Por Julio Blanck
Cristina Kirchner esperó 24 horas para llamar a Julio De Vido y condolerse con él por la bochornosa caída de José López, pescado cuando trataba de esconder casi 9 millones de dólares en un convento que quizá ya había sido usado antes como posta para el dinero negro de la corrupción.
Esa conversación, dicen los poquísimos que saben de ella, fue mínima, formal, distante. Cristina ya lo había enfriado a De Vido después de la muerte de Néstor, mientras mantuvo activa la relación con López, enemigo íntimo del ministro que durante doce años le hizo todos los deberes a los Kirchner. Cuando De Vido una vez le llevó la renuncia, Cristina lo sacó carpiendo: “De aquí te vas preso o muerto”.
Pero De Vido le fue leal a Cristina hasta el paroxismo. Nunca supo hacer otra cosa. La única retribución que logró en estos días es que La Jefa ordenara a sus diputados que rechazaran la moción para que un juez pueda allanarle a De Vido su departamento en la Avenida del Libertador. Los fieles fueron 49. El bloque tenía más de 90 integrantes el 10 de diciembre. Después se le fueron dispersando los soldados. Hoy quedan alrededor de 70. De esos, unos cuántos se borraron para no tener que votar –y perder por goleada– en defensa de De Vido.
Los últimos en irse fueron los seis diputados del Movimiento Evita. La organización más extendida y movilizadora del kirchnerismo. Su jefe, Emilio Pérsico, explicó fácil la salida: dijo que “es muy grave que un gobierno popular tenga el estigma de la corrupción”. Pidió una autocrítica profunda del kirchnerismo. Jamás existirá tal cosa. Cristina sólo habla por Facebook de supuestas persecuciones, ajena al destape de la escandalosa corrupción de su ciclo de poder.
Cristina busca salvarse ella y salvar a sus hijos. Los de afuera –o sea todos los demás– son de palo. Por eso De Vido hoy es un alma en pena. Mejor dicho: un alma en pena que acaba de cargar con un segundo procesamiento. Ya lo habían embocado por la tragedia de Once, con embargo de 600 millones de pesos. Y el miércoles lo procesaron por irregularidades en la concesión de servicios ferroviarios, con 500 millones más de embargo. Los jueces tienen muy alta consideración sobre la capacidad de De Vido para hacer frente a esas sumas.
En este procesamiento cayeron juntos De Vido y Ricardo Jaime, que ya está preso por otras causas. Esa vecindad procesal incomoda especialmente al ex ministro. El diputado del Parlasur, Fabián Rodríguez Simón, acaba de pronosticar que De Vido “es candidato firme a ir preso”. Sería una declaración más si no fuera que Rodríguez Simón es considerado, con razón, el cerebro jurídico de Mauricio Macri.
Antes de llamar a De Vido el día después de la caída de López, Cristina se había ocupado –ese mismo 14 de junio sin retorno para el kirchnerismo– de lo que verdaderamente le interesaba. Les bajó línea a los suyos para que difundieran una culposa y confusa declaración acerca de López, pronunciándose contra toda forma de corrupción pero sin mencionar la más flagrante: las valijas y los millones del convento.
Esa letra fue recitada por el bloque del Frente para la Victoria con la firma del imperturbable Héctor Recalde, inesperado kamikaze de fin de época. Y fue, curiosamente, el mismo espíritu que campeó en la declaración del Partido Justicialista que suscribieron los ex gobernadores José Luis Gioja y Daniel Scioli, titular y vice de un sello partidario, el PJ, que de tan timorato corre el riesgo de terminar de disolverse sin que nadie lo note. Gioja fue más allá: defendió a De Vido cuando la Cámara de Diputados discutió el permiso para allanar su domicilio. Nadie le pide tanto.
Desde su retiro espiritual en El Calafate la ex presidenta contempla cómo se desgajan sus batallones en el Congreso y van quedando pocos que obedecen sus órdenes de oponerse a todo lo que impulse Macri.
Los gobernadores peronistas le desconocen autoridad: el cordobés Schiaretti, el tucumano Manzur y el pampeano Verna dieron esta semana por muerto y enterrado al kirchnerismo y se pronunciaron por una urgente reformulación del peronismo.
Los intendentes bonaerenses casi no le levantan el teléfono a sus emisarios y más de media docena están pensando en irse en masa del Frente para la Victoria.
Y los jueces, que antes tanto le temían y a la vez se beneficiaban con la obediencia debida, ahora corren presurosos detrás de ella y de los parientes, amigos y funcionarios que participaron del saqueo al Estado. Esos magistrados están provocando una catarata de procesamientos, indagatorias y embargos en estricta defensa propia.
Suceden, además, episodios llamativos que agregan signos de descomposición interna del sistema kirchnerista. Como el ataque del violento Luis D’Elía contra el no menos violento José Ottavis, a quien por Twitter le estampó “Ché comegato vos y 2 más manejaron $ 300.000.000 de la Cámara de Diputados de la provincia para ustedes. VOS SOS PEOR QUE LOPEZ”. La mujer de D’Elía es diputada en la Provincia y Ottavis hasta hace poco conducía el bloque kirchnerista. Por lo visto había una cuenta que a D’Elía no le cerraba. Lo de “comegato” se le habrá escapado...
Tan corrosivas como estas gentilezas son los esfuerzos de los amigos que le quedan a De Vido para demostrar que se está atacando a un hombre bueno y que la mala semilla en realidad era López. Otros perros podrán morder ese hueso. En todo caso la ley del arrepentido ofrece una ocasión inmejorable para quienes quieran salvarse diciendo su verdad tardía en la Justicia. Hay que ver si De Vido, llegado el caso, habla o se calla. Lo mismo corre para López.
Lo cierto es que demasiada gente anda ahora preocupada y mirando a los costados a ver si se le viene encima la desgracia judicial. Esta semana el periodista Hugo Alconada Mon reveló, en el diario La Nación, que el contador Andrés Galera era el valijero de López y que trataba en forma directa con empresarios de obra pública. Galera niega todo, pero ex funcionarios que hablaron con Clarín confirman la historia.
También recuerdan que en la mesa de López se sentaban el entonces subsecretario de Vivienda, Germán Nivello, ahora reciclado por Alicia Kirchner como subsecretario de Vivienda en el gobierno de Santa Cruz, y el abogado Andrés Aner.
Bajo presión, los que transitaron las zonas oscuras del kirchnerismo están jugando a la mancha venenosa entre ellos. Hay malas noticias para todos y todas.
Casi ni llama la atención que desde la entraña misma de ese universo en descomposición recomienden poner el ojo en el programa Más Cerca, creado en 2012 para repartir obra pública directamente a los intendentes de todo el país, salteando la intermediación política y económica de los gobernadores. Eran fondos para obras pequeñas y de rápida ejecución. “Ahí se hizo la mayor caja” asegura un kirchnerista que quedó de capa caída después de ser expulsado del Paraíso. El hombre, que estuvo en el gobierno hasta el último día, desde que asumió Néstor en mayo de 2003, asegura que los fondos salieron pero pocas obras se concretaron. Toda una foto de época.
La Oficina Anticorrupción, que desde el Gobierno está empujando las denuncias sobre la rapiña kirchnerista, acaba de denunciar a De Vido y otros ex funcionarios por un contrato de 20 millones de dólares por tres depósitos de combustible para la empresa estatal Enarsa que nunca se utilizaron.
Ya en abril la OA que dirige Laura Alonso había pedido citar a indagatoria a Raúl Alberto Argañaraz, que fue gerente de administración de Enarsa y presidente de FadeA, una fábrica de aviones de la que se dijo que nunca fabricó nada aunque se le asignaron generosos presupuestos.
Argañaraz, quien hasta ahora logró eludir la luz pública, se enfrentó muy duramente con el gremio aeronáutico que conduce Ricardo Cirielli, que lo denunció por persecuciones y abusos. Fue removido de FadeA en forma discreta, después que una auditoría interna, a fines de 2013, determinó que había “inconsistencias contables” y no estaba claro el destino de 300 millones de pesos. La Oficina Anticorrupción pidió su indagatoria por algo más simple, si se quiere: Argañaraz no presentó ni una sola de sus declaraciones juradas mientras tuvo cargos en el Estado, entre 2007 y 2013.
Otra postal que reflejó de manera fiel el estado de situación del cristinismo fue la presencia de Máximo Kirchner en La Plata, invitado a un encuentro con los leales que quedan. El encuentro, realizado hace tres semanas, fue organizado por la jefa de la Facultad de Periodismo y ahora concejal platense, Florencia Saintout, y por el ex secretario de Comunicación Pública y distribuidor de la pauta oficial Hernán Reibel, un amigo de colegio de Máximo a quien alguna vez se señaló como cajero de La Cámpora. Entre los presentes estuvo José Sbatella, el procesado ex jefe de la UIF, la oficina antilavado que nunca descubrió el dinero lavado por el kirchnerismo.
La cuestión es que en la ciudad fetiche de los Kirchner, allá donde se empezó a escribir el relato, el hijo de Néstor y Cristina se reunió con su gente en una casa particular. Asistieron 12 personas.
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