Autopercibidos portadores del peronómetro, le tiran centros a la vice y sueñan con ser los Milei del futuro. El truco nacionalista y el otro setentismo.
Por Marcelo Falak.
Autopercibidos portadores del peronómetro –título que los votantes del peronismo les niegan rotundamente cada dos años–, personajes como Guillermo Moreno y Sergio Berni se imaginan como los Javier Milei del futuro.
El primero, que viene de recibir su tercera condena en una causa por manipulación de las estadísticas del INDEC, innovó en materia historiográfica en uno de los programas de TV que le dan pantalla para panelear al afirmar que "Videla y Viola fueron prosoviéticos" y "dentro del Ejército, 'los generales rojos'", en referencia a los dos primeros presidentes de facto de la última dictadura.
La ensalada en asombrosa y reveladora de que en la era de la posverdad se puede decir cualquier estupidez. Total, el público se renueva y la juventud que recién se asoma al mundo por fortuna abunda.
El peronismo de Berni y Moreno
Moreno ignora –o no, no lo ignora– que las dictaduras de los años 70 en Sudamérica fueron patrocinadas por la CIA en un contexto de Guerra Fría y que los militares que perpetraron en muchos de sus países violaciones sistemáticas de los derechos humanos adquirieron el knowhow en academias estadounidenses. Asimismo, que estos fueron criminalmente "antizurdos" –vaya coincidencia– y que fueron protegidos por Washington antes y después de la refrescante y pasajera primavera de Jimmy Carter.
Acaso se haya referido al embargo cerealero de 1980 impuesto por ese presidente demócrata a la Unión Soviética en represalia por la invasión a Afganistán, al que el Proceso no adhirió por motivos estrictamente comerciales. También a que eso habilitó una transacción informal con Moscú que les dio a los militantes del Partido Comunista Argentino un trato más benevolente en medio del baño de sangre imperante, pero omite todo lo demás y que el propio embargo fue levantado en 1981 por Ronald Reagan.
El tema del debate en el piso de C5N era el nacionalismo de Victoria Villarruel, a la que ese peronismo –tan setentista como el camporismo, aunque por motivos opuestos– no deja de tenderle la mano para convertirla en su cabecera de playa contra el "globalista" Milei.
Sergio Berni, a los bifes
Sergio Berni fue menos revisionista y más directo. El senador provincial bonaerense postuló que "el debate no es si nosotros estamos cerca de la doctora Villarruel, sino si la doctora Villarruel está cerca de este gobierno. Yo creo que no".
"Yo, a Villarruel la quiero en mi equipo porque veo una peronista, veo una persona con una impronta nacionalista, que es de lo que este gobierno tiene una carencia absoluta", agregó, reiterando un guiño ya lanzado nada menos que en la previa del último 24 de marzo.
Es difícil de explicar que Berni haya sido por tanto tiempo un puntal en seguridad, nada menos, de Cristina Fernández de Kirchner y de Axel Kicillof.
Mientras, el amplio movimiento, incluso en cabeza de sus dirigentes más respetables, sigue acudiendo a las convocatorias programáticas de Moreno e invitando a Berni a sus juntadas por la renovación y la unidad.
Si alguien no llega, que arranquen nomás.
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