Un auténtico cambalache, ¿no?. Bueno, pero esa es la imagen que hoy por hoy exhibe parte la oposición política catamarqueña a la luz de algunos actos protagonizados por sus dirigentes, en la confusa caricatura de su presente sin rumbo.
Para describirla se debe ir por partes, no es sencillo. El primer dato puntual surge de la elección de autoridades en el Partido Socialista catamarqueño, entre la actual diputada provincial Carmen Verón, y Ernesto Figueroa un “libre pensador” que, últimamente a la sombra del santafesino Hermes Binner, supo tejer alianzas con el Frente Cívico y Social, primero en el territorio del “Gallo” Jalile y más tarde en el hasta el año pasado más confortable reducto “renovador” de los radicales brizuelistas.
La interna socialista no tiene demasiada relevancia en sí misma, porque apenas unos casi 1.100 afiliados en toda la provincia están habilitados para emitir su voto hoy en la Escuela San Jorge del Sur capitalino y en la Escuela 11 de Santa María, los dos únicos sitios donde habrá mesas para una elección provincial.
Lo más significativo, al margen de lo controvertido, estará en la interna de la interna en el “brizuelismo”, donde por un lado “los Herrera”, sobrinos del ex gobernador encabezados por los diputados provinciales Rubén Herrera y Juan Pablo Millán, pujarán por el triunfo de “Carmencita”, muy apreciada en la intimidad de Don Eduardo y Doña María de los Milagros. Y por el otro, los también renovadores Miguel Vázquez Sastre y Javier Silva, harán fuerzas por la victoria de Figueroa.
A esto también hay que explicarlo. Es que los muchachos radicales sin, prácticamente, internas partidarias en el presente siglo y la última década del siglo pasado (¿mucho, no?), y además sin perspectivas de cara al futuro de las definiciones internas según el anticipado criterio de los “popes” de las líneas mayoritarias, donde coinciden Oscar Castillo y Brizuela del Mora, estaban ansiosos de un shock de adrenalina electoral. Y así fue que se metieron de cabeza en la interna de los socialistas, y por estos días se los vio disfrutando del fragor comicial, con padrones en mano, puntuando nombres de afiliados y chequeando domicilios de eventuales votantes, aunque todos ajenos al conglomerado “boina blanca”. La cuestión era sacarse el gusto, y mostrar que existen radicales que, aunque sea en otros partidos, no todo lo resuelven por el limitado, y normalmente dudoso, método del “consenso”, que siempre excluye la expresión de la voluntad popular.
Pero en materia de movimientos políticos los radicales parecen no tener barreras ideológicas. Del “ensayo” de interna con los socialistas en la provincia, los intendentes Humberto Valdez (Fray Mamerto Esquiú), Jorge Coronel (Tapso), Orlando Savio (Paclín), Ramón Villagra (Villa Vil) e Isidro Gómez (Corral Quemado), todos radicales y del FCyS, pasaron a reunirse con el jefe de gobierno porteño y líder del PRO, Mauricio Macri, uno de los principales opositores al gobierno nacional de Cristina de Kirchner.
“La foto” del ex presidente de Boca, en su despacho, luciendo una manta de vicuña obsequiada por los jefes comunales de la UCR catamarqueña abrió las más amplias conjeturas. La primera, un posible alineamiento político pensando en los próximos compromisos electorales. Macri les dijo -sin vueltas- que “tenemos que estar todos comprometidos para trabajar en un frente para ganar en 2013 en Catamarca; y ganar en 2015 (en la Nación)”, remarcando que “ustedes le ganaron (al kirchnerismo); yo les gané y no tengo miedo…”, según el desafío macrista distribuido a los medios de prensa.
Aunque los intendentes radicales volvieron chochos, el auditor General de la Nación, Horacio Pernasetti comentó que “no tiene significación política querer sacarse una foto con Macri”, el senador nacional Oscar Castillo la justificó afirmando que “ante la discriminación por no ser invitados a la Casa Rosada fueron a verlo a Macri”, y desde la oposición interna Luis Olmedo Vergara del CPR (Corriente Progresista Radical) se mostró sorprendido “por la carencia ideológica de estos muchachos”.
Como sea, los radicales deberán ordenar su GPS ideológico, porque socialistas y macristas no se llevan para nada bien a nivel nacional. Al menos eso se desprende de recientes expresiones del jefe socialista y líder del FAP (Frente Amplio Progresista) que gobierna Santa Fe, Hermes Binner, quien afirmó que “nosotros tenemos un programa, que es absolutamente diferente al del PRO”, recalcando que "a la hora de gobernar tenemos proyectos diferentes", con el macrismo, enfatizó. Y hasta admitió que sólo podría unirse a Macri "en caso de una dictadura o de guerra, por la invasión de un país sobre otro". Y Humberto Tumini, representante de Libres del Sur, otro de los partidos socios del de Binner, sostuvo que "el límite para el FAP es el programa. Y con toda franqueza estoy muy convencido de que Macri tiene pocos acuerdos programáticos con el FAP".
Demasiadas diferencias, aunque para algunos radicales vernáculos parezca una mera cuestión de oportunos matices.
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