Estamos inmersos en un tiempo donde los finos estiletazos y los torpes sablazos a mansalva serán moneda corriente en la vida pública de Jujuy.
Pulseada con intereses
Como se pronosticó, los gremios se pintaron la cara, y la respuesta del Gobierno les arrancó un par de lagrimones que les corrió el maquillaje. La plata para aumentos de sueldos ya se comprometió a principios de año, se cerraron las pautas y solamente por ahora, se atenderán los compromisos contraídos, y obviamente, se suturarán heridas que abran las emergencias. En este entendimiento, la gestión Fellner debe atender inexcusablemente -por aquello de la continuidad del Estado y la obligación que emerge de la Ley- los compromisos de la gestión Barrionuevo, referidos a la recategorización de los empleados públicos. Los incrementos que demande el trámite, no han sido cuantificados aún, pero es de imaginar que serán considerables, ya que el corrimiento alcanzaría a casi el 85 por ciento del total de los empleados, a quienes se elevaría un promedio de 4 categorías por cabeza. Sólo imaginar la cifra da la pauta del nivel del dolor de cabeza de Ricardo Pierazzoli y su equipo del Ministerio de Economía. Pero los gremios, piden más. Es lógico imaginar que pidan más, pero no es lógico imaginar que se lo puedan dar. En las asiduas y trabajosas conversaciones de los últimos días, importantes sectores de las fuerzas del trabajo, como ATE, parecen estar a punto de coincidir con lo que el Estado ofrece, al menos por el momento. Nando Acosta no olvida que aquellos compromisos anteriores de los que se hablaba, incluyeron el pase a planta permanente de cerca de tres mil empleados, de los cuales 800 ya recibieron el beneficio y faltan los demás (teléfono para Pierazzoli de nuevo). También Atsa estaría cerrando un acuerdo transitorio, Yolanda Canchi se permeabilizaría a aceptar lo que por ahora se ofrece y dejaría pendientes otros temas para más adelante. Contrariamente a lo esperado, la dureza sindical se expresó desde el lado de los Municipales. Juan Carlos Bejarano trasladó el reclamo de sus bases: liso y llano aumento de sueldos. Lisa y llanamente le dijeron que no. “Al "Pajarito’ boquense no lo tienta una recategorización, porque él ya lo tuvo negociando con sus patrones que son los intendentes”, dijo el sábado un cacique gremial, “por eso, va por más, y ahora está entrampado en su reclamo”, agregó. Debajo de la pulseada con el Gobierno, arreciaron las corrientes sumergidas del sindicalismo. “Si Bejarano va al muere con su exigencia, muchos municipales, sobre todo del interior, están listos para saltar el cerco que los separa de otros gremios que están listos para recibirlos” especulaban rápidamente algunos observadores. “Pajarito” lo sabe y -dueño de una experiencia importante y de un olfato sindical no menor- está analizando en la intimidad de su trama, los próximos pasos a dar. Los otros gremios también “orejean” la mano. A los profesionales el Gobierno les apagó el incendio de las guardias médicas -punto central de mil problemas- incrementando a 300 pesos cada turno trabajado, lo que a fin de mes, por cuatro guardias, le aumenta al médico una cifra respetable. Pero tras esa satisfacción inicial, todo lo que Apuap - Víctor Aramayo y su gente- pida por arriba chocará con oídos sordos de la imposibilidad material. Resumiendo: a pesar de conocerse la situación, hay gremios que lanzaron planes de lucha con paros incluidos, lo que reavivó en el seno del Gobierno las diferencias entre los halcones y las palomas. Aquellos dijeron que se deberán descontar los días de huelgas: “billa metida, billa pagada” sentencian como hachazo, como había sentenciado un ex gobernador con “doschinesca” precisión. “Se trata también se mostrar la mínima autoridad y seriedad del Gobierno”, agregan “¿acaso la mismísima Cristina no se hartó de los piquetes y sacó con la Gendarmería el corte de la Panamericana en Buenos Aires?”, abonan. Los otros, los palomos, sutiles operadores de bisturí, confían en que las conversaciones que se apuren entre hoy y mañana, evitarán enfrentamientos. Y que la sangre permanecerá en su sitio, mientras el río pase, llevándose las pasiones a buen puerto.
Fractura no, orden
“¿Quién dijo fractura?”, preguntó en voz alta y bastante ofuscado un diputado peronista en la Legislatura en la densa mañana del jueves. Y bajando el volumen, en tono de pícara complicidad, deslizó entre sus interlocutores: “habrán querido decir facturas, de las que vienen con crema o de las otras”. La broma, que lo era solamente a medias y que disimuló en parte el incómodo momento, aflojó la tensión que surgía del “caso Morales”. Luego del poco feliz episodio que protagonizara el legislador en la última sesión vertiendo una ensañada catarata de agravios sobre la figura del vicegobernador Guillermo Jenefes, el aire dentro del bloque del PJ se podía cortar con la punta de una medialuna. Jenefes hizo silencio de recinto. Pero después desató su ira de una manera más efectiva y contundente: mediática y política. Respondió al machetazo con el escalpelo. El resultado del cierre de pinzas fue que se le requirió a Morales una explicación y una necesaria reparación a sus dichos. El temperamental técnico dejó asomar una excusa y reiteró sus cargos en contra del jefe del Poder Legislativo, vicegobernador de la Provincia, presidente del Congreso del PJ y dispuesto aspirante a gobernador. Dicen que una abrumadora acumulación de firmas (¿24?) de los diputados del bloque refrendó el pedido de expulsión del bloque de Miguel Morales, quien conservaría su banca, pero, de prosperar el trámite, en el ostracismo y la soledad a donde lo condujeron sus excesos. Dicen también que los involucrados en esta novela hasta buscaron -o tantearon- apoyos por fuera del PJ, “¡sin darse cuenta que se aferran a salvavidas de plomo!”, deslizó un viejo ordenanza de la Legislatura. “¿Por qué fractura?”, volvió a preguntar el legislador del comienzo. Le explicaron que se hablaba de que, en la diferenciación entre fellneristas y jenefistas, los primeros se encolumnarían en defensa de Morales. Esa respuesta le dio pie para definir, esta vez con extrema seriedad: “acá nadie saca los pies del plato, el bloque está unido, y la situación creada no atraviesa los límites de las simpatías internas personales de los diputados. Al diputado Morales se le escuchó un descargo inaceptable y el bloque reaccionará como debe hacerlo, en defensa de la Institución y en resguardo de su propia integridad. Entiendo que Morales, hoy por hoy, está fuera de este bloque”, definió. Y agregó que tanto el presidente de la bancada, Olindo Tentor, como el propio gobernador, se habrían expresado de manera terminante en la necesidad de cortar de raíz estos episodios que agravian al Poder Legislativo y al PJ. En pocas horas se sabrá si efectivamente las cosas terminan así. Corrección: si este capítulo, termina así. Porque inevitablemente, una sanción al diputado provincial, dejará también en incómoda posición a la diputada nacional Mariela Ortiz (FPV), pareja del diputado Morales, y a su padre el intendente de Palpalá, Alberto Ortiz, quien por su parte, y por otras razones, atraviesa también un trance político bastante incómodo. Como fuera, en lo profundo del bloque peronista, más allá de la unidad monolítica que exprese pour la gallerie, algunos delicados cristales se quebraron para siempre, y los filosos pedazos producirán heridas que se verán con el tiempo. Este jueves, en una Legislatura que empezará a prepararse para recibir al nuevo diputado Jorge Noceti (mientras el gobernador madura si designará otro secretario de Cultura o volverá a desdoblar el área en Turismo y Cultura, y hasta quizá les otorgue un rango ministerial), habría sesión, sin fracturas, con algunas facturas acompañando el café y otras prolijamente guardadas en las bancas.
Los “Macrirrebotes”
Que la visita de Macri en ocasión del Bicentenario cayó como patada en el hígado a radicales y peronistas jujeños ya quedó grabada en la historia política local. Desde estas líneas nos ocupamos en su momento de la reacción de unos y otros. Pero algunos coletazos siguieron en la semana. Por ejemplo, el malhumor instalado en Casa de Gobierno, cuando se encontraron en la prensa con las fotos del jefe del PRO, escoltado por los sonrientes intendentes de la Capital Chuli Jorge (UCR), y el de Palpalá Alberto Ortiz (FPV). “No quieran imaginar el color rojo subido de la piel y el tono áspero de la voz de Eduardo cuando se encontró con las fotos”, comentó un infidente que escucha y ve desde atrás de los cortinados de los despachos de San Martín 450. “¿Se imaginan si hubiese estado en Jujuy la Presidente de la Nación?”, agregaba el datero, “¿cómo le explicábamos que es el mismo intendente que los Gobiernos provincial y nacional bancaron y mimaron hasta lo increíble?. ¿Y cómo le podríamos decir que es el mismo hombre que tiene aspiraciones de ser vicegobernador o diputado nacional del kirchnerismo algún día?” Las preguntas de nuestro corresponsal en las sombras, naturalmente, no tienen respuesta. Hoy, no. Pero para entender actitudes, valga recordar que quizá el palpaleño le devolvía gentilezas al capitalino, que en un importante acto público realizado en la ciudad siderúrgica, metiéndose de lleno en la interna peronista, meses atrás arremetió duramente a la fracción opositora a Ortiz (que en el Concejo Deliberante lideraba el entonces presidente del cuerpo Alfredo Gerry) exigiéndole que lo dejen trabajar en paz. Puede ser una explicación. Hay otra: que ambos intendentes, más allá de sus mandos naturales y sus declamados grupos de pertenencia, hace tiempo estarían rondando el armado nacional de una estructura de intendentes con base en la imaginación de Julio Pereyra, intendente de Florencio Varela y en un guiño desde alguna alta oficina de la propia Casa Rosada. “Cosas veredes...Sancho, que non crederes” le diría el Cid a su obeso escudero. Pero alguien estaría ahí para refutarlo diciendo: “La política, es el arte de lo posible...”. Las especulaciones acerca de los “macrirrebotes” van y vienen. En la UCR, la piel les quedó ardiendo tras los latigazos de Gerardo Morales. Rápido de reflejos, el presidente del Comité Provincia, convocó a plenario del cuerpo más los responsables de los 60 nuevos comités creados en el interior. Mario Pizarro intentó apagar el incendio ordenando un urgente trabajo de relevamiento de necesidades y propuestas del el radicalismo para aprovechar este año no electoral, elaborando ideas y estimulando nuevas dirigencias. “Tenemos que dar vuelta la página de este episodio de Macri rápidamente” les habría dicho a sus colaboradores inmediatos, “y mostrar que no fue nada más que un pequeño ruido que se va a superar pronto”. Cuando apareció un interesado en conocer cómo se reacomodarán las relaciones y los niveles de mando en el partido, Marito dijo: “Estoy seguro que el Chuli y Gerardo se van a reunir pronto, si es que no lo han hecho ya, y se van a corregir todos los desajustes”. Y los dejó a todos como cuando vinieron de los actos del Bicentenario.
Como se ve, a finos estiletazos, o a groseros hachazos, septiembre se abrió paso en Jujuy, dispuesto a entregar material de construcción para una estructura que nos contendrá -sea como sea- a todos.
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