El entorno del gobernador recordó que es un presidenciable en un momento donde nadie habla de las elecciones de 2023. Fuerte adentro y sin juego, por voluntad, afuera, Schiaretti crea expectativas para sostener su poder cuando ya no tenga poder.
Con la mira puesta en las elecciones de medio término que se desarrollarán este año, pero sobre todo en el riesgo electoral que tendrá que sortear en 2023 a nivel provincial, el schiarettismo paladar negro (¿hay otro?), prelanzó al gobernador Juan Schiaretti como candidato para la virtual sucesión de Alberto Fernández.
Dicho más fino, desde el Panal salieron a recordar que el mandatario es un presidenciable, justo en uno de los momentos de más distancia política entre el PJ cordobés y la Casa Rosada, y también de mayor encierro de Schiaretti en la provincia.
Nada es casual en política y no se sale a mojar la oreja del oficialismo nacional por gusto. Schiaretti es una figura de alto rendimiento que en 2023 se quedará sin cancha para jugar, posiblemente con una solitaria pieza nacional, su esposa Alejandra Vigo en el Senado, si es que Hacemos por Córdoba le gana al Frente de Todos y queda en segundo lugar en las legislativas de octubre o noviembre.
Con ese panorama, más un Juntos por el Cambio que apunta a armarse fuerte para conquistar su bastión del interior y quedarse con el poder en Córdoba, el gobernador necesita un horizonte a futuro en las grandes ligas, real o prometido. En el Panal, y algunos funcionarios lo reconocen en confianza, hay cierta alerta por la unidad que pueda llegar a construir el radicalismo-macrismo para disputar la provincia, cuando ya no actúa el factor “temor a Schiaretti”.
En ese sentido, las palabras de Sergio Busso, el hombre que habilitó en los medios la candidatura de su jefe, fueron más un mensaje para crear expectativa entre su electorado de Córdoba, que es el mismo que vota al macrismo, que dirigidas al plano nacional, donde todavía absolutamente nadie habla en voz alta de las elecciones de 2023.
Fuerte adentro y sin juego (por autoexclusión) afuera, día a día perfecciona su perfil de gobernador autónomo del gobierno nacional, libre de kirchnerismo y al margen de la grieta.
Hacia allí orienta la gestión cuando lanza el plan de autoproducción y autoconsumo de biocombustibles, que en última instancia apunta a que la parte de la soja que hoy se lleva la Nación en concepto de retenciones a las exportaciones, quede en Córdoba para la producción de combustible, como una regalía autolegislada.
Y también hacia allí orienta sus gestos, como su silencio prescindente en la tensión entre el gobierno nacional y el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, con el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, por las restricciones a la circulación frente a la segunda ola de la pandemia del coronavirus. O su ausencia de ayer (fue casi el único gobernador que no se conectó a la videollamada y delegó la presencia en su vice, Manuel Calvo) en el acto donde el Presidente anunció el plan de financiamiento para construcción y reparación de viviendas y la promulgación de los cambios en el Impuesto a las Ganancias.
“Es tentador pensar que Córdoba pueda protagonizar un proyecto de construcción a nivel nacional”, sostuvo el ministro de Agricultura, uno de los ojos de Schiaretti en el sector “campo”, y manifestó que el gobernador “ha sabido generar un modelo de inclusión y productivo, y sobre todo vincular la pluralidad de pensamientos y la posibilidad de convivir con distintas formas de pensar”. Luego, recogiendo el piolín, el propio Busso se encargaría de sostener que hablar de una candidatura presidencial del cordobés en 2021 y durante la pandemia es “ciencia ficción”, pero el tema ya estaba instalado, para sorpresa de los que día a día escuchan de bocas schiarettistas que “no es tiempo de hablar de candidaturas”.
“Fue una conversación en la que se habló sobre que el Gobernador de la segunda provincia, y con un alto grado de visión positiva, no puede quedar afuera de la discusión de cualquier armado nacional. Es alguien que está preocupado por la situación y su opinión no puede pasarse por alto”, confió off the record uno de los estuvo en la charla de donde salió la primera versión de la novedad, que publicó anteayer el diario La Nación.
A diferencia del exgobernador José Manuel de la Sota, que intentó dos veces el sueño presidencial, y probablemente hubiera insistido si no hubiera fallecido, lo más cerca que estuvo Schiaretti de un armado presidencial fue en 2019, como figura aglutinante de Alternativa Federal, ese andarivel peronista que intentaron construir por el medio con el jefe del Frente Renovador, Sergio Massa, el exministro de Economía, Roberto Lavagna, el entonces senador Miguel Pichetto y el exgobernador de Salta, Juan Urtubey. Luego el rionegrino se fue con Mauricio Macri, el Frente de Todos reunió a casi todo el peronismo y sumó al hoy presidente de Diputados, y el espacio se diluyó.
Por Bettina Marengo
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