En el gobierno de Rodolfo Suarez decidieron avanzar y encarar el 2021 con un presupuesto pelado, sujeto a la recaudación, ajustado a los gastos y esperando contar con algo de buena fortuna y un celoso control de marca personal sobre el manejo de los recursos.
Suarez no contará –como ya sucedió en un pandemonioso y endemoniado 2020 que comienza a retirarse– con autorización para tomar nueva deuda y tampoco tendrá la posibilidad de rolear los vencimientos de este año, unos 12.000 millones de pesos, que tendrá pagarlos un peso arriba de otro, en riguroso efectivo.
El gobernador, su ministro de Hacienda, Lisandro Nieri, y las principales espadas legislativas, entre ellas, el vice y presidente del Senado, Mario Abed, esperaban de parte del peronismo alguna señal durante el fin de semana para ponerse de acuerdo en mejorar lo que Diputados votó la semana pasada, incorporando en la etapa de la Cámara Alta esos dos aspectos centrales que reclamó el Gobierno y por los que no hubo acuerdo. No hubo acuerdo y parece que tampoco lo habrá, salvo que aparezca un milagro. Y, en verdad, la suerte parece estar echada luego de las declaraciones del propio Suarez ayer, en Malargüe, cuando disparó munición gruesa sobre el kirchnerismo, a quien acusó de hacer una oposición “salvaje”.
Cuando arrancaba la tarde y en el peronismo tomaban cuenta de los dichos del gobernador, sus referentes ya daban por terminada la discusión, en un calco de lo que ocurrió con el presupuesto de este año. “Veníamos teniendo encuentros informales pero, luego de escuchar al gobernador, se nos ocurre que no estaba al tanto de lo que veníamos charlando y que tampoco estaba informado”, se despachó un integrante del cuerpo legislativo del peronismo. Y quizás, ya veremos más adelante por qué, la fuente y el resto del peronismo pudieron respirar aliviados porque consiguieron la unidad que pregona su jefa, Anabel Fernández Sagasti, por la vía del rechazo del presupuesto enviado por Suarez.
Mientras todo esto ha ido ocurriendo, el Ejecutivo se prepara para lo que será un año restrictivo sin las herramientas que estaba pidiendo en la pauta de gastos. Hoy, Suarez administra lo que tiene entre los gastos que ha generado la pandemia, es decir, en salud; en lo que insume el sistema de seguridad, para lo que ha ordenado no abandonar y no dejar de responder las demandas de la Policía y los pedidos de equipamiento y en el pago de los sueldos.
El 2021 puede que sea peor o más complicado si no mejora la economía, la actividad en todo sentido y los niveles de recaudación. Las perspectivas son similares al 2020 en cuanto a las urgencias y prioridades del Estado, aquellas tres que engloban la salud, la seguridad y el pago de sueldos a los estatales que, por ahora, no peligra. Pero no descartan, en ese rubro, algún que otro sobresalto para algunos meses del 2021.
¿Y por qué Suarez habría dejado de lado la negociación con el peronismo? Como siempre, las respuestas pueden ser múltiples, pero una de las más extendidas entre el oficialismo es que dejaron de creerle a sus interlocutores. Esbozan, como teoría, que Anabel tuvo intenciones de acordar con Suarez, pero, para ello, pretendía que esa estrategia fuese apoyada de forma unánime por todo el peronismo, algo que la senadora nacional no ha conseguido porque, frente a ella, tiene a los hermanos Félix del Sur, quienes no aprueban su gestión, su poder creciente en el resto del peronismo ni mucho menos los modos y estilos del kirchnerismo.
Pero en el Gobierno sostienen que Félix les dice una cosa a Anabel y otra al gobernador cuando hablan: “Que vamos a ver”, “que lo estamos charlando”, “que esperemos un poco más”. Con todo eso, Suarez, como ya lo hizo en marzo, ordenó seguir adelante sin la deuda y sin el roll over.
Pero, como en todo, la visión y la versión sobre esto en el peronismo es otra. “No nos echen la culpa a nosotros. Yo puedo tener diferencias con Anabel, pero en esto estamos juntos y coincidimos. Se retiraron de la negociación cuando estábamos hablando. Yo me pregunto, ¿cómo le vamos a poner un monto a una obra que no tiene proyecto? Eso no se puede”, contestó el intendente de San Rafael, Emir Félix, a la consulta para esta columna.
No lo admitirán nunca, pero en el gobierno o, al menos una parte de él, también han tomado la negativa peronista a la autorización para una nueva deuda de 350 millones de dólares porque no es momento de endeudarse cuando –sostienen y remarcan– las tasas son altas y no convenientes.
De igual modo, el propio gobierno distribuyó un documento por el cual intenta explicar por qué la posición del peronismo ya perjudicó a la Provincia y la seguirá perjudicando. Allí se lee, por caso, que sólo por los créditos del BID a Mendoza “le correspondería una asignación de 54,4 millones de dólares por año del financiamiento que el BID baja al país”. Justifican que la Provincia tiene que tomar deuda con los multilaterales porque son préstamos a largo plazo y con tasas relativamente bajas y que no necesariamente la Provincia debe salir a endeudarse de inmediato con la autorización que está pidiendo el Gobierno, sino que esa herramienta le permite al Ejecutivo esperar mejores oportunidades.
Dice el documento: “La firma de contratos de préstamos con fondos multilaterales no devenga deuda, sólo compromisos”. Y agrega dos ejemplos: los 160 millones para obras de agua y saneamiento del 2012, de los cuales hoy se han tomado sólo 60 millones y que por eso se ha pedido una prórroga para tomar el resto en el 2021 porque está venciendo a fin de año, y los fondos para el Prosap que se tomaron en 1996, que ascendían a 372 millones de dólares y hoy tiene un saldo disponible de 75 millones de dólares.
En el entorno de Suarez también salen al cruce de los dichos del peronismo cuando recuerdan que Alfredo Cornejo les negó en dos oportunidades el endeudamiento que pedía Francisco Pérez. “No es comparable una cosa con otra. Esa deuda, la que pedía Pérez, era para solucionar un desorden y por suerte se le puso límites. El PJ, sin autocrítica, sigue creyendo que aquello lo llevó a perder y pretende aplicar la misma estrategia, sin diferenciar entre estados deficitarios, como los que administraron ellos y los superavitarios”, aducen.
Por:Marcelo Torrez
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