Por Julio BlanckLo tienen todo fríamente calculado. Solamente falta que el director llame a escena. De antemano suponen que, si no pasa nada raro ni se desalinean los astros, la hora señalada será algo después de las nueve de la noche de hoy, cuando el ministro Florencio Randazzo haya cumplido con el ritual de informar desde la Casa Rosada los primeros datos de la elección.
Las últimas encuestas que llegaron al comando electoral que coordinó el secretario general del Gobierno porteño, Marcos Peña, le daban a Michetti la posibilidad de superar el 40% de los votos. Pero con independencia de cuál sea el porcentaje final alcanzado, la estrella en ese escenario será Macri.
La pelea por las luminarias y el cartel francés de este domingo asoma desigual, contando que en esa competencia está Sergio Massa. Pero además, también serán ganadores con pretensiones el socialista Hermes Binner y el radical Julio Cobos. Y está Daniel Scioli, con su ambición ignífuga y persistente. Y el senador Ernesto Sanz que no se baja de nada. Y Sergio Urribarri, el kirchnerista que gobierna Entre Ríos y quiere jugar en las ligas mayores. Con tanta gente en la pista, Macri no quiere perder ni un minuto para correr detrás de su propósito.
Dicen los conductores del PRO que, si se cuentan bien los votos, pueden llegar al 10% en todo el país. Esto es, algo más de 2 millones de boletas con los candidatos amarillos. No es un patrimonio como para decir no trabajo más y vivo de rentas, pero resulta una base interesante que habrá que consolidar y acrecentar para llegar con alguna esperanza razonable a 2015.
Ganar, lo que se dice ganar, van a ganar sólo en la Capital. Pueden salir segundos en Santa Fe y Entre Ríos: quizás Miguel Del Sel se venga para el Congreso con otros dos diputados santafesinos más; y el ruralista Alfredo de Angeli puede alcanzar una banca entrerriana en el Senado.
Se ilusionan con dar alguna sorpresa interesante en Córdoba con el ex referí Héctor Baldassi, en Salta, en San Juan, en La Pampa con el ex jugador de Boca Carlos “Colorado” Mac Allister, en Salta, en Tierra del Fuego con Liliana Fadul y, en menor medida, en Tucumán, Mendoza y Jujuy.
De los 12 diputados nacionales que tienen ahora podrían estirarse a 21 diputados y tres senadores. Si se les cumple el pronóstico, por primera vez podrán decir que son una fuerza nacional. No es poco para empezar.
Capítulo aparte resulta la provincia de Buenos Aires, donde el macrismo quedó integrado al Frente Renovador de Massa. Eso les permitirá renovar los tres diputados nacionales que pusieron en las listas y meter decenas de concejales, que son la base con la que piensan pelear en 2015 las intendencias en media provincia. Pero, es inevitable, el festejo bonaerense será para Massa y no para ellos.
Macri juró que el casamiento por conveniencia con Massa se termina hoy mismo, pero en política es mejor nunca decir nunca. Ni Massa tiene el cielo ganado de antemano ni Macri puede firmar hoy que no buscará alianza alguna para tratar de llegar con más potencia a 2015.
Por cierto, los otros jugadores calzan sus puntos. Error fatal, por ejemplo, sería considerar al kirchnerismo tirado sin remedio en la banquina de los perdedores. O menospreciar la capacidad de Scioli para regenerarse después de pasar las peores desventuras. De hecho tienen, todos, el año que viene enterito para dibujar sus construcciones posibles. Después se verá, si es que antes el Diablo no mete la cola.
La cuestión es que los macristas llegan a esta elección derramando optimismo. Tanto que después de su fulbito de cábala electoral del viernes por la mañana, Macri se subió a un avión privado y horas después se volvió a poner los pantalones cortos y los botines en Humahuaca. Fue su manera de cerrarle la campaña a Dante Dodi, agente de turismo y candidato a intendente en esa localidad jujeña de 17.000 habitantes, de los cuales sólo el 5 por ciento tiene teléfono en su casa.
Porque puede haber mucha plata, mucho marketing, tecnología y propaganda, pero al final los votos se cuentan de a uno.
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