Signos de agotamiento del método libertario

Signos de agotamiento del método libertario

El Presidente se expuso a derrotas y contratiempos a fuerza de actuar por impulso; el insólito episodio Trump resaltó aún más la emergencia financiera; debate interno: ¿se necesitan cambios?

Por: Martín Rodríguez Yebra.

El manual político de Javier Milei tuvo desde el principio una sola página. Bajar la inflación, en un país desquiciado por la suba de precios, le daría un dominio irrefutable de sus rivales, a los que podría dominar sin negociar. Las encuestas le dieron la razón. Un sistema político roto se amoldó al humor social y se dividió entre conversos libertarios, colaboradores sumisos y enemigos impotentes.

Fue lindo mientras duró.

Ante la primera tormenta seria que amenaza el proceso de desinflación, Milei enfrenta el peligro en la soledad a la que lo condena el método que eligió para ejercer el poder. El arrojo que hasta hace unos meses parecía abrirle todas las puertas ahora lo induce a derrotas y contratiempos impensados. La “casta” que se apichonaba ante su empuje se atreve a desafiarlo. Los mercados, a los que creía haber enamorado, lo castigan con dosis ingratas de desconfianza.

La última semana, pródiga en traspiés, avivó en el propio seno del Gobierno la discusión sobre si es necesario un replanteo en los métodos. El fracaso en el Senado que cerró el camino a la Corte para Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, la polémica por el discurso presidencial sobre Malvinas y el fallido viaje relámpago a Palm Beach para buscar una foto con Donald Trump comparten como rasgo común la improvisación, la falta de planeamiento estratégico y la sobreestimación de las capacidades propias. Nada que no se hubiera visto en el caso $LIBRA, en la proclama antiliberal de Davos y en la forma en que se comunicó el acuerdo en ciernes con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Milei terminó 2024 con la promesa de que “a partir de ahora solo vienen buenas noticias” y abrió 2025 con un mensaje en redes en el que auguraba “tiempos felices para la Argentina” porque “lo peor ya pasó”. La perspectiva de una guerra comercial, que se materializó esta semana, enturbió el clima casi desde el mismo momento en que se vislumbró que Trump volvía a la Casa Blanca dispuesto a sacudir el mundo.

Bajo amenaza, el gobierno libertario se mostró decidido a sostener el “ancla política” que significa el dólar planchado y la inflación a la baja. Resiste a fuerza de cepo y de reservas lo que llama “una cruzada devaluadora”, a la espera de que el acuerdo con el FMI devuelva el sosiego. Le toca hacerlo con su minoría parlamentaria, sin aliados permanentes y en el umbral de una sucesión de elecciones planteados como de vida o muerte.

Al menos así las entiende Milei. “Es al revés de lo que muchos dicen: no es que quiera acomodar la economía para ganar, sino que cree que no será posible ordenar definitivamente las variables si primero no muestra fortaleza en las urnas”, traduce un funcionario que entra casi a diario a la Casa Rosada.

El fiasco de Mar-a-LagoWerthein, con el secretario de estado de Estados Unidos, Marco RubioDREW ANGERER - AFP

La ansiedad financiera llevó a Milei a tirarse el piletazo de viajar a Estados Unidos en busca de una reunión informal con Trump. El episodio completo es un retrato de época. El canciller Gerardo Werthein tenía el martes una cita de alta relevancia en Washington con el secretario de Comercio, Howard Lutnick, en la antesala del anuncio de la nueva política arancelaria de Trump. Y se vio también con el secretario de Estado, Marco Rubio. El objetivo no confesado de esa misión era conseguirle a Milei una bilateral en la Casa Blanca con el presidente de los Estados Unidos. Un gesto con el que se pretendía acelerar el acuerdo con el FMI en las condiciones que necesita el Gobierno y aliviar la presión de los mercados.

A Milei le llegó una oferta alternativa. No había disponibilidad para el Salón Oval, pero podía intentar un encuentro informal si iba a Mar-a-Lago, el club privado-residencia de Trump en Palm Beach donde el jueves (como ocurre casi todas las semanas) se celebraba una gala de recaudación de fondos. El presidente de los Estados Unidos tenía previsto pasar a última hora, antes de irse a dormir.

Solo faltaba encontrar una justificación oficial para la aventura que requería un vuelo de 9 horas por tramo a cargo del maldito Estado. Quiso el destino que el evento en la mansión de Trump consistiera en buscar dinero para una iniciativa en la que está asociada Natalia Denegri, la presentadora argentina radicada en Florida, de excelentes contactos en círculos conservadores de la comunidad latina.

Milei, en Mar-a-Lago; a su lado, Natalia Denegri

Se trata del proyecto Make America Clean Again (MACA), que promueve acciones de limpieza en ciudades afectadas por desastres climáticos y otras desgracias. Además de Denegri, lo motorizan el pastor de origen salvadoreño Glenn Parada y la organización We Found the Blue, cuya misión es conseguir donaciones para departamentos de policía y para la recolección de basura en condados con necesidades.

Una rápida gestión alumbró de improviso el premio “León de la LIbertad”, que en su primera entrega recayó sobre Milei. Hecho a medida.

Milei, en Mar-a-Lago: el video que publicó Presidencia

El “Ball Room” de Mar-a-Lago era un festival de magnates con aspiraciones sociales, oportunistas a la pesca de contactos para hacer negocios y hasta portadores ocultos de mensajes diplomáticos para Trump. Milei se zambulló en ese ambiente como una celebridad.

Lo que ocurrió después entra en una nebulosa sin explicaciones. Milei recibió un poliedro de acrílico de manos del militar retirado John Rourke y el pastor Parada. Dio un discurso en el que prometió adaptarse a lo que pida Trump en términos comerciales y volvió a su mesa a esperar la cita prometida con el presidente. Pero pasaban las horas y el anfitrión no llegaba. Los miembros de la comitiva argentina –Milei, su hermana Karina, el ministro de Economía, Luis Caputo, y el canciller Werthein- se fueron en medio de escenas de fastidio con los organizadores. Se enteraron de que Trump se había demorado en una escala anterior por la pinchadura de una rueda del helicóptero presidencial. Y entendieron que la reunión (o sea, la foto) no ocurriría.

Milei recibe el premio "León de la Libertad", de manos del exmilitar John Rourke y el pastor evangélico Glenn Parada, en Mar-a-Lago

Parada expresó su molestia: “Cien por cien estaba planeado –dijo el viernes el hombre que le dio el premio a Milei-. Terminando el evento vi que el Presidente se había ido al hotel. El responsable de llevárselo no estuvo bien. Lo vemos mal. Estaba todo planeado para que se vieran”.

Según su relato, Trump llegó cerca de la medianoche. Otro de los anfitriones lo presentó desde el estrado, pero se armó un tumulto en la puerta y el presidente optó por no entrar al salón y retirarse a sus aposentos. “Si Milei hubiera estado se habrían reunido”, insistió Parada. ¿Realidad o una excusa por haber ofrecido algo que no estaba en sus manos?

El fracaso estaba consumado. Milei se tuvo que conformar con publicar un compilado de fotos en la que los asistentes le pedían selfies. Quedó con los pulgares acalambrados. “Como un rockstar”, tuiteó Luis Caputo, testigo de la fiesta en plena turbulencia financiera.

Esas fotos desataron olas inesperadas en países lejanos, como Rumania. Periodistas de ese país descubrieron que entre los fans que posaban con Milei estaba el millonario lobbista rumano Dragos Sprinceana, de aceitados vínculos con el trumpismo. Sospecharon que era un emisario del primer ministro socialdemócrata, Marcel Ciolacu, que el viernes confesó que era cierto. Le había pedido que fuera a Mar-a-Lago a abrir un canal con Trump. El presidente de Estados Unidos apoya en Rumania a un candidato de ultraderecha que fue excluido del proceso electoral por la Justicia. No se sabe el destino de la gestión, pero al menos Ciolacu no tuvo que salir de Bucarest. “Los métodos tradicionales de la diplomacia no alcanzan”, declaró, tras jurar que el enviado no gastó dinero público.

Milei saluda al lobbista rumano Dragos Sprinceana en Mar-a-Lago; una imagen que causó ruido político en Rumania

Milei volvió al país con el trozo de acrílico más caro de la historia (solo mover el avión presidencial hasta Palm Beach cuesta al menos 500.000 dólares, según cálculos del mercado aeronáutico). La foto que no pudo ser avivó una pregunta incómoda: ¿tan enrevesada está la negociación con el FMI que el Presidente tiene que volar de urgencia a Estados Unidos a rogarle ayuda a Trump? Y a punto seguido: ¿y cómo hay que entender que el encuentro no haya ocurrido?

El presidente Donald Trump sale del Trump International Golf Club, el viernes 4 de abril de 2025, en West Palm Beach, Florida. (AP Foto/Alex Brandon)Alex Brandon - APSobreactuación

La experiencia en Palm Beach expuso aún más la sobreactuación de Milei cuando quiso instalar la idea de que la Argentina había recibido un trato de favor en la masiva imposición de aranceles que anunció el miércoles. Friends will be friends, tuiteó, con un video del clásico de Queen. El presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, reforzó el mensaje: “Los aranceles más bajos que impuso EEUU para esta nueva etapa son para Argentina. Gracias Milei”. El 10% adicional que Trump les puso a los productos argentinos es el mismo porcentaje que tendrán los brasileños, los colombianos y los chilenos, cuyos gobiernos representan a la izquierda regional.

El racional de Trump con la Argentina y sus vecinos no parece haber sido la amistad, sino la intención de no arrojar a América Latina a los brazos de China. También dio señales de la preocupación por el rol del gigante asiático el enviado especial de Trump para la región, Mauricio Claver-Carone, cuando dijo que Milei debe abandonar el swap de monedas con China si quiere que salga adelante el acuerdo con el FMI. Sonó a una amenaza exagerada –acaso motivada por el encono del funcionario con parte del staff mileísta– pero provocó escozor en el Ministerio de Economía.

El mal paso internacional se combinó con la derrota en el Senado por los pliegos de Lijo y García-Mansilla. Casi un año de gestiones erráticas, empujones y amenazas terminó con una votación abrumadora contra los dos candidatos. Los senadores kirchneristas y radicales vencieron el miedo de pinchar el sueño de Lijo gracias al decreto que emitió Milei al filo del receso legislativo. Les dio la excusa perfecta para votar contra los pliegos sin descalificar al postulante, de cuya idoneidad profesional y moral solo hablaron cuatro de los legisladores durante el debate.

“Este proceso empezó como un cachetazo”, dijo Eduardo Vischi, el jefe de bloque de la UCR, que intentó hasta el último minuto evitarle la derrota al Gobierno. Sufrió el destino que Milei tiene reservado para los que vienen a ofrecerle el corazón. Al final votó en contra de los dos pliegos. Mauricio Macri había condenado a Lijo y a García-Mansilla cuando ordenó a los suyos dar quórum.

Alfredo De Ángeli (Pro) saluda a senadores kirchneristas en la sesión donde se rechazaron los pliegos de Lijo y García-MansillaSantiago Filipuzzi - LA NACION

Resignado, el Gobierno solo atinó a “repudiar” el resultado en el Senado y acusar a Macri de votar con el kirchnerismo. Este último es un tabú que empieza a romperse a partir del empeño que ponen los libertarios en destratar a quienes ofrecen ayuda.

Desafío electoral

Macri deja de lado cada vez más la diplomacia para referirse a Milei y los suyos, a quienes acusa abiertamente de estar afectando la economía por su forma de comportarse. Se puso el hombro la campaña del Pro para las elecciones del 18 de mayo, que concibe como un test de supervivencia para el partido amarillo.

El Gobierno respondió al convite con la lógica de riesgo que es su marca registrada. Al postular al portavoz presidencial Manuel Adorni, Milei nacionaliza una disputa distrital y se expone a un mini plebiscito personal. Espera tener listo el acuerdo con el FMI y superado el bache económico antes de la votación. ¿Lo conseguirá? Y si la respuesta fuera no, ¿cuánto ruido puede sumar al barullo económico que el ensayo salga mal?

Mauricio Macri, en el acto del Pro en el Planetario

Otra vez el nudo de la política y la economía. Milei y Caputo se desviven porque el riesgo país salga de la zona roja (este viernes se acercó por primera vez en seis meses a los 1000 puntos básicos) y por frenar la pérdida de reservas. La escalada proteccionista a nivel global trastoca los planes de un gobierno que pregona liberalismo, pero mantiene como “seguro político” un régimen cambiario intervencionista y una política monetaria distorsionada.

Milei, con números de aprobación social todavía altos, se enfrenta al dilema de seguir por el camino que lo llevó al éxito o cambiar de receta para un mundo en transformación. Él, que tanto celebró el triunfo de Trump, descubre el incordio de las plegarias atendidas.

El presidente estadounidense Donald Trump lee un periódico mientras llega al Trump National Golf Club, el sábado 5 de abril de 2025 en Jupiter, Florida. (AP Foto/Alex Brandon)Alex Brandon - AP

La tempestad que desató la nueva política arancelaria de Estados Unidos golpea con especial fuerza a países con fragilidades estructurales, como la Argentina. Milei todavía espera una mano del “amigo” del Norte, a quien le dedicó elogios como ningún otro líder internacional.

Hasta ahora la política de Friends will be friends no trajo los éxitos esperados. Pero -presión para Werthein, canciller en capilla- el Gobierno no se resigna e insiste con acordar cuanto antes una bilateral en la Casa Blanca. La vigencia del gran Freddy Mercury está fuera de discusión: Show must go on.

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