Cuatro meses de negociación fueron insuficientes para formar gobierno
MADRID.- El rey Felipe VI certificó ayer el fracaso estrepitoso de la dirigencia española para salir de la parálisis política. Resignado a que no existe pacto posible, anunció que ya no propondrá a ningún candidato para formar gobierno y la semana que viene quedará obligado a convocar una repetición de las elecciones.
Es un fiasco institucional nunca visto en una nación grande de Europa. De los países comunitarios, sólo Grecia atravesó una situación equiparable, en 2012, en uno de los momentos más dramáticos de su monumental crisis económica.
Después de cuatro meses de negociaciones estériles, el rey recibió ayer otra vez al presidente del gobierno en funciones, el conservador Mariano Rajoy; al secretario general del socialismo, Pedro Sánchez, y a los líderes emergentes que abrieron una grieta en el tradicional modelo bipartidista, Pablo Iglesias (Podemos) y Albert Rivera (Ciudadanos).
Ninguno le llevó opciones para salir del bloqueo. Todos le confirmaron su voluntad de postularse otra vez en los ya casi seguros comicios, que caerían el 26 de junio.
"Su Majestad el Rey ha constatado que no existe un candidato que cuente con los apoyos necesarios para que el Congreso le otorgue su confianza", informó la Casa Real al final de un día de nerviosismo, especulaciones y gestiones desesperadas.
En la intimidad del Palacio nadie se tomó demasiado en serio el último intento de acuerdo que había presentado con toda pompa a primera hora de la mañana el bloque de Compromis, los nacionalistas valencianos aliados de Podemos.
El proyecto, que consistía en formar una coalición de todos los partidos de izquierda sostenida en 30 propuestas comunes y presidida por Sánchez, entretuvo a la prensa y a los políticos durante cinco horas. ¿Sería posible una sorpresa in extremis, como la que ocurrió en Cataluña a principios de año cuando todos descontaban una repetición electoral y surgió un presidente inesperado?
El PSOE le dio alas a la idea. "De las 30 propuestas decimos sí a 27", anunció al mediodía el vocero parlamentario, Antonio Hernando. Pero los matices eran un mundo: Sánchez contraofertó un gobierno socialista con ministros independientes, que le garantizaran la aprobación de los dos próximos presupuestos generales, y que se respetaran los términos del pacto moderado que firmó en febrero con los liberales de Ciudadanos.
"Es un insulto. ¿Quieren gobernar con 90 diputados [de 350]? ¡De qué van!", respondió Mónica Oltra, número uno de Compromis.
Las expectativas se diluyeron como un terrón de azúcar. Rivera salió de la reunión con el rey y dio por iniciada la campaña electoral: "No puedo ni siquiera comentar esa propuesta. He visto tres hojas para gobernar España cuatro años con seis partidos distintos. España tiene que saber que no hay varitas mágicas. Habrá que votar otra vez, pero la única solución pasará por pactar".
Iglesias compareció ante la prensa minutos después. Siguió por el terreno del reproche. "A Pedro Sánchez le presionaron mucho para que Podemos no pueda entrar en un gobierno. Lamentablemente han dicho no hasta el último día."
No quedaba espacio ni para fingir cuando Sánchez entró en la Zarzuela. El socialista, segundo con el 22% en las elecciones del 20 de diciembre, intentó la investidura en el Congreso a principios de marzo, pero se estrelló. Obtuvo 131 votos (los propios y los de Ciudadanos), cuando el mínimo requerido es de 176.
Aquella vez el rey le confió la formación del gobierno ante la sorpresiva decisión de Rajoy -primero en votos, con el 28%- de declinar el encargo. El gesto de Sánchez sirvió al menos para poner en marcha el reloj institucional: sólo cuando un candidato presidencial se presenta ante el Congreso empieza a correr el plazo de dos meses que deriva en nuevas elecciones si el bloqueo se hace insalvable.
"Le he dicho a Su Majestad que no cuento con más de 131 escaños para poder ser investido y en consecuencia es insuficiente para hacer frente al bloqueo del señor Rajoy y del señor Iglesias", anunció Sánchez al terminar su turno con el rey.
Enfocó todos sus cañones hacia el líder de Podemos: "La actitud del señor Iglesias es inadmisible. Nunca quiso un gobierno socialista. Él vive más cómodo con el señor Rajoy en la Moncloa, pero la mayoría de los españoles no".
Rajoy, líder del Partido Popular (PP), fue el último en confirmar el fracaso, poco antes de que la Casa Real lo pusiera por escrito. El presidente también ensayó el tono de campaña y acusó a Sánchez: "Propusimos desde el principio la única solución posible a los resultados de las urnas, que era una gran coalición entre el PP y el PSOE. La repetición de las elecciones no la quería nadie, pero peor habría sido una coalición integrada por Podemos y los partidos que quieren romper España".
Mientras dure el bloqueo, Rajoy seguirá como jefe de gobierno con funciones limitadas. Las disputas en apariencia insalvables en la izquierda le dieron una nueva oportunidad de sobrevivir en el poder, inesperada después del decepcionante resultado del PP en diciembre.
"Soy optimista -dijo ayer en la Moncloa-. Voy a hacer todo lo que tenga que hacer para que España tenga un gobierno sensato."
El show de los pactos fallidos disparó la frustración de los españoles con la política, según constatan todas las encuestas. Incluso podría provocar un aumento considerable de la abstención con impacto en el resultado final.
Acaso como un mínimo gesto para moderar el fastidio social, los cuatro candidatos prometieron hacer una campaña austera de acá a junio. En diciembre se esfumaron 130 millones de euros para promocionar a unos diputados que fueron incapaces de elegir un presidente y que cesarán en sus cargos sin haber aprobado una sola ley.
La falta de acuerdo en otros países
En Europa, varios tardaron meses en formar gobierno
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