Casi un millón de personas en el mundo mueren por suicidio cada año y un cuarto de ellos corresponde a niños y adolescentes, según cifras difundidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que se conmemora el 10 de septiembre.
Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) indicó que en la región de las Américas, 60 mil personas se quitan la vida cada año y, con esta cifra, el suicidio se ubica en el lugar número 20 entre todas las causas de mortalidad, pero ocupa el tercer puesto en la población de entre 10 y 24 años.
La OPS agregó que tasa de mortalidad por suicidio en el quinquenio 2005-2009 fue 7.4 muertes por 100,000 habitantes mientras que los mayores índices están en las personas entre los 45 y 59 años (12 muertes por 100.000 habitantes) y en los mayores de 60 años (10.6 muertes por 100.000 habitantes).
En el marco del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, la OPS llamó a terminar con el estigma que sufren las personas con trastornos mentales o comportamiento suicida, una de las principales barreras para prevenir estos episodios.
“Debemos cambiar las actitudes de la sociedad hacia las enfermedades mentales y el comportamiento suicida para que las personas en riesgo o sus familias no sientan temor, vergüenza o discriminación a la hora de pedir o buscar ayuda”, señaló la Directora de la OPS, Carissa Etienne, y agregó que este cambio “podría salvar miles de vidas”.
El tema elegido este año para la ocasión es "El estigma: una barrera importante para la prevención del suicidio". La observación de esta fecha es una iniciativa de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP, por sus siglas en inglés) y la OMS, y apunta a mejorar la educación en el tema, distribuir información y aumentar la conciencia de que el suicidio es prevenible.
Una gran proporción de las personas que mueren por esta causa sufre de enfermedades mentales. Más del 90% de los casos de suicidio se asocian con trastornos psiquiátricos, aunque también existen otros factores sociales, económicos y culturales que influyen en este comportamiento. Sin embargo, muchas de estas personas no entran en contacto con los servicios de salud o sociales. Por otro lado, en numerosos casos no hay servicios suficientes disponibles para ayudarlos en momentos de crisis.
Esta falta de acceso a la atención adecuada es uno de los factores que aumentan el estigma asociado con la enfermedad mental y con el comportamiento suicida. El estigma puede surgir por diversas razones, entre ellas, la falta de conocimiento sobre el tema. Una de las formas de abordarlo es mediante programas educativos basados ??en la comunidad y dirigidos a subgrupos específicos de riesgo.
Pero el conocimiento no es suficiente para combatir el estigma. Muchos profesionales de la salud que se sienten incómodos tratando a personas con enfermedades mentales o ideas de suicidio, a menudo tienen actitudes negativas sobre este tipo de pacientes. Esto puede resultar en una falla a la hora de brindar una atención óptima y apoyo en situaciones de crisis.
Cambiar tales actitudes requiere de un esfuerzo a largo plazo para modificar valores culturales de la comunidad y de un esfuerzo paralelo para modificar y mejorar la forma de abordaje de los trabajadores de la salud, en particular los de atención primaria.
La mayoría de los suicidios pueden prevenirse. La OMS aconseja, entre otras cosas, reducir el acceso a los medios para suicidarse (pesticidas, medicamentos, armas de fuego); tratar a las personas con trastornos mentales, y en particular a quienes padecen depresión, alcoholismo o esquizofrenia; realizar un seguimiento de los pacientes que intentaron quitarse la vida; fomentar un tratamiento responsable del tema en los medios de comunicación; y capacitar a los profesionales de la atención primaria de salud.
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