El mandatario de La Pampa tiende puentes con los de La liga y otros de la región. Canuto anticíclico y resistencia contra quien prometió fundirlos.
Por Juan Pablo Gavazza
Cultor, como buen futbolero, del paso a paso, pero también del “retroceder nunca, rendirse jamás”, el gobernador de La Pampa, Sergio Ziliotto, hace el intento de contagiar con su impronta al scrum de federales para plantarse ante la embestida del presidente Javier Milei.
Ziliotto tiende puentes con gobernadores compañeros y no tanto y alza el tono de una resistencia que inició incluso antes de que comenzara la gestión. Reelecto en La Pampa, donde Milei también ganó la segunda vuelta con un porcentaje similar al del país, el gobernador pampeano teje contactos y relaciones y milita argumentos mientras revisa cada día la billetera provincial.
En plena guerra total, La Pampa se golpea el pecho y se posiciona como posible faro de esa resistencia: el gobernador repite que la siempre relativa independencia económica facilita la soberanía política. La provincia tiene un jugoso fondo anticíclico generado desde hace largos años, por distintas gestiones, y además percibió hace algunas semanas dinero fresco de un juicio por coparticipación mal liquidada que la Corte Suprema de Justicia resolvió en su favor.
Más espanto que amor
"El gobierno nacional pretende poner a las provincias de rodillas", denuncia Ziliotto. Y advierte: “Mi mandato popular es defender a La Pampa, a pampeanos y pampeanas. Nuestra ventaja es que no tenemos tanta dependencia como otras provincias".
La Pampa ya había detectado las posibles “recaídas” de gobernadores del espacio nac&pop que hicieran su propio juego para congraciarse con el gobierno central. Pero, a lo mejor con más espanto que amor, incluso quienes aparecieron con “gober-amigables” ahora regresan al redil y juegan a volver mejores. Ziliotto fue amable -pero severo- para manifestar su desacuerdo con el traspaso puntual de los legisladores tucumanos de Osvaldo Jaldo al oficialismo. Antes, el santiagueño Gerardo Zamora y el catamarqueño Raúl Jalil también se habían mostrado como cumpas-friendly.
Los gobernadores peronistas analizan que entre los sectores pertenecientes a otras fuerzas no hay una decisión de romper con el gobierno nacional, pero la propia realidad puede llevarse a empujones esas intenciones. Y sí tienen en claro que otro hilo conductor para los posicionamientos es el antiperonismo: se avizora que, aun alineándose entre federales, hay espacios que se pararán en la vereda de enfrente de cualquier cosa que huela a bombo y choripán.
El tono discursivo de Ziliotto y esa decisión de no dar el brazo a torcer lo llevó en las últimas semanas a ser un personaje posicionado también en los medios de mayor circulación con epicentro en la Ciudad de Buenos Aires, aunque algunos no dejan de recordarle la embestida que les dedicó en pandemia, cuando lamentó que “le sobran muchos porteños a la Argentina que trabaja”.
El gobernador reniega de cualquier intento de liderazgo en esta coyuntura, porque –interpretan en su entorno- facilitaría divisiones. Aunque entiende que por su volumen político, densidad poblacional y representación presupuestaria, es lógico que se cocine en la provincia de Buenos Aires un nuevo polo de poder.
Cuando en las últimas semanas la figura de Ziliotto pareció demasiado a la cola de la de su par Axel Kicillof, con quien tiene una excelente relación, el pampeano prefirió pegar un faltazo a la convocatoria que hizo el bonaerense, aunque hizo su aporte vía remota para sumarse al reordenamiento. Ziliotto no tiene reelección como gobernador y una presencia nacional, además de potenciar su propia figura, puede ayudarlo a contener y licuar fronteras adentro las inevitables escaramuzas locales para agazaparse rumbo a 2027.
Motosierra y teléfono descompuesto
Ziliotto conservó el bajo perfil en toda su trayectoria política: esquiva los titulares mediáticos y no es de alzar el tono. Pero en el contexto actual está yendo a fondo. La Pampa por su cuenta pudo afrontar algunas consecuencias de la motosierra libertaria en la obra pública imprescindible, pero otros emprendimientos de mayores costos son inabordales: eso deirvó, por ejemplo, en la suspensión de la construcción de tres barrios ProCreAr y el inmediato despido de más de 300 trabajadores.
A la poda de fondos se suma la incertidumbre que es marca y estilo: la Nación no sabe / no contesta, no atiende los teléfonos. La continuidad de obras, programas o políticas públicas ya instaladas es un misterio.
Esta misma semana aparecieron en La Pampa las primeras declaraciones del referente de La Libertad Avanza en la provincia. Luciano Ortíz, docente, con nula trayectoria política, reveló que es “el nexo” informal con el gobierno nacional y que por él deben pasar reclamos, demandas y sugerencias tanto de organismos oficiales como de sectores organizados de la población o de personas con necesidades. Su función no tiene cargo formal: es una virtual privatización o partidización de esa tarea. Dijo, además, que “Milei no conoce La Pampa y no va a tomar ninguna medida para beneficiarla, porque no va a definir medidas para beneficiar a una provincia en particular sino que debe favorecer al conjunto de los argentinos”.
Puentes con la región y con la historia
La figura de Ziliotto puede ser importante en las derivaciones de unidad de las fuerzas federales: además de su presencia en la rosca peronista también habla con gobernadores opositores y fue protagonista de la cumbre patagónica que reunió a actores que pueden resultar claves en la batalla legislativa que viene. La Pampa es una de las que más fuerza hace para generar organización regional en el Congreso, donde ocupantes de las bancas ya hicieron foto conjunta y documentos con posicionamientos puntuales.
Asoman fundamentales en la votación en el Senado los roles de los partidos provinciales que comandan los gobernadores Rolando Figueroa (Neuquén) y Alberto Weretilneck (Río Negro). También el papel del santacruceño Claudio Vidal, sindicalista peronista que derrotó al histórico kirchnerismo. Los federales tienen claro que hay que aceitar esas bisagras.
Dice Ziliotto: "Lo que más nos une es el respeto que tenemos de nuestra representatividad popular. A veces parece que el único que tiene votos es el presidente, pero no hay un voto calificado y resulta que los votos del presidente son mejores y los votos de los gobernadores son de segunda. Lo mismo ocurre con los legisladores".
Ziliotto tiene alta experiencia legislativa nacional y ahora que Mauricio Macri tiende a apoderarse de una porción más importante del gobierno, también tiende puentes con la historia: en pleno macrismo fue el pampeano Carlos Verna el que lideró la resistencia federal, incluso con aquel reproche histórico a sus compañeros PRO-friendly, a quienes les reprochó que “están más cerca de Macri que de Perón”. Verna terminó siendo pieza fundamental de la unidad peronista que desembocó en la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández.
El peronismo pampeano, si bien nunca sacó los pies del plato del PJ nacional, siempre hizo una cultura de la defensa de los intereses provinciales por sobre las pertenencias a distintas líneas internas. Esas tensiones fueron especialmente fuertes durante el kirchnerismo, pero a grandes rasgos la mayoría de los sectores representativos del PJ pampeano han acordado pararse de manos cuando los gobiernos centrales causaran perjuicios, aún si fueran del mismo signo político. Con más razón, el peronismo vela sus armas ahora que la avanzada libertaria de ultraderecha amenaza con fundir a las provincias.
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