Por Gabriela Pepe
Lejos de la interna local, el Presidente afianzó en París la relación con el francés, que quiere ser líder de Europa. Diplomacia internacional vs. barro local.
Alberto Fernández se sorprendió cuando un encargado de ceremonial del Estado francés se acercó para buscarlo por pedido especial de Emmanuel Macron. Debajo del Arco del Triunfo, en el acto por el 104° Aniversario del Armisticio que le puso fin a la Primera Guerra Mundial, el anfitrión lo saludó calurosamente, lo invitó a acompañarlo al palco oficial y lo presentó ante cada uno de los asistentes, entre los que estaba el expremier francés Nicolas Sarkozy. El Presidente sintió pudor al tener protagonismo en una ceremonia patria local.
El acto que se celebró en la mañana del jueves 11 - feriado en Francia- fue uno de los seis encuentros que Fernández compartió con Macron durante los casi tres días en los que estuvo en París, donde llegó invitado por el presidente francés para participar del Foro por la Paz que tuvo como ejes principales la guerra en Ucrania y las negociaciones por la crisis política de Venezuela.
Fernández y su par francés armaron una sociedad sólida. Desde que el argentino llegó a la Casa Rosada, se vieron en siete ocasiones, cuatro de ellas en Francia. Como titular de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el Presidente se convirtió en un interlocutor permanente para Macron, que busca erigirse como nuevo líder de Europa.
Para el mandatario argentino, la relación con el francés es una bocanada de aire fresco en medio de la interna sofocante del Frente de Todos (FdT). Mientras en Argentina sufre el fuego amigo, el cristinismo se anima a desafiarlo y lo presiona para que se baje de la reelección y la agenda cotidiana transita entre chicanas y preocupación por la economía, en Europa, Fernández participa de conversaciones sobre los temas más complejos que discute el mundo y siente que su voz es tenida en cuenta por los principales líderes mundiales.
Macron aspira a ocupar el papel que dejó vacante la excanciller de Alemania Angela Merkel y busca reunir apoyos por fuera del territorio europeo. En el Foro de París por la Paz, dijo que hay que construir un “universalismo menos eurocéntrico” en el panel que compartió con Fernández, que fue anunciado como segundo orador y presentado como vocero de la región de América Latina.
Con la guerra de Rusia como excusa, Macron se erigió como figura convocante en las negociaciones por la paz entre Rusia y Ucrania. En el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas, invitó al consulado de Francia en Nueva York al presidente de Costa de Marfil, Alassane Ouattara; al presidente de Senegal y representante de la Unión Africana, Macky Sall; al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; al ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, Sameh Shoukry; al ministro de Relaciones Exteriores de India, Subrahmanyam Jaishankar, y a Fernández. Aquella cena tendrá continuidad en Bali, donde volverán a reunirse los mismos jefes de Estado, también convocados por el francés.
Con Fernández, Macron también habló de la posibilidad de pedirle al canciller alemán Olaf Scholz que vuelva a convocar en lo inmediato a una reunión del G7 para hablar sobre la guerra en Ucrania que vuelva a tener participación de los representantes del hemisferio sur. Las relaciones entre Alemania y Francia están tensas. “Históricamente, han tenido posiciones opuestas en ciertos temas, pero recientemente una serie de decisiones francesas y alemanas han tensado la relación entre las dos economías más grandes de Europa”, publicó hace poco el canal estatal alemán Deutsche Welle.
Macron junta aliados extraeuropeos en esa disputa y juega cartas en la crisis energética mundial, por ejemplo, con la convocatoria al diálogo por Venezuela, un tema en el que se interesó hace meses y sobre el que habló en varias oportunidades con Fernández. El sábado, París fue la sede que eligieron los representantes del gobierno de Nicolás Maduro y de la oposición para retomar las negociaciones políticas. El francés fue el organizador del evento, al que invitó a Fernández y al presidente de Colombia, Gustavo Petro.
El argentino, mientras, lleva agua para su molino. El Presidente aprovecha su rol como titular de la CELAC y hace gala de sus diálogos con los líderes mundiales, mientras minimiza los problemas domésticos. En Francia se dedicó a las negociaciones por Venezuela y a la guerra en Ucrania, preparó su participación en el G20 y se abocó a la rosca que generó el lanzamiento de Cecilia Todesca Bocco como candidata argentina para ocupar la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En los últimos días, Fernández buscó generar consensos regionales, habló con todos los presidentes de la región y en varias oportunidades con el principal consejero en Seguridad de Joe Biden, Jake Sullivan.
No casualmente, llevó a Todesca a la reunión bilateral que mantuvo con Macron en el Palacio del Eliseo, el jueves por la noche. “Es mi candidata para el BID”, la presentó Fernández antes de que se conociera formalmente la postulación. Francia es uno de los países miembros no prestatarios del Banco, con representación de voto en la Asamblea y el Directorio Ejecutivo. Mientras, el Presidente piensa que “no hay que perder ni un minuto” hablando de discusiones internas, como las PASO y las candidaturas, y dedicarse “a gobernar” y a “resolver los problemas” del país para ganar las elecciones. Para el año que viene falta una eternidad, dice.
Aunque no lo remarca, Fernández entiende que su postura de resistencia a la eliminación de las primarias resultó ganadora frente a la presión que ejerció el cristinismo. En el entorno presidencial aseguran que la iniciativa nunca tuvo el respaldo real de todos los sectores del FdT y que solo los intendentes le pidieron, en una oportunidad, que avanzara con la suspensión. “Yo no soy obstáculo de nada, no están los votos. Vayan a hablar al Congreso”, les respondió.
El proyecto naufragó y el Presidente ganó la pulseada interna, que le permite mantener por ahora las expectativas de que podría presentarse para pelear por la reelección en 2023, aunque el cristinismo no quiera. “Yo tengo una sola preocupación: que no vuelvan a ganar los mismos que pusieron a la Argentina de rodillas frente al mundo, hundieron a vastos sectores de la sociedad argentina en la pobreza y en la miseria y endeudaron a la Argentina durante generaciones. No quisiera que ellos volvieran a gobernar la Argentina. Haré todo lo que tenga que hacer para que eso no ocurra. Todo lo que deba hacer”, dijo este sábado en París, en diálogo con medios enviados a cubrir la gira presidencial que culminará el miércoles, en Bali. En la mesa presidencial creen, además, que el cristinismo comete un error al bajar candidatos de manera anticipada. “Desmoviliza”, apuntan.
Como publicó Letra P, el Presidente no estará el jueves 17 en Argentina cuando Cristina pronuncie su discurso en el estadio Diego Armando Maradona de La Plata. Aunque inicialmente el regreso de la delegación presidencial estaba prevista para esa tarde, el mandatario decidió hacer una escala en Madrid en su regreso desde Indonesia y retrasó, así, su llegada al país. Lo hizo por consejo de uno de sus hombres de mayor confianza, Juan Manuel Olmos, que llegará este domingo a Paris junto a Sergio Massa. En España, Fernández descansará unas horas en la residencia del embajador, Ricardo Alfonsín, y se verá con la vicepresidenta del gobierno, Yolanda Díaz Pérez, ya que Pedro Sánchez no estará en el país. Serán unas horas más de roce internacional antes del regreso a la cruda realidad doméstica.
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