El gobernador nunca logró construir su estructura y su futuro es incierto; la dificíl misión de reacomodarse en el PJ
El peronismo siempre va en auxilio del ganador. Ese viejo axioma justicialista esconde otra verdad irrefutable: para el derrotado sólo existe el desierto político. Daniel Scioli aún no sabe qué hará de ahora en más, pero no desconoce que mantenerse como líder del Partido Justicialista es una quimera.
Nunca hubo un plan B. Jamás se cruzó por la cabeza del gobernador bonaerense otra alternativa que el triunfo. Y aunque el presidente electo, Mauricio Macri, lo convoque a una reunión en los próximos días sabe que el poder del peronismo ya no le responde. Los gobernadores del espacio, que hasta ayer lo acompañaron, hoy están definiendo nuevos liderazgos. Incluso, ayer por la noche, ya comenzó la lucha por el poder dentro del PJ. Una batalla que siempre deja heridos.
Para Scioli no hay un futuro claro porque nunca logró construir poder propio que le permita pensar en una vida política más allá de esta elección. El sciolismo se agota en su figura y algunos pocos dirigentes. Por eso, a partir del 10 de diciembre, dejará de ser un núcleo de poder para transformarse en una entelequia.
"Seguramente descanse un tiempo, después se verá", dijo, lacónico, un hombre del círculo íntimo. El descanso podría ser en Italia, país al que viajó tras las PASO con la provincia inundada, lo que generó un fuerte malestar social y un enorme dolor de cabeza en un momento delicado de la campaña.
Quizá sirva de ejemplo lo que sucedió con sus antecesores. El ejemplo más claro para mirarse en el espejo sea Eduardo Duhalde. El ex presidente, que llegó al Poder Ejecutivo por un hecho excepcional, había perdido las elecciones con Fernando De la Rúa. Pero es un espejo que muestra una realidad difusa. Es que luego de la derrota, Duhalde se refugió en la provincia, desde donde condicionó al líder de la Alianza. Scioli no tendrá esa posibilidad.
Otros mandatarios provinciales pueden dar algunas certezas. Felipe Solá y Carlos Ruckauf, con suerte dispar y un recorrido similar en la falta de consolidación de un dominio propio, fueron lentamente perdiendo terreno hasta quedar en un segundo y tercer plano, respectivamente. Nadie de su entorno se anima a afirmar alguna de estas hipótesis.
Sólo hay un pedido. "Que la derrota no recaiga sobre los hombros de Daniel. La señora [por Cristina Kirchner] fue la principal responsable", aseguró uno de los amigos que hoy lo está consolando. Aunque este asesor, que tiene muchos años en la política, sabe que Scioli será uno de los que cargará con el cartel de derrotado para siempre. "El que pierde se transforma en un traidor en el peronismo", describió.
"Fuego amigo"
La debacle política de Scioli no tiene una sola respuesta. Nunca encontró respuesta para el "fuego amigo" al que fue sometido por parte del Gabinete nacional y los aliados del cristinismo puro, pero también cometió errores que terminaron complotando contra su sueño presidencial.
La elección (imposición, según la fuente) de Carlos Zannini como compañero de fórmula despejó la interna, pero lo terminó de encorsetar como la continuidad de Cristina Kirchner. Nunca hubo una lectura correcta de parte de Scioli sobre el hartazgo social que había causado en la mayoría de la sociedad la Presidenta.
También entra en esta cuestión el mensaje que en todo momento intentó imponer el gobernador. Nunca terminó de arraigarse en la gente.
Hoy todo esto poco importa. Scioli se enfrenta por primera vez en su vida ante una hoja en blanco. No hay objetivo a la vista. Después de 28 años ininterrumpidos de una carrera política siempre ascendente -fue diputado nacional, secretario de Turismo, vicepresidente y dos veces gobernador-, llega un tiempo de incertidumbre.
Su historia personal invita a pensar en que podría recuperarse, habrá que ver si la voluntad que siempre marcó como un valor indisoluble de su personalidad le permite reconstruir otro oportunidad. Hoy parece imposible.
Las máximas son parte de la política, en especial del peronismo. Y otra de ellas es que nunca un gobernador bonaerense accedió a la Presidencia por el voto del pueblo. Experiencia que Scioli aprendió ayer, de la peor manera.
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