Apunta a conseguir el apoyo de la fuerza de indignados, sin que forme parte del Ejecutivo; empieza a negociar con Ciudadanos
Por Martín Rodríguez Yebra
MADRID.- Si quiere completar con éxito la delicada aventura de formar el próximo gobierno de España, el socialista Pedro Sánchez debe conseguir tarde o temprano el apoyo de Pablo Iglesias, fundador de Podemos. Pero la mano tendida del líder de los indignados puede tanto impulsarlo a la Moncloa como arrastrarlo hacia una trampa sin salida que arruine su ilusión presidencial.
Por eso, al iniciar las negociaciones para cumplir el encargo que le hizo el martes el rey Felipe VI, Sánchez decidió tomar distancia de Podemos y priorizar el diálogo con el liberal centrista Albert Rivera, de Ciudadanos, con quien aspira a esbozar el pacto para sortear la investidura.
Rivera y Sánchez empezarán a hablar hoy de los proyectos de regeneración política que podrían acercarlos. La cita del postulante con Iglesias quedó para el viernes.
El jefe socialista, segundo en las elecciones del 20 de diciembre, considera el riesgo menor tomar esa vía. Desconfía de Podemos, un movimiento político cuyo objetivo indisimulado es quitarle al PSOE la primacía de la izquierda española y que despierta enormes temores en los centros de poder europeos.
Iglesias se ofreció hace 10 días como vicepresidente de Sánchez en una coalición progresista que incluiría también a Izquierda Unida. Esa alianza se quedaría corta de votos y requeriría también el apoyo del nacionalismo vasco y al menos la abstención de los independentistas catalanes, algo que el PSOE considera inasumible.
La forma prepotente con que Iglesias presentó su oferta aumentó la irritación entre los socialistas. "Que pueda ser presidente en estas condiciones es una sonrisa del destino que me tendrá que agradecer", fue la cumbre de esas expresiones.
Podemos incluso filtró desde una cuenta oficial del partido la composición de un hipotético gabinete con los nombres de todos los ministros.
Los barones regionales del PSOE presionan a Sánchez para que no acepte esa alianza. Los preocupa sobre todo que Iglesias ponga como condición que se convoque un referéndum en Cataluña para decidir sobre la independencia.
El drama es que sin Podemos en la ecuación el sueño de Sánchez presidente es imposible. El socialismo tiene 90 de 350 diputados del Congreso. Para superar la investidura necesita 176 votos positivos en el primer intento o una mayoría simple en el segundo. El Partido Popular (PP) del todavía presidente Mariano Rajoy ya confirmó que se pronunciará en contra de Sánchez. Tiene 122 bancas. Si los 69 diputados de Podemos se decantaran por el no, el fracaso estaría garantizado.
La salida de ese laberinto obliga a Sánchez a diplomarse en astucia. En su entorno sugieren que el objetivo primordial es gobernar en minoría, sin coalición, pero con el respaldo de Podemos y Ciudadanos en la investidura. De esa manera sumaría 199 votos y evitaría regatear con los independentistas.
Iglesias juró que jamás apoyaría una administración que estuviera integrada por Ciudadanos. Y Rivera prometió boicotear una que incluyera a Podemos. Pero ¿tumbarían a Sánchez si decidiera gobernar solo?
El PSOE prepara una oferta de reformas institucionales relacionadas con la lucha contra la corrupción, el rescate social y el sistema electoral que pueden entusiasmar a los dos partidos emergentes. Habla también de una reforma constitucional, pero ahí juega sin cartas: el PP tiene dos tercios del Senado, que le alcanzan para bloquear cualquier cambio de la Ley Fundamental.
Al empezar el diálogo con Rivera, Sánchez espera acorralar a Iglesias. "Él tendrá que decidir si llegado el momento apoya el cambio o termina votando igual que Rajoy", dijo ayer Meritxell Batet, una de las negociadoras designadas por el candidato a presidente.
En una primera señal de hostilidad, Podemos ayer se sumó al PP en un pedido para que la sesión de investidura se realice en 15 días y no en un mes, como pide el PSOE.
Para el PSOE, sólo alternativas complejas
Mariano Rajoy
Partido popular
El presidente en funciones mantiene una fría relación con Sánchez y no es previsible que se abstenga en un hipotético acuerdo de los socialistas con Ciudadanos
Albert Rivera
Ciudadanos
Su formación liberal ya apoya a los socialistas en Andalucía; el único límite que le impuso Rivera a Sánchez es que no incluya a Podemos en un eventual gobierno
Pablo Iglesias
Podemos
Dio la gran sorpresa al proponerle a Sánchez un gobierno de coalición de izquierda; el PSOE recela de Iglesias y, en todo caso, necesitaría también el apoyo de los independentistas catalanes
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