Encabeza la federación de madereros FAIMA, que perdió 60 por ciento de la demanda en dos meses. El choque con Funes de Rioja y la rebelión de las pymes bonaerenses.
Por Leandro Renou
Pocas veces ocurre que dirigentes fabriles levantan la voz y confrontan a la conducción de la Unión Industrial (UIA). Hace unas horas se dio uno de estos capítulos, con un choque de alta tensión entre el presidente de la entidad, Daniel Funes de Rioja, y un ceo pyme del interior que decidió exponer el pacto de silencio y no agresión al gobierno de Javier Milei, develado por Página I12 en su portada del domingo. En paralelo, los industriales bonaerenses nucleados en la UIPBA mantuvieron una reunión caliente con su presidente, Martín Rappallini, para expresarle también el malestar por cómo la UIA no enfrenta al Gobierno de la destrucción de la producción que se está dando.
"¿Este silencio es estratégico, negligente u obsecuente?", disparó Román Queiroz, titular de FAIMA, la cámara de industriales madereros. En el marco de la reunión del martes, el empresario pidió la palabra tras ver un informe de actividad que compartieron los ecoomistas de la entidad, plagado de la palabra "caída". Queiroz tenía en mano los números del polo maderero de Cañada de Gómez, uno de los más importantes del país, con una baja en la demanda récord del 60 por ciento en solo dos meses. "Quiero saber por qué la UIA no me representa, las pymes estamos poniendo en juego nuestro patrimonio", completó. Automáticamente, Funes se plantó y respondió, tomando a la frase inicial como un dardo directo: "Yo no soy ningún obsecuente", le salió al cruce el titular de UIA y también presidente de Copal, la Coordinadora de Productores de Alimentos. Y dejó una frase polémica al asegurar que "durante cuatro años el Gobierno anterior rifó la plata y las empresas no podíamos importar, y siempre levantamos la voz".
En ese momento, hubo gente de la Copal que se sintió ofendida por la frase de Queiroz y el que más rápido reaccionó fue Eduardo Nougues, de la azucarera Ledesma. Según contaron a este diario los presentes, el también vice de UIA le dijo al maderero que el tema no estaba en el orden del día y pasaron su intervención para el final de la reunión. Terminada esa reunión, no por casualidad, la UIA salió del letargo y envió un comunicado criticando la apertura de importaciones del Gobierno y alertando de la mega crisis que enfrentan las fábricas.
De todos modos, siguen siendo pocos los que se la juegan. Muchos temen, incluso, que se confirme que Julio Cordero, abogado de la UIA, asume en el gobierno de Milei en el área de Trabajo. Y que sea él quien lleve los nombres de los que se oponen a Milei. Por ahora, a Cordero, hombre de Techint y amigo de Mauricio Macri, lo saludaron en todos los chats pero no agradeció ni escribió. Por ahora, no está firmado su cargo, al que llegaría por haber sido parte de los equipos de campaña de Patricia Bullrich.
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La última vez que hubo un choque en esta línea fue cuando el "Vasco" José Ignacio De Mendiguren denunció que Techint lo proscribía en la UIA. Con dos presidencias de la entidad en sus espaldas y años de política, lo de De Mendiguren explotó en los medios. El caso de Queiroz es diferente. Muchos lo llamaron para elogiarle la salida, pero nadie se expuso en público. Los que tienen más experiencia en los pasillos de la sede de Avenida de Mayo, en tanto, le pidiero calma y templanza: "esto es lo más parecido al Vaticano, las formas son más importantes que el fondo", le deslizaron.
Queiroz, de todos modos, fue uno de los industriales que advirtió en plena campaña presidencial lo inconveniente para la industria que era apoyar a Milei presidente y llamó a no votar esa fórmula. Hoy por la tarde, en un comunicado, FAIMA dobló la apuesta de la crítica y le apuntó directo al Gobierno Nacional. Alertó sobre el incremento que se está dando en la importación de muebles durante enero y denunció allí también que "la demanda interna ha disminuido debido a la caída del poder adquisitivo de los salarios y la falta de programas financieros que impulsen el consumo a mediano plazo". Una rareza.
La ira bonaerense y de los metalúrgicos
Martín Rappallini es el presidente de la UIPBA y es secretario de UIA. Hombre de la industria del cerámico, responde políticamente a Techint y fue muy cercano a María Eugenia Vidal cuando era gobernadora. Hace unas horas enfrentó un mini levantamiento. En un encuentro de industriales bonaerenses le reclamaron por la pasividad de la central fabril nacional y que se sepa qué modelo industrial persigue Milei. Rappallini escuchó, pero en la reunión de UIA volvió a decir que "la macro está haciendo el ajuste". Por lo bajo, le contestaron que el ajuste lo está haciendo el Gobierno.
Otro muy preocupado fue Diego Leal, dirigente de la industria del plástico y representante de la UIA de San Luis. Fue otro de los que, a su manera, marcó la necesidad de hablar. También movieron los metalúrgicos de ADIMRA, que harán una presentación pública de la importancia del sector en base al Libro Blanco de propuestas de la UIA. El rubro es uno de los más afectados por la caída en la obra pública, a la que provee de materias primas.
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