En un anuncio de baja intensidad, el Gobierno lanzó un sistema de inscripción voluntaria que cuenta con un fracaso como antecedente. Una medida de polarización más electoral que real para llevar a la práctica.
Por Sebastián Iñurrieta
El 25 de septiembre comenzó a regir la veda para que el Gobierno realice anuncios. Este lunes, feriado, el Ministerio de Transporte -que depende por organigrama y políticamente del ministro-candidato Sergio Massa- lanzó un sistema de renunciamiento a los subsidios que, guiándose por el articulo 64 del Código Electoral, lejos está de ser una medida "que pueda promover la captación del sufragio a favor de cualquiera de los candidatos a cargos públicos electivos nacionales". Al contrario, que el boleto de colectivo pueda pasar a $ 700 y el de tren a $ 1100 espanta votos. La intensión oficial subyace por lo bajo, maquiavélica: el aspirante presidencial no quiere sumar electores para Unión por la Patria, sino intentar que huyan de Javier Milei.
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Mientras Diego Giuliano estaba explicando el alcance del renunciamiento voluntario a los subsidios, no a los honores, desde el comando de UP explicaban la necesidad de un acto público al cierre de un fin de semana XXL. "Sin subsidios, la tarifa Milei (sic) es de 700 pesos. Veamos cuánta gente quiere motosierra". Desde el escenario, el funcionario massista blanqueó el punto aún contrafáctico: "Esto es lo que está hoy en el debate público, La Libertad Avanza plantea la eliminación de los subsidios al transporte en general".
La polarización institucional con Milei no es nueva. Massa buscó instalar en la agenda parlamentaria proyectos que impidan iniciativas libertarias, como la prohibición a la venta de órganos, no tanto por el temor a que un gobierno de LLA las lleve a cabo, sino para recordarle al electorado las peores ideas del economista. Incluso algunas las niega en campaña, como la desregulación del mercado de armas de fuego, a pesar de que forma parte de la plataforma que presentó ante la justicia electoral.
Un lunes feriado, un día de bajo encendido de medios de comunicación, el gobierno lanza un programa "opcional" que llevaría -enc caso de inscripción - un viaje en colectivo en la zona metropolitana de $ 52 (el boleto mínimo) a $ 700 de "tarifa plena", lo que implicaría un 1246% de aumento.
A partir de este martes, 17 octubre, Día de la Lealtad para el peronismo, se podrá preavisar el renunciamiento voluntario en la web.
¿Quién querría renunciar a los subsidios? ¿Quién querrá pasar a pagar $ 700 pesos o U$S 0,7 el colectivo? El anuncio no puede ocultar su olor electoral. Más aún si se considera el exitoso fracaso de su antecedente, un oxímoron que se le puede atribuir a Julio de Vido.
Renunciar a los honores, no a los subsidios
En 2011, bajo el registro 2853, Néstor Kirchner renunció voluntariamente a recibir subsidios a los servicios públicos de su vivienda, tanto a la luz, el agua y el gas. El problema para el sistema lanzado por el Ministerio de Planificación es que el expresidente había fallecido 13 meses antes. Ese fue uno de los tantos problemas que sufrió la web de De Vido (cualquiera podía inscribir a alguien con sólo anotar el DNI y aceptar el formulario), pero el principal contratiempo fue el escaso volumen de interesados.
El renunciamiento voluntario fue la forma del kirchnerismo de resistir los tradicionales embates del Círculo Rojo que siempre reclama un ajuste tarifario. Hubo una verdadera gesta K para darle entidad patriótica a la medida no obligatoria, frente a una quita directa establecida por zonas, bajo el recordado eslogan de "sintonía fina".
"Es un éxito porque permite la participación ciudadana para legitimar una decisión estratégica del gobierno nacional", alabó el sistema De Vido tres meses después. Para entonces, sólo se habían inscripto 21.974 personas, una cifra que como máximo llegaría a los 35 mil con el correr del tiempo.
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