austero en lo personal y muy prolijo, pero para el Bicentenario organizó un festival en el Estadio Único con Auténticos Decadentes y Miranda y armó fiestas en todas las regionales para los empleados. Está muy volcado a esos gestos internos hacia la línea y los trabajadores”, dicen en los pasillos del banco. Tal vez haya ahí algo hasta del orden familiar. Su padre también trabajó en el Banco Provincia.
El caballito de batalla de la gestión en el banco es Cuenta DNI, la billetera digital que explotó en pandemia y hoy es número uno de todo el sistema bancario argentino. Tiene 5,8 millones de usuarios, 48 por ciento de los cuales son nuevos clientes. En algunos pueblos chiquitos de la provincia de Buenos Aires, el 90 por ciento de la población usa Cuenta DNI, dicen en el banco.
Desde el sillón de la presidencia, buscó recuperar el rol histórico del banco con los sectores productivos. Hoy, explican en la entidad, casi el 90 por ciento del financiamiento va destinado a las empresas. “Tres de cada cuatro créditos va para pymes”, dicen.
La coyuntura
Desde la llegada de Massa a Economía, Cuattromo fue sumado por Kicillof a la comitiva bonaerense que dialoga permanentemente con el ministro y sus equipos.
Su rol ahí se fortalece por conocer a casi todos los actores de esa mesa. Salvo con Gabriel Rubinstein, Cuattromo trabajó con todos. A Eduardo Setti, secretario de Finanzas, lo conoce de su paso conjunto por el Fondo de Garantía de Sustentabilidad. También conoce bien a Lisandro Cleri, vice del Central. Con el secretario de Hacienda, Raúl Rigo, tiene una relación de muchos años, lo mismo que con José Ignacio de Mendiguren.
“Aportamos nuestra mirada. Nuestro rol ahí es ayudar en todo lo que se pueda por haber tenido un paso por el ministerio y conocerlo desde adentro”, dicen en el axelismo sobre el papel que juegan en la mesa de consulta de Massa, a la que son convocados permanentemente. En rigor, Kicillof y sus colaboradores son allí una especie de polea de transmisión en cuestiones técnicas y de gestión entre la mirada de su jefa política, Cristina, y el propio Massa.
Hay temas en los que Cuattromo no interviene ni participa, como todo lo que tiene que ver con la discusión por los fondos para Buenos Aires, que forman parte de conversaciones mano a mano entre Massa y Kicillof. Para el resto de los temas, es fuente de consulta.
De movida, bancaron la llegada y el estilo de Massa, porque todos coincidían en que uno de los mayores problemas del último tramo de la gestión de Martín Guzmán y el breve paso de Silvina Batakis fue que el propio esquema de toma de decisiones en la conducción económica se había convertido en sí mismo en un factor de inestabilidad.
Algo de eso se empieza a ver, dicen, en la desaceleración inflacionaria. El gran desafío llegará en el verano, porque hay precios regulados que siguen aumentando y eso generará problemas. Pero, en el fondo, Cuattromo, como su jefe político, cree que en el programa de Massa hay un horizonte de recuperación posible de la economía. De ese escenario, en definitiva, dependerá su sobrevivencia política en las elecciones del año próximo
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