El gobernador eligió la cita electoral del 11 de septiembre para activar su campaña nacional. Legado, transversalidad y proyección, con un ojo cuidando el pago.
Por: César Pucheta.
CÓRDOBA: En su último año como gobernador, Juan Schiaretti empieza a sumar elementos para ir más allá del bronce provincial y jugársela a nivel nacional. Todos los mandatarios cordobeses que lo antecedieron desde la recuperación de la democracia lo hicieron. Eduardo César Angeloz fue el candidato radical que perdió con Carlos Menem en 1989, Ramón Bautista Mestre ocupó cargos centrales en el gobierno de Fernando de la Rúa, y José Manuel De la Sota murió trágicamente cuando se encontraba construyendo su definitiva estructura para pelear por la Presidencia en 2019. Cuando el escenario de aquellas elecciones terminaron haciendo estallar Alternativa Federal, Schiaretti decidió refugiarse en Córdoba. Hubo quienes analizaron esa decisión como un renunciamiento. En realidad, parece, estaba tomando envión.
Esta semana, en medio de la crisis de gestión generada al conocerse las muertes de bebés en un hospital provincial, el gobernador cordobés estuvo en Marcos Juárez, la ciudad que de algún modo abrirá el próximo 11 de septiembre el calendario electoral de 2023 y que se plantea como una pelea para determinar si se extiende o no la supremacía que Juntos por el Cambio (JxC) logró en las legislativas del año pasado, pensando en el que viene. En esa ciudad, Schiaretti volvió a cambiar el chip. Siempre esquivo a hablar de temas coyunturales que lo tocan demasiado cerca, pidió por el “esclarecimiento” de las muertes en el Neonatal, llevó a su candidata a la intendencia a las inauguraciones oficiales y arrojó pistas sobre el esquema en el que se imagina participando en las elecciones del año próximo.
“No hay dudas que con quienes tengo más contacto es con los justicialistas, pero también hablo con muchos dirigentes radicales y también con algunos dirigentes del PRO”, dijo el único mandatario peronista que nunca se alineó con el Frente de Todos y que no deja de tener gestos que lo ubican jugando fuerte en la interna opositora.
Con todo, la estrategia también busca ser útil en el pago chico. Schiaretti sabe que no puede ni pensar su incidencia a nivel nacional si su gestión termina siendo la última del peronismo cordobés tras 25 años en el poder. Por eso necesita que Martín Llaryora se convierta en su sucesor y, de ser posible, lo haga por un margen que le permita salir a vender la victoria por todo el país. En esa táctica de vidriera, el gobernador de Córdoba se enfrenta con el problema que representa que los principales exponentes de la oposición cordobesa ocupen horas y horas en medios de alcance nacional. La participación de Luis Juez y Rodrigo De Loredo en las pantallas de las señales porteñas tiene efectos dentro del territorio cordobés, donde la conversación está cada vez más atada a lo que sucede más allá de la provincia.
“Queremos salir a discutir la provincia”, decía uno de los hombres cercanos a Llaryora hace un par de semanas. “Si la cosa no mejora, Juez y De Loredo van a aumentar sus niveles de exposición, y eso nos va a terminar afectando a nosotros”, explicaban a Letra P mientras auguraban, en voz baja, que Sergio Massa lograra estabilizar el descalabro económico general.
Con el endurecimiento de su postura contra el gobierno del Frente de Todos, Schiaretti busca balancear esa situación. No se sienta en los medios de alcance nacional, todavía, pero se las arregla para ser noticia. Principalmente, por sus resonantes ausencias. Este viernes, Córdoba y Santa Fe recibieron el aval del Gobierno para destrabar el préstamo kuwaití que servirá para construir el acueducto del Paraná. Para celebrarlo, hubo foto oficial en la Casa Rosada. Schiaretti, que había viajado hasta Kuwait para firmar el acuerdo, se quedó en Córdoba y envió al vicegobernador Manuel Calvo en representación de la provincia.
La elección en Marcos Juárez también se inscribe en la estrategia de instalación nacional de la figura de Schiaretti, quien pasó de decir que en los comicios locales “los de afuera son de palo”, a ocupar un lugar central en la campaña municipal viajando, inaugurando obras, anunciando inversiones millonarias y presentándose como el garante del cumplimiento de las promesas de campaña de la candidata Verónica Crescente, que el miércoles apareció sorpresivamente cortando cintas con el gobernador.
En ese escenario, Schiaretti quiere plantar su nombre con el suficiente peso como para enfrentar a toda la artillería de JxC, que hará viajar a sus figuras más emblemáticas, y ganar nada más y nada menos que en la ciudad donde nació Cambiemos en 2014. La presencia del jefe radical Gerardo Morales este sábado es el preludio de las visitas de las luminarias amarillas que llegarán en los próximos días. Será un “todos contra Juan” hasta el 11 de septiembre y él lo sabe. Con las toneladas de cemento que prometió para Marcos Juárez, Schiaretti también busca construir su propio kilómetro cero.
Mientras tanto, el mandatario continúa pergeñando su aventura transversal. Para hacerlo, inaugura obras en un contexto nacional en el que los gobernadores le piden al ministro de Economía que el ajuste no les toque la obra pública.
Como un guiño de lo que pide para el país, la mayoría de las fotos oficiales tienen como protagonistas a intendentes e intendentas no peronistas. Solo en la última semana, las imágenes que se difundieron lo pararon a la par de referencias locales de color opositor que entran en el juego y regalan elogios públicos a modo de agradecimiento.
El martes recorrió las obras de Circunvalación en la Capital cordobesa, un distrito en el que su gestión apuntala la administración de Llaryora, y recibió a la Mesa de Enlace provincial. El miércoles estuvo en Marcos Juárez, junto al intendente Pedro Dellarosa, y el jueves inauguró un puente urbano en Bell Ville, gobernada por el radical Carlos Briner. El viernes por la mañana encabezó un acto en el que inauguró la pavimentación de 4,5 kilómetros en la ruta provincial 28, que cruza las localidades de Taninga y Las Palmas, gobernadas por radicales, Karina Figueroa y Diego Tejeda, respectivamente. Allí, anunció la pavimentación de otro tramo hasta Chancaní, comandada por un jefe comunal vecinalista que venció a Hacemos por Córdoba en las elecciones de 2019.
El gobernador, como quien dice, pregona con el ejemplo.
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