Este verano se controlaron 14 chicos con problemas nutricionales y dos debieron ser tratados.El dentista y el médico del hospital cabecera deberían visitar el lugar mensualmente, pero lo hacen cada 90 días.
En las aulas donde funciona el colegio secundario itinerante, una rajadura de dos centímetros de ancho baja por la pared y atraviesa también de lleno al pizarrón. Las mujeres que cobran la Asignación Universal pierden casi todos los beneficios sociales, pensados para los más humildes, en el transporte y estadía que tienen que costear en La Quiaca, Jujuy. El camino estuvo cortado durante ocho semanas, obligando a los pobladores a caminar durante horas para llegar a sus casas, como el caso de Zenón Castillo, de 79 años, que caminaba hasta Santa María después de cobrar su jubilación. En el Abra de Santa Cruz, como en todo el departamento de Santa Victoria Oeste, el Estado argentino tiene muchas cuentas pendientes y la salud de la población es una de ellas.
Alberto es el enfermero. Para llegar a su trabajo tuvo que viajar en moto desde Santa Victoria Oeste hasta Pucará y de ahí caminó siete horas, hasta el Abra de Santa Cruz, donde está el puesto de Salud. “El río estaba impresionante. Es realmente riesgoso en esta época, pero tenemos que llegar”, explicó. De su bolsillo paga la garrafa de gas, que le sirve para cocinar y cuando hace mucho frío, también, de calefacción. No cobra zona desfavorable y a fin de mes su sueldo no llega a los $4.000. Junto a Aldo, el agente sanitario, atienden una población de más de 90 familias. Este verano registraron al menos 15 casos de chicos con bajo peso, dos de ellos de gravedad, que se encontraban en recuperación y con un seguimiento especial a finales de febrero. Hay 47 chicos que son frecuentemente controlados en el pequeño centro.
El puesto está levantado sobre un terreno donado por don Ceferino Flores. Tiene techos de chapa sin cielo raso. No hay cocina. No hay luz. El panel solar solo alcanza para cargar la batería de la radio, la única vía de comunicación ante alguna emergencia. En el valle se pueden pasar semanas bajo las nubes. Una cartulina en el consultorio registra el seguimiento de los chicos con bajo peso y las madres embarazadas. El cuarto de internación también sirve en los hechos como cocina del enfermero, que duerme en una pequeña habitación llena de leches en polvo, que se entregan a las madres de niños con bajo peso. Son dos kilos de leche en polvo fortificada por mes para niños de seis a seis años de edad. “Había más chicos con bajo peso pero se recuperaron bastante. Tenemos muchas diarreas y parásitos por el agua, que también saca granos en la piel”, dijo Alberto.
“El transporte es primordial. En esta época, si pedimos una ambulancia se tiene que quedar arriba donde se corta el camino y al enfermo lo tenemos que sacar al hombro durante dos horas”, explicó Alberto. Las máquinas de Vialidad, igual que en la vecina Viscachani, pasan una vez al año. “Tal vez nos hubiera convenido que al hito nuevo lo pongan acá al lado de la escuela argentina, así quedamos todos en Bolivia, que es el único que trae soluciones al lugar”, dijo un poco en broma, aunque enojada, Evangelista Subelza. La representante de la organización Qullamarka reaccionó de la misma forma que varios dirigentes de la agrupación originaria que aglutina a más de 80 comunidades de Santa Victoria Oeste, Iruya, Los Toldos y Nazareno. Es que en la última reunión del 15 y 16 de marzo una dirigente de la mesa de conducción dijo en voz alta: “Quiero ver qué va a pasar si Qullamarka decide llevar sus reclamos a la vecina Bolivia para que el Estado argentino sienta culpa de sus ineficiencia”.
En Bolivia hay Internet y teléfono
En Abra de Santa Cruz y en la vecina población de San Juan de Minas, en Viscachani, hay señal de celular de las compañías bolivianas de telefonía móvil, pero no de las argentinas.
A cuatro horas caminando desde el puesto de salud argentino se pueden tomar los servicios de transporte público de Rejará, en Bolivia, y encontrar escuelas con Internet. En el Abra de Santa Cruz las camionetas cobran $1.200 por el viaje individual hasta La Quiaca, en Jujuy.
En los colegios argentinos no hay conectividad ni señal telefónica. Los pobladores usan para comunicarse los mensajes de la radio AM 840. Ninguno de los alumnos de la zona cuenta con las computadoras del plan nacional Conectar Igualdad.
La Empresa Argentina de Soluciones Satelitales S.A (AR-Sat) instaló antenas de televisión satelital en las escuelas de la zona que no se pueden usar. En San Juan de Minas, la antena está mal sintonizada y temen no poder ver el Mundial.
Dentista y médico, cada tres meses
Un denominador común en la zona son los dolores de muelas. Pero el dentista solo pasa una vez cada tres meses, junto con el médico del hospital de Santa Victoria Oeste. Las visitas deberían ser mensuales, pero según los testimonios eso “nunca sucedió”. Además, el dentista no cuenta con consultorio móvil, por lo cual resulta imposible realizar algunos de los trabajos odontológicos elementales, como un tratamiento de conducto. “Si acá no tenemos luz, ¿cómo va a funcionar el torno? Lo único que puede hacer el dentista es extraer muelas. Se la pasa meta pinza y sacar muelas”, contó Aldo, agente sanitarios de la zona. “Aunque le pongan voluntad, no se puede trabajar sin herramientas”, agregó. Un ex dirigente de Santa Victoria Oeste aseguró que este mes un dentista temporalmente atendió a más de 70 personas en un solo día. “La falta de una alimentación balanceada y el cuidado tiene mucho que ver en la cantidad de caries que hay en la población del lugar”, agregó, por su parte, el enfermero Alberto.
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