Estuvo en el Palacio de Hacienda con reuniones con la mira en los mercados; encuentros con su equipo, intendentes y comidas en familia; la despedida del búnker y las mesas testigos
Sergio Massa se fue a última hora de este viernes del Palacio de Hacienda, al que llegó temprano y en el que se juntó con su equipo económico con la mira puesta en los mercados, en el primer día de veda electoral antes del balotaje de este domingo frente al libertario Javier Milei. Para este sábado tiene previsto almorzar con su familia y luego hacer una última visita al búnker de la calle Mitre, sede de campaña de Unión por la Patria (UP) desde julio pasado. El domingo, en tanto, votará a las 11:30 y luego se recluirá en su casa de Rincón de Milberg hasta el atardecer, cuando concurra al Complejo C, en el barrio de Chacarita para esperar los resultados oficiales, que definirán al próximo presidente argentino.
Durante este viernes, luego de reunirse con el equipo económico por la mañana, recibió a los intendentes de Tigre, Julio Zamora, y de San Fernando, Juan Andreotti, en su despacho del quinto piso. Por la tarde participó de la firma del contrato de financiamiento de caños para el segundo tramo del gasoducto “Néstor Kirchner”, con el Banco Centroamericano. Luego de eso mantuvo otra serie de reuniones y partió tarde a descansar.
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Para este sábado tiene previsto almorzar en familia, en su casa del barrio “Isla del sol”, en Rincón de Milberg, Tigre. Estarán su esposa, Malena Galmarini, sus hijos Milagros y Tomás, y sus padres, Alfonso “Fofó” Massa y Luciana “Luci” Cheti. Inmigrantes italianos, ambos dejaron hace algunos años la casa familiar de San Martín en la que creció el candidato y se mudaron a Tigre para estar cerca de sus hijos. Además de Sergio tienen una hija mujer, de bajísimo perfil, que también vive en la zona.
Massa, este sábado en el bunker de Unión por la Patria
Luego de eso Massa descansará y se trasladará en la tardecita al búnker de la calle Mitre, en el que el oficialismo centró su base de operaciones para la campaña. En esa mole de hierro y vidrio, de seis pisos para arriba y tres para abajo, se encontrará con los jóvenes que tienen bajo su área la carga de datos las denominadas “mesas testigo”, que el domingo comenzarán a dar las primeras proyecciones de los resultados que se anticipan inciertos. Será la última visita en modo candidato, con la que se despedirá del lugar que albergó la campaña que se dividió en etapas y registró una fuerte levantada en las generales, tras el tercer puesto en agosto.
Quienes dialogaron por estas horas con Massa aseguran que lo vieron “tranquilo” y enfocado en lo que espera “poder hacer” en caso de llegar a Balcarce 50. Al tan mentado proyecto de “unidad nacional”, Massa hizo hincapié en la modernización del Estado y darle la Oficina Anticorrupción (OA) y la mitad del directorio del Banco Central a la oposición. Apuestas fuertes al filo de la veda y apostando al todo o nada que significa la elección más trascendental de su vida.
Terminado ese paso por el edificio ubicado en el microcentro porteño, a menos de 200 metros de la Casa Rosada, a la que aspira llegar el 10 de diciembre, volverá a la tranquilidad de su casa y desde allí recién saldrá a la mañana del domingo para ir a votar a la escuela 34, en Alvear y Chacabuco, en el municipio que gobernó por dos períodos. La mesa será la 114 y el orden, el 22. Massa emitirá su voto y luego está previsto que dialogue con los periodistas que harán guardia en el lugar. Después de eso volverá a su hogar para repetir el plan del almuerzo anterior. Allí, a diferencia del día anterior, faltará Milagros, su hija mayor que, al igual que en las generales, será fiscal de Unión por la Patria (UP).
Nadie descarta que se sume alguien más a la comida, pero algo es seguro: antes y después, siguiendo su habitual estilo casi híper activo, Massa hablará con intendentes, gobernadores y referentes de distintos puntos del país que le empezarán a pasar los primeros datos de sus jurisdicciones. En su entorno aseguran que no contrataron los “boca de urnas”, pero cuentan que sí los reciben igual por medio de quienes sí lo hicieron y se los reenvían. Será acaso una forma de canalizar la incertidumbre y ansiedad que marca las últimas horas de una carrera decisiva.
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