Socorros mutuos y desconfianzas del peronismo ante el primer triunfo de Javier Milei

Socorros mutuos y desconfianzas del peronismo ante el primer triunfo de Javier Milei

En el PJ no cayó bien la señal de Cristina Kirchner en favor de La Cámpora tras la votación del Senado. Diferencias internas y la vuelta de Sergio Massa.

Por Gabriela Pepe.

El acompañamiento de los senadores peronistas Edgardo Kueider y Carlos Camau Espínola a la ley ómnibus XXS le dejó a Cristina Fernández de Kirchner servida una conclusión: si las bancas hubieran estado ocupadas por integrantes de La Cámpora, Unión por la Patria (UP) habría volteado el proyecto medular del gobierno del presidente Javier Milei.

Eso expresó Cristina la mañana siguiente de la votación, cuando reposteó en Twitter la opinión de una militante de la agrupación que encabeza Máximo Kirchner. El mensaje cayó mal en el resto del peronismo, que lo leyó como un condicionamiento de cara al armado de listas 2025. “La traducción es que tienen que ser todos de La Cámpora para que no pase esto. Qué conveniente”, razonaron con ironía en las filas no camporistas.

Aunque hizo gala de la unidad del bloque en la votación del Senado y se anotó un triunfo reciente en Diputados con la articulación con otros sectores de la oposición por la movilidad jubilatoria, la puja interna entre las filas cristinistas y el resto de los sectores de UP está latente y abre un sinfín de especulaciones en torno a la consolidación y los alcances de la identidad opositora, frente a un gobierno que decidió hacer acuerdos a cara descubierta con “la casta política” con tal de anotarse un triunfo y encuentra pocos límites constitucionales en su accionar.

La unidad del peronismo como bandera

Cuidar la unidad de los bloques en el Congreso fue la orden más clara que bajaron tanto CFK como Sergio Massa a la dirigencia de UP. Aguantar, acordar, que la sociedad perciba en el peronismo la identidad opositora al gobierno de Milei, pidieron a diputados y senadores. En la práctica tienes sus matices.

La cristinista Juliana Di Tullio hizo una reivindicación expresa de la unidad durante su discurso de cierre en la sesión por la ley ómnibus. “Es bueno para la democracia mostrar una oposición clara, contundente”, dijo. Para entonces, ya se sabía que el texto saldría por el desempate de la vicepresidenta Victoria Villarruel porque los votos del recinto quedarían igualados por un juego de piezas de relojería prolijamente ensambladas que implicó el aporte del cuórum de quienes votaban en contra –como Martín Lousteau-, cambios llamativos de criterio –como el voto en favor de las facultades delegadas del radical Pablo Blanco- y la ausencia en la votación en particular de los santacruceños José Carambia y Natalia Gadano, que expresaron su rechazo en general.

A eso se sumaron votos de los peronistas Carolina Moisés (Jujuy), Guillermo Andrada (Catamarca) y Sandra Mendoza (Tucumán) a favor del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI). Explicaron que serán beneficiosos para sus provincias. Después recibieron reproches de parte de dirigentes cercanos a la expresidenta.

Tal articulación en la votación mostró destreza y pragmatismo del oficialismo, pero también consagró con nitidez los roles y dejó flotando preguntas hacia adentro. ¿Hizo lo suficiente el peronismo para trabar la aprobación de la ley? Por lo pronto, las conversaciones que había iniciado con Lousteau para votar algunas de las propuestas medulares de su dictamen quedaron a mitad de camino. Hubo quienes dijeron que el cristinismo no quiso darle tanto protagonismo.

Martín Lousteau se diferenció de su bloque y votó en contra de la ley bases, junto con el peronismo.

En la oposición está extendida la idea de que, después de la sanción, Milei no tendrá más excusas para gobernar. Empieza la cuenta regresiva, la hora de la verdad. “Lo importante es que el peronismo mostró una actitud muy compacta”, dicen en el kirchnerismo. ¿Y si el Gobierno consigue los dólares que necesita para estabilizar el barco?

Ahora, el ojo de la oposición ya no está puesto en la baja de la inflación –una pelea en la que Milei exhibió resultados positivos esta semana– sino en la crisis social y el aumento del desempleo que se verá en los próximos meses, atado al crecimiento de problemas como la desnutrición infantil, las adicciones y el delito que ya reportan los dirigentes en el territorio. Hay un nuevo mojón en la historia: agosto o septiembre, dicen las figuras de la oposición, es la fecha límite para ver la capacidad de aguante de la sociedad al experimento mileísta.

Mientras, reina el desconcierto en la plana mayor de la dirigencia peronista que observa cuán hondo calaron las ideas libertarias en la ciudadanía. Un cambio en la matriz ideológica que llegó para quedarse más allá de Milei y que plantea nuevos desafíos a la conducción.

La vuelta de Sergio Massa

En las sombras, Massa operó hasta último momento para bloquear la aprobación en el Senado. Habló con gobernadores, se reunió con Lousteau, intentó hasta la medianoche dar vuelta los votos de Kueider y de Espínola, con quienes ya había articulado el rechazo el DNU 70/2023, en febrero. El excandidato presidencial jugó, sobre todo, a que no se aprobaran las facultades delegadas.

Con el entrerriano hizo gestiones directas y vía Gustavo Bordet, promotor de la candidatura a senador de Kueider en 2019. Espínola recibió llamados desde la CGT. No hubo caso.

La diputada Cecilia Moreau, mano derecha de Massa, blanqueó el enojo direccionado la tarde previa a la votación. "Se habla mucho de Lousteau, pero acá tenemos dos senadores que entraron con la boleta de UP y que van a votar a favor. Ellos se van a convertir en traidores a la Patria", dijo en Futurock.

Los enojos de UP con Kueider y Espínola vienen de larga data. En febrero de 2023, rompieron el bloque del Frente de Todos para armar su propia bancada. Decían haber sido destratados por “albertistas” por el ala cristinista del bloque. Un año antes habían votado a favor del acuerdo con el FMI. El día de la ruptura mandaron mensajes a la espera de algún gesto de contención. Massa, que todavía no era candidato presidencial, intentó salvar el quiebre desde un viaje en el exterior. Ya era tarde.

Con Espínola, la inquina tiene años. En 2015, encabezó la lista de postulantes del Frente para la Victoria para el Senado junto a la camporista Ana Almirón pero, tras el triunfo de Mauricio Macri, se encolumnó detrás del grupo anticristinista que encabezó Miguel Ángel Pichetto. Seis años después, Espínola y Almirón encabezaron la misma boleta. La definición de la candidatura fue fruto de un acuerdo que cerraron Wado de Pedro, Máximo Kirchner, Massa y Juan Zabaleta, por entonces interventor del PJ correntino enviado por Alberto Fernández. El cierre provocó enojo en los sectores más kirchneristas del PJ correntino, incluso en La Cámpora, y tuvo el aval de Cristina.

Menos de dos años después, el correntino volvió a romper el bloque. Tras la votación de la ley de bases, el cristinismo apuntó contra Fernández por haber sido supuestamente promotor de sus candidaturas. El expresidente salió a aclarar que no tuvo nada que ver. “¿Ahora resulta que Alberto tenía tanto poder que puso todos los candidatos? ¿Quién puede creer eso?”, se enojó un kirchnerista que pide apertura en el Instituto Patria y piensa que Cristina está “cada vez más encerrada en La Cámpora” como su núcleo político.

Al margen, en UP circula la idea de que Massa se jugaba más que el resto de la dirigencia en el partido de la ley ómnibus. Un fracaso temprano de Milei pondría en valor las advertencias del líder del Frente Renovador durante la campaña y, tal vez, un operativo clamor. Massa mide los tiempos de su reaparición. En breve presentará un libro que promete generar mucho ruido interno: revelará negociaciones de su etapa como ministro, incluso con empresarios. ¿Se prepara para ser candidato a diputado en 2025?

Cristina, en cambio, dejó trascender en privado que le preocupa que una frustración de Milei derive en un desastre institucional y una renuncia que deje el poder en manos de Victoria Villarruel. La vicepresidenta dio muestras de su afán de protagonismo la noche que se aprobó la ley cuando dio un discurso por fuera del reglamento y mantuvo un fuerte cruce con De Pedro.

En paralelo, llegaron señales desde Roma. El Senado todavía estaba reunido cuando el papa Francisco recibió, sonriente, a Axel Kicillof el jueves por la mañana, en Roma. El encuentro había sido acordado con meses de antelación y coincidió, por casualidad divina, con la jornada de votación en el Congreso. Por la tarde, Kicillof y Francisco volvieron a verse, esta vez por un lapso dos horas. La segunda reunión fue una excepción a las reglas propiciada por el sumo pontífice que se leyó en el peronismo, sin matices, como un claro mensaje político hacia el gobierno de Milei y también hacia la interna de UP, mientras Kicillof construye sin pausa su candidatura presidencial, en medio de tensiones con La Cámpora y un acuerdo entre algodones con Massa.

El juego de roles de CFK y Javier Milei

La diferencia de criterios dentro de UP también quedó en evidencia durante el debate por la nueva ley de movilidad jubilatoria. En Diputados, el bloque atravesó una fuerte discusión cuando la línea camporista planteó su negativa inicial a sumarse al dictamen que impulsaban el radicalismo, el bloque de Pichetto y la Coalición Cívica, que finalmente votaron. “La troskean”, se quejaron puertas adentro en referencia al ala de Kirchner.

Las negociaciones se tensaron y se impuso el criterio del ala más dialoguista, donde se anotan, entre otros, Victoria Tolosa Paz, Leandro Santoro y diputados que responden a Massa. El presidente del bloque, Germán Martínez, también acompaña esa postura, aunque busca mediar entre sectores para cuidar el equilibrio interno. Otros que no asoman tanto la cabeza en público piden abrir más acuerdos y darle respuestas concretas al electorado. Se confiesan desorientados frente a la falta de línea política.

Los otros bloques perciben las tensiones. La batalla "pragmáticos versus dogmáticos". Tolosa Paz ya armó un ida y vuelta fluido con Pichetto, que también habla seguido con Massa. Conversaron durante la sesión por la movilidad jubilatoria. Todos los sectores coinciden en señalar como gran articulador del acuerdo a Nicolás Massot, que se cargó la mediación entre UP, los radicales y la Coalición Cívica. “El tema es que, si articulas con otros, dejás de ser la conducción”, analizan dirigentes no camporistas de UP que quieren ampliar los diálogos.

Por eso, en la cámara baja causó gracia que el Presidente dijera que el acuerdo que cerraron los distintos bloques de la oposición para aprobar la nueva fórmula de movilidad jubilatoria que una "trampa parlamentaria montada por Máximo Kirchner". Una versión mucho más conveniente para el oficialismo que admitir un armado amplio opositor. Elisa Carrió dice que son demasiado funcionales entre sí. Apunta a lo que pasará en las próximas semanas en el Senado con el pliego de Ariel Lijo, el candidato que el Gobierno a ocupar una silla en la Corte Suprema, que muy probablemente será votado por la bancada de UP. Será una coincidencia llamativa y difícil de explicar más aún después de la batalla por la ley Bases.

Por lo pronto, esta semana los diputados de UP buscará poner a Milei en aprietos frente a la comunidad internacional con la denuncia que harán ante el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) y a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por la represión frente al Congreso. Cristina y Massa coincidieron en esta ocasión, en darle luz verde.

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