El gobernador comparte en privado las críticas que La Cámpora y los intendentes dedican al Presidente, pero necesita fondos millonarios para obras y contención social
María José Lucesole
El gobernador Axel Kicillof se balancea en un incómodo equilibrio entre las críticas a la política de Alberto Fernández que dispara cada día más intensamente el kirchnerismo y su presencia institucional junto al gobierno nacional, la llave para continuar recibiendo fondos para la provincia de Buenos Aires.
El Día de la Lealtad, el gobernador se abrazó a Máximo Kirchner luego de que el hijo de la vicepresidenta denunciara “traiciones” a los trabajadores desde “el poder” y reclamara que se decrete un aumento de suma fija, medida que resiste la Casa Rosada.
Esa misma mañana del lunes, y la mañana siguiente, Kicillof se mostró junto a Alberto Fernández para presentar obras en Cañuelas y Hurlingham: el conurbano es el territorio que el gobernador pretende apuntalar con infraestructura para buscar su reelección en 2023.
EL DOBLE JUEGO DEL KIRCHNERISMO EN BUSCA DE LA “DERROTA DIGNA”
Kicillof volvió a juntarse en miércoles con Máximo Kirchner, en la residencia oficial de esta capital, para trazar un plan de blindaje que permita a la provincia despegarse de una posible derrota nacional. En esa reunión, nuevamente, se plantearon fuertes críticas a la gestión de Fernández, con algunos de sus ministros presentes.
El gobernador cuestiona la gestión de Fernández en privado, pero depende de los adelantos del Tesoro y de las transferencias discrecionales de la Nación para cerrar sus números.
El presupuesto de 2023 que Kicillof trabaja con Sergio Massa que será superior a los seis billones de pesos da cuenta de las obras que el gobierno intenta ejecutar para reactivar una economía, afirman en la Casa de Gobierno
El presupuesto bonaerense para 2023, que Kicillof trabaja con el ministro de Economía de la Nación, Sergio Massa, será superior a los seis billones de pesos y da cuenta de las obras con las que se busca reactivar la economía bonaerense, afirman en la Casa de Gobierno. Reactivar la producción, avalar la inversión en educación y en seguridad, son las prioridades. Pero no faltan las obras en el Gran Buenos Aires: el 7% del total estará destinado a bienes de capital.
Además, Kicillof acordó con Massa obras de envergadura que requieren inversión nacional, destinadas a la Central Nuclear de Atucha, Aguas y Saneamientos Argentinos (AySA), el Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (ENOHSA) y el Canal Magdalena, además de más programas de viviendas fundamentales en un año electoral.
Buenos Aires requiere cada vez de mayor asistencia: es una de las tres provincias que terminarán el año con déficit primario, según proyecciones de la consultora LGSA que lidera el exministro de Economía del kirchnerismo Hernán Lorenzino.
En Buenos Aires el mayor gasto lo representan los salarios, que este año se actualizarán en un 90 por ciento interanual para mantener la buena sintonía con los sindicatos. El gobierno de Kicillof asegura que la suba se pagó con recursos propios y no con fondos nacionales.
El presidente Alberto Fernández junto a Sergio Massa y Axel Axel Kicillof inauguró la finalización de la Autopista Ezeiza-CañuelasDaniel Dabove - Télam
El aumento de paritarias para los trabajadores estatales continuará como una política central el año que viene. Justamente, Kicillof se cuidó de hacer el anuncio de la suba antes de abrazarse a Pablo Moyano (Camioneros), Hugo Yasky (CTA de los Trabajadores), Hugo Godoy (CTA autónoma) y Roberto Baradel (Suteba) en el escenario montado por La Cámpora y los Camioneros en la Plaza de Mayo. “Los trabajadores están esperando que de una buena vez por todas dejen de traicionarlos”, dijo allí Máximo Kirchner.
En esa marcha estuvieron la mayoría de los intendentes que se reencontrarían dos días más tarde con Kicillof y Kirchner para trazar una estrategia electoral bonaerense de espaldas a la Casa Rosada. Al Presidente no se le pidió opinión sobre cómo ganar en el principal distrito electoral del país. Sólo se esperan las obras, la transferencia de fondos y los Aportes del Tesoro Nacional. El cambio de rumbo económico se pide a gritos en actos públicos, ya no es un secreto.
“Lo que necesitamos del Presidente para ganar las elecciones del año que viene es que baje la inflación”, sostienen en la Casa de Gobierno de La Plata. Ser parte del frente opositor interno es uno de los ingredientes del equilibrio que administra Kicillof y que cada vez oculta menos.
En la residencia oficial de La Plata la mayoría de las voces estuvieron de acuerdo en la conveniencia de eliminar las PASO y en replegarse a trabajar territorialmente en los distritos para intentar salvar el capital político del peronismo. Los funcionarios y legisladores en uso de licencia, como Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Ariel Sujarchuk (Escobar) o Mariano Cascallares (Almirante Brown), volverán a pelear por las intendencias en sus pagos chicos.
La mejor estrategia de campaña es mejorar la gestión, acordaron en La Plata. Por ejemplo, la seguridad, resaltaron a modo de crítica algunos de los alcaldes. Kicillof también coincide en que los votos se ganan con gestión, pero antes que una autocrítica por el accionar de Sergio Berni se le escuchó una fuerte intención de destinar más dinero en obras.
Un ejemplo paradigmático de la postal que busca exhibirse es el Hospital Néstor Kirchner de La Matanza, paralizado hace una década y que fue motivo de un pedido de informes de Máximo Kirchner a la Casa Rosada. Sólo para terminar esta obra el gobierno nacional comprometió $300 millones.
El “blindaje” bonaerense no es sencillo, admiten referentes provinciales que participan del armado de la estrategia electoral. “Pero si no ganas en Nación es muy difícil ganar en Provincia”, reconocen. El último en lograrlo fue Carlos Ruckauf, cuando Fernando De la Rúa llegó a la Presidencia.
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