Así como la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal le recomendó públicamente a Aníbal Fernández que se llame a silencio durante la crisis por la triple fuga de General Alvear de los condenados por la mafia de la efedrina, siendo “La Morsa” uno de los principales responsables del crecimiento del narcotráfico, el mismo consejo le cabe a Daniel Scioli que, alegremente, ayer salió a dictar sentencia sobre la realidad económica de la Argentina cuando es el máximo responsable de haber dejado en ruinas a la provincia más importante del país.
Ayer, el ex candidato presidencial del Frente para la Victoria utilizó la red social twitter para dialogar con el periodista chimentero Jorge Rial, novio deAgustina Kämpfer, imputada por presunto enriquecimiento ilícito junto a su ex pareja Amado Boudou. El ex motonauta le echó toda la responsabilidad al gobierno de Mauricio Macri por la floja temporada que se está registrando en la Costa Atlántica bonaerense.
“Feliz regreso de tus merecidas vacaciones @rialjorge. Viendo tu programa, comparto la preocupación x la mala temporada teatral en los puntos turísticos, producto del ajuste en la economía. Antes se decía que los teatros no trabajaban por los recitales gratuitos que yo hacía en la playa de Mar del Plata. Al contrario, la gente los extraña como un derecho y me lo hacen saber todo el día en la calle”, dijo el mandatario provincial. Lo de Scioli es de una caradurez pocas veces visto. En realidad, los recitales que su gobierno organizaba en La Feliz nada tenían de gratuitos ya que, por lo bajo, eran financiados con aportes de empresas amigas del poder que recibían importantes y escandalosos beneficios políticos. Entre ellas estaba la firma Codere que, durante los 8 años de la gestión sciolista, amplió en casi un 50% el parque de tragamonedas en la Provincia (muchas de esa máquinas se instalaron precisamente en Mar del Plata), siendo el negocio del juego una actividad que saquea las economías locales y deja familias en la ruina absoluta.
Más grave aún es que Scioli habla de la situación económica como si fuese un extraterrestre. Y en realidad fue el máximo representante en los últimos comicios presidenciales de un gobierno que desplegó una política de destrucción que llevó a que actualmente haya 12 millones de argentinos que no pueda veranear porque viven en la pobreza o en la indigencia. Peor aún: la mayoría de quienes si pueden hacerlo optaron por irse al exterior, especialmente Brasil, por el atraso cambiario que desplegó el kirchnerismo durante meses, lo que llevó a una aguda recesión –la actividad industrial industria viene en caída libre desde hace mas de dos años- y a que las economía regionales hoy se encuentren al borde la quiebra.
Realmente cuesta encontrar algún aspecto positivo de lo que fueron 8 años de la gestión de Daniel Scioli. Y esto no solo se ve reflejado en el aspecto económico, con un déficit en la Provincia de 16 mil millones de pesos, una caja previsional como el IPS en rojo, una obra social (IOMA) vaciada y deudas sin registrar por $54 mil millones, comprometiendo seriamente la sustentabilidad de la administración provincial más importante del país.
La ruinosa herencia también se ve reflejada en uno de los aspectos más sensibles para la ciudadanía como es la seguridad, donde la gestión de Scioli y de sus dos últimos ministros de Seguridad, Ricardo Casal y Alejandro Granados, han dejado una policía absolutamente diezmada, sin equipamiento ni preparación, con altos jefes sospechados de estar vinculados directa o indirectamente con el narcotráfico y el crimen organizado.
Ayer, en nuestra región, se produjo un hecho puntual que refleja claramente la falta de preparación y profesionalismo que muestran varios integrantes –no todos, por suerte hay miles de agentes que hacen honor a su profesión y están dispuestos a dar la vida por el cumplimiento del deber- de la fuerza policial, a quienes irresponsablemente se les da un arma de fuego tras apenas un par de meses de deficiente entrenamiento y sin implementar prácticamente ningún mecanismo de control y de seguimiento para evaluar aptitudes físicas y psicológicas. Concretamente, ayer, en Berisso, un policía le vació el cargador de su arma reglamentaria a un colega suyo de la fuerza a raíz de una situación sentimental con una mujer (ver Drama policial: salía con su ex y lo mató a tiros). Este hecho debería servirle al actual gobierno como un severo llamado de atención acerca de si realmente muchos de los que hoy portan uniformes y armas reglamentarias están en condiciones de seguir haciéndolo.
Jorge Luis Borges recomendaba: “No hables a menos que puedas mejorar el silencio”. A Daniel Scioli le vendría bien tomar nota de ello.
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