El peronismo de la provincia de Buenos Aires vive en estado de ebullición. No es algo nuevo, pero después de la inimaginable derrota electoral de hace dos años en territorio bonaerense, las cosas cambiaron. Sin el liderazgo indiscutible de Cristina Fernández ni un gobernador que los contenga, hoy el poder pasa por los intendentes. En sus manos se encuentra el futuro del justicialismo provincial, y por qué no, del nacional.
Por Rubén Molina
Hoy, los jefes comunales del Partido Justicialista conforman especies de federaciones. Se agrupan de acuerdo a sus alineamientos y necesidades. Están los que apoyan a CFK, los que reclaman una renovación y los que apuestan a una unidad con todos los sectores. Todo eso puede estallar por los aires si es que finalmente se confirma la interna que no pudo darse en 2015 entre Daniel Scioli y Florencio Randazzo. Esta vez, sólo en territorio bonaerense, pero su resultado claramente impactaría en el orden nacional.
Por ahora, todos los caminos confluyen hacia esa hipótesis. Cada vez toma más fuerza la decisión de Randazzo, y como contrapartida, cada vez es más difusa una candidatura de Cristina. La presencia de Daniel Scioli en plan de campaña en distintos puntos del Conurbano refuerza la idea de que será él quien encarne el “pan-kirchnerismo”.
¿Una colisión es inevitable? ¿Cómo se alinearán los planetas del universo PJ en esta contienda pejotista? ¿Será todo esto una puesta en escena para después confluir en una lista única? Por el momento resultaría apresurado adelantar una respuesta a esas preguntas. Aún faltan definiciones de los propios protagonistas, algo que podría demorarse por bastante tiempo. Hasta ahora, sólo hay gestos.
Por el lado de los de Randazzo, el reciente encuentro de Junín los dejó con sabor a poco. Algunos esperaban la presencia del propio ex ministro, lo cual no ocurrió. Sí salió un documento en el que los presentes se manifestaron a favor de ir las PASO. Como si eso fuera poco, ya se anunció un nuevo encuentro para el 27 y el 28 de abril en el que se lanzará una nueva línea interna que serviría de plataforma a la candidatura del ex funcionario "K".
Participaron del cónclave el mecánico Oscar Romero como anfitrión, Julián Domínguez, Gabriel Katopodis, Aníbal Pittelli, Fernando “Chino” Navarro, Eduardo “Bali” Bucca, el "taxista" Omar Viviani, Germán Lagos, Norberto García, Norberto Di Próspero, Humberto Bertinat, Gustavo Di Marzio, Mariano San Pedro, José García, entre otros dirigentes. Un amplio abanico del pejotismo provincial.
Por el lado de Scioli, queda claro que ya está en plan de campaña. En menos de cinco días paseó por distintos puntos del Conurbano sur. Lomas de Zamora, Almirante Brown y Esteban Echeverría fueron escenarios de su recorrida por la Tercera Sección Electoral. Queda determinar si lo hace en carácter de compañero de una eventual fórmula con CFK o si lo hace a título personal.
En el campamento "K" hacen el siguiente cálculo: la fórmula Cristina-Scioli es la única que puede retener un electorado "histórico" cercano al 40 por ciento, que en su mayoría apoya a la ex primera mandataria. No son pocos los que sostienen que, en caso de que Fernández resuelva no dar la batalla, finalmente incline su dedo hacia el ex motonouta, quien sería el que más chances tendría de retener ese caudal de votos, siempre y cuando quede claro que es el candidato de Cristina.
De esta manera, una interna abierta entre Randazzo y Scioli quedaría prácticamente habilitada, salvo que se alcance una lista de unidad, algo que anhela la "superestructura" partidaria, entre ellos los del grupo “Esmeralda", que conduce el intendente lomense, Martín Insaurralde. Así, la sangre no llegaría al río y se evitaría una interna, como quiere la militancia. Aquí también se ubican aquellos intendentes y dirigentes que quedaron "expulsados" del universo kirchnerista.
El punto es que, si Cristina Fernández resuelve su candidatura, el cantar sería otro. La mayoría de las encuestas indican que en un mano a mano con Randazzo, CFK sería la ganadora. ¿Se le animará su ex ministro? En su entorno dicen que sí, pero él reclama una estructura que le dé garantías para dar esa pelea. Por ese motivo los "desclasados" de la ex presidenta redoblan el paso para armar las condiciones y la seguridad de una batalla con aroma a victoria.
Así las cosas, en los diferentes campamentos comienzan a dar los primeros pasos y ya se pueden observar algunas escaramuzas dialécticas y de las otras. Aún resta mucho tiempo y cualquier resolución es posible. El tiempo no les juega a favor. Los que entienden la política de alto vuelo aseguran que las elecciones de octubre son vitales para determinar el futuro del país. Una derrota del PJ, prácticamente pondría a Mauricio Macri en las puertas de una reelección. Por el contrario, un triunfo justicialista sería la señal clara de un inevitable cambio de gobierno en 2019.
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