Desde su vuelta al FpV, el intendente de Escobar, Sandro Guzmán, camina con pie de plomo. De a ratos sciolista, muta su piel naranja para mandar mensajes afines al Ministerio del Interior y Transporte, Florencio Randazzo.
Dos tuits, los últimos que publico hasta el momento de escribir esta nota, muestran el delicado equilibro al que se somete el intendente de Escobar, Sandro Guzmán, desde su vuelta al Frente para la Victoria. De paso fugaz por el Congreso y tras una estadía algo más prolongada en el Frente Renovador, busca evitar que el “efecto Insaurralde” haga estragos sobre su futuro político.
Ordenado, Guzmán dejó contento a todo el FpV. Pegó la vuelta con una foto junto a Wado De Pedro y Aníbal Fernández en un despacho de la Rosada. Después se mostró con el gobernador Daniel Scioli en un desayuno de trabajo. Hoy difundió el acto de inicio de la formación de los cadetes de la Policía Local de su distrito y lo complementó con un “beneplácito” con mención a Randazzo y foto incluída.
Guzmán así busca contrarrestar la imagen que le quedó tras su fuga al massismo, donde se inscribió como socio fundador del Frente Renovador y se retiró dando un portazo. Insaurralde, por menos que eso –algunos meses de dudas, ninguna confirmación-, es repudiado por todo el kirchnerismo.
Otra muestra de cautela es sus reparos a la hora de decidir su futuro político. Al contrario de Insaurralde, que urgido por competir para la Gobernación anunció su candidatura ni bien instaló su pertenencia al FpV, Guzmán aún no se define públicamente, aunque parece difícil que no se presente. Para muestra basta un botón: su mandato como Diputado nacional duró apenas unos meses. Le gusta demasiado el sillón.
Comentá la nota