Sánchez llega a la investidura con otro rechazo de Podemos

Sánchez llega a la investidura con otro rechazo de Podemos

Empieza hoy el proceso parlamentario en el que el líder socialista busca formar gobierno; con la nueva negativa, el objetivo es casi imposible

Por Martín Rodríguez Yebra

MADRID.- El último esfuerzo negociador del socialista Pedro Sánchez por conseguir sobre la hora los apoyos que le faltan para convertirse en presidente de España duró lo que se tarda en escribir los 140 caracteres de un tuit.

"El PSOE nos envía varios documentos que son un corta y pega de su pacto con Ciudadanos, escondiendo las medidas más vergonzosas. Esto no es serio", anunció ayer Pablo Iglesias, líder de Podemos, unos instantes después de que Sánchez hiciera pública una oferta escrita para sumar el voto de todas las fuerzas de izquierda en la sesión de investidura que empieza esta tarde.

El tajante rechazo del partido de los indignados a la alianza entre los socialistas y los liberales de Ciudadanos (C's) empuja a Sánchez a un fracaso insalvable, al menos en este primer intento, y amenaza prolongar de manera indefinida el bloqueo institucional derivado de las elecciones sin ganador claro del 20 de diciembre.

Sánchez descontaba el no de Iglesias, que se retiró de la mesa de negociaciones la semana pasada cuando el PSOE y C's firmaron un acuerdo de gobierno moderado. Pero, resignado a una carrera de larga distancia, intentó trasladarle a Podemos la culpa por el desbarajuste político.

Por la mañana, el candidato reunió a su partido para anunciar con toda pompa una oferta urgente a los bloques progresistas (Podemos y sus aliados, más Izquierda Unida). De inmediato difundió unos documentos repletos de propuestas de corte social que encajan en el pacto con C's.

Apenas leyó en Twitter el veto de Iglesias, Sánchez le contestó por la misma vía: "De vosotros depende que estas medidas arranquen el gobierno del cambio. No es serio que siga [Mariano] Rajoy".

Ése será un argumento central del discurso que pronunciará hoy ante el Congreso para pedir la confianza de la mayoría. Una investidura fallida permitirá que Rajoy, del Partido Popular (PP), se mantenga como presidente en funciones. Los socialistas insistirán en la "incoherencia" que implica una sobrevida del líder de la derecha gracias al movimiento radical que nació para combatirlo.

Sánchez, que ayer cumplió 44 años, se presenta ante el Parlamento con el respaldo asegurado de 130 diputados (90 propios y 40 de C's). Por el momento sólo tiene expectativas ciertas de sumar a Coalición Canaria (un escaño). Para la primera votación, que se celebrará mañana después de un debate en el que hablarán todos los jefes de bloque, necesita un mínimo de 176 síes para salir del recinto convertido en presidente.

El viernes por la noche se reanudará la sesión y se votará otra vez: entonces le bastaría con una mayoría simple. Si el PP y Podemos cumplen su palabra de rechazarlo, no hay manera de que le salgan las cuentas: tendría más de 200 diputados en contra. Ninguno de los dos acepta siquiera abstenerse.

Sesión sin precedente

Pese a todo, el trámite que empieza hoy en el Congreso tiene tintes históricos. Por primera vez un candidato que salió segundo en las elecciones se propone para formar gobierno. Si saliera rechazado, también sería algo sin precedente en casi 40 años de democracia.

Después de la primera votación empezará a correr el reloj institucional: se abre un período improrrogable de dos meses para nombrar un presidente. Si nadie lo consigue, se disolverán las Cortes y se repetirán las elecciones generales el 26 de junio.

A partir de la semana que viene Sánchez y Rajoy quedarían en condiciones de abrir nuevas negociaciones. También podría ocurrir que se precipitaran cambios de liderazgo en los partidos, en busca de una fórmula que destrabe el bloqueo.

Nadie descarta movimientos drásticos: el precio de no alcanzar acuerdos es un larguísimo período de incertidumbre y parálisis en España, sin un gobierno capaz de impulsar leyes.

Si se concreta la investidura fallida, el rey Felipe VI debe decidir si le encomienda otra vez a Sánchez o a otro candidato la formación de gobierno.

Fuentes de la casa real indican que se limitará a dejar que venzan los plazos, salvo que alguien dé señales de tener en el bolsillo una mayoría posible.

Rajoy, exiguo ganador de las elecciones de diciembre, prometió intentar la investidura, pese a que en enero declinó el encargo del rey ante la palmaria falta de apoyos a su figura. El próximo lunes pretende convocar a Albert Rivera, líder de C's, para convencerlo de que rompa su pacto con el PSOE y negocie uno con el PP.

Rivera enfatizó ayer que pretende sostener lo firmado con Sánchez, aunque advirtió que no permitirá futuras concesiones a Podemos. Las promesas cambian de la noche al día desde que empezó este proceso.

Incapaces de domar las matemáticas del primer Congreso desde el fin del bipartidismo, los líderes se proponen esta semana seducir a la opinión pública. Si no engendra un gobierno, el debate que empieza hoy puede ser el acto decisivo de una inevitable campaña electoral.

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