Mientras muchos funcionarios tienen que marcharse y buscan destino en CABA o en algún municipio que haya ganado Juntos por el Cambio, otros planean operaciones y hacen lobby para quedarse.
Se comenta animadamente en los pasillos del gobierno provincial que algunos subsecretarios administrativos y DGAs de varios ministerios estarían intentando quedarse -al menos por unos meses y después se verá-, con el viejo truco de, por un lado, esconder la información y, por otro lado, “venderse” a título personal como el que sabe de verdad cómo son los números y el funcionamiento en la provincia.
Sin embargo, esos casos no parecen ser los más emblemáticos al lado de lo que estaría ocurriendo en ABSA, empresa estatal particularmente despreciada por la mayoría de la población platense, ya que, si el servicio en épocas del gobernador Daniel Scioli era muy malo, ahora con María Eugenia Vidal es pésimo.
Según se comentó en las oficinas que Sergio Massa tiene en la avenida del Libertador, el presidente de ABSA Raffaele Sardella y su vicepresidente y gerente General Luis Bouzón habrían embarcado a otro integrante del directorio -Horacio Pascual, ex intendente de General Villegas y hombre del lavagnista Gilberto Alegre- que en su momento fue propuesto por el tigrense, a iniciar una movida tendiente a generar un lobby para quedarse con Axel Kicillof basado en el slogan: “Fuimos la mejor gestión de la historia de ABSA”. Algo parecido al “mejor equipo de los últimos cincuenta años”.
Sardella y Bouzón comparten un pasado en común, ambos fueron, incluso durante su gestión en ABSA, gerentes de SOCMA, la empresa de la familia Macri, y también ambos compartieron funciones gerenciales en la gestión del privatizado Correo Argentino, también en manos de la familia Macri. Gestión de la cual hoy se desprenden variados procesamientos judiciales, uno de los cuales corresponde al propio Mauricio Macri.
Si bien existen variadas investigaciones periodísticas en diarios y revistas nacionales sobre ambos titulares de ABSA, pocos saben por qué Bouzón se hizo tan conocido en las oficinas que esta empresa tiene en las calles 43 y 7 de la ciudad de La Plata.
Bouzón tomaba café a menudo en el bar de enfrente, donde habría trabado relación con una de las mozas del local. Tiempo después esa conocida confitería platense fue vendida y remodelada. Hoy, casualmente la antigua moza atiende la caja del nuevo local despertando sospechas de todo tipo.
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