A lo largo de los dos primeros años de gestión de Carlos Arroyo, se repitió como cierta una consigna: que la subsecretaria de Educación Susana Rivero era la pareja del jefe comunal y que Ana María Crovetto, su amiga desde hace muchos años. La primera fue desmentida por fuentes del Ejecutivo cuando surgió la polémica por el nombramiento de parientes en la gestión (“Arroyo está divorciado y vive solo en su casa”, aclararon).
La segunda quedó desterrada por completo en las últimas horas: la polémica secretaria de Educación prendió el ventilador minutos después de enterarse que había sido echada del cargo.
En rigor, las declaraciones de Crovetto suenan más a despecho que a denuncias ciertas. La gestión municipal en materia educativa fue criticada por todos los actores vinculados al tema y no hay ningún hecho destacable en estos 27 meses. Por más que sus apreciaciones sobre la subsecretaria Rivero sean ciertas (la acusó de no ir a trabajar) eso no la convierte a ella en una funcionaria destacada. Mucho menos en un mártir. De hecho, la principal crítica a Arroyo en este tema es su tozudez en sostener a Crovetto cuando todos le pedían que la eche.
A diferencia de otros casos, Arroyo resolvió rápido el reemplazo en una secretaría con mucha carga simbólica, especialmente para él que se define como educador. Luis Distéfano, un conocedor del sistema educativo bonaerense y un político ambicioso, fue el hombre elegido.
La salida de Crovetto era una de las más anunciadas. Sin embargo, fue sorpresiva. No estaba en los papeles de nadie que Arroyo eche a la titular de la cartera educativa a menos de 10 días de comenzado el ciclo lectivo. Y se dio, además, cuando las versiones hablaban de otros movimientos en el gabinete. Lo que más sonaba por estas horas era el regreso de Emiliano Giri a la gestión municipal. Impulsado por el entorno más cercano al intendente, el expresidente del Emtur era número puesto para asumir la responsabilidad de “coordinador de gabinete”, lo cual incluía el manejo político, la relación con el resto de los funcionarios y también la comunicación de la gestión.
“Hemos hablado, está la posibilidad, pero cualquier anuncio lo hará el intendente oportunamente”, repitió Giri ante cada consulta. “Hoy, ese tema está más frío”, coincidieron dos fuentes municipales consultadas por este medio. Las precisiones sobre las razones de ese enfriamiento no abundan.
Una versión señala que el expresidente del ente de turismo pretendía tener rango de secretario y desembarcar acompañado de algunos hombres de su confianza. Uno de ellos era Agustín Neme, quien hasta la semana pasada ocupó el cargo de jefe regional de Ioma, y que trabajó junto a Giri en el diseño comunicacional de la campaña de Arroyo. También, cuentan, había hablado con un hombre conocido en los medios de Mar del Plata.
Siempre se mencionó la figura de “coordinador de gabinete”, pero en los papeles no existe. La única secretaría libre es la de modernización, que fue la que ocupó Agustín Cinto en su momento. Pero Arroyo tiene decidido darle un nuevo impulso a esa área: el actual titular del COM, Sergio Andueza, asumirá ese rol. Así, el único cargo “disponible” fue el que dejó Mauricio Loria: subsecretario de Relaciones Institucionales.
Eran demasiados cargos para un intendente que debe mostrar austeridad. Para los marplatenses, a quienes les prometió gobernar con 30 funcionarios y cuadriplicó ese número, pero especialmente para la gobernadora María Eugenia Vidal, que sigue de cerca los movimientos de Arroyo. “Tampoco es que Giri tenía un enorme consenso. En provincia lo siguen mirando con recelo”, aclararon desde Cambiemos.
Con el regreso de Giri más lejos –aunque no descartado-, también cayeron las acciones de un plan cuyo principal impulsor era él mismo: la unificación del Ente Municipal de Turismo y la secretaría de Cultura. Fue su plan desde siempre, incluso con la incorporación del Emder, aunque en esta oportunidad esa opción no se barajó. La unificación del ente y la secretaría le permitía, además, sacar de la cancha a la cuestionada Silvana Rojas y poner en su lugar a Christian Rabe, hombre de su confianza.
La salida de Rojas tenía un plus: la funcionaria responde al diputado nacional Juan Aicega, dirigente que está fuertemente enfrentado con Giri desde hace años. Rojas, entonces, resiste en su cargo, pese a las constantes críticas. “Es un caso parecido al de De Rosa y Crovetto. Todos saben que va a abandonar la gestión, pero nadie sabe cuándo. Esas decisiones las toma Arroyo con sus tiempos”, explicó un hombre cercano al intendente.
El otro movimiento de gabinete que también se enfrió es el desembarco de Andrés Barbieri en la subsecretaría de Relaciones Institucionales. El abogado se convirtió en un hombre de consulta para el intendente y desde hace tiempo tiene acceso directo al despacho principal de la comuna. Sin embargo, podría tener otro destino: está ternado para ser juez de Faltas.
Arroyo ya cuenta más de 30 cambios en las primeras líneas de su gabinete. Solo el secretario de Gobierno Alejandro Vicente, el de Salud Gustavo Blanco, junto al subsecretario de Transporte y Tránsito Claudio Cambareri -que asumió más responsabilidades tras la salida de Miguel Grassi Muñoz- resisten en sus cargos. Y no es un dato menor en un gobierno que se caracterizó por navegar constantemente en aguas turbulentas.
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