Ruidos de internas

Ruidos de internas

por Jorge Fontevecchia

Así como en la Argentina la candidata a vicepresidenta concentra más poder que el candidato a presidente del Frente de Todos, en Venezuela quien formalmente es el número dos del gobierno, Diosdado Cabello, vicepresidente de Chávez y presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, tiene más poder que el presidente Nicolás Maduro. Pero a pesar de ser Diosdado Cabello el verdadero heredero de Chávez y en vida su socio político (asumió la presidencia cuando hubo un golpe contra Chávez y fue Diosdado quien rescató del encierro al que habían confinado a Chávez), genera más miedo y rechazo entre los independientes mientras que Maduro fue más atractivo electoralmente por ser más moderado (dentro de la escala de conflictividad tolerada en Venezuela). Alberto Fernández en el evento de Clarín pidió "ser tolerantes con el pasado".

Es su gran batalla actual En el marco de un tropicalismo inimaginable en Argentina, Diosdado Cabello conduce él mismo el programa de televisión que, con sus múltiples particularidades, podría ser comparable con 6,7,8, por la TV Pública, en la época de Cristina Kirchner. Va en el horario central de las 21 y se titula, sin eufemismos: Con el mazo dando. En su introducción se presenta como “la nueva artillería mediática que te impactará” (sic) producida por la “LPC: Legión de Patriotas Cooperantes” (ver http://bit.ly/cabello-mazo-dando-canal) con una explícita misión: “Defendiendo la Patria, el Pueblo y el legado del Comandante Chávez”. 

Esta semana, “el mazo dando” fue para Alberto Fernández, al decir Diosdado Cabello: “Hubo elecciones en Argentina, yo me alegro mucho por el esfuerzo del pueblo argentino y por el valor. Ojalá Dios mío no me equivoque, que a quien están eligiendo no vaya a creer que lo están eligiendo porque es él. Allá es un pueblo que le dice ‘no’ al neoliberalismo, no defrauden a ese pueblo. (...) Porque hay algunos que una vez que llegan allí se olvidan de que solos no podrían jamás. Que aquí nosotros podemos contra el imperio solo si nos mantenemos unidos. Desde la Patagonia hasta el Río Grande tenemos que estar unidos nosotros”.

Astutamente, Alberto Fernández dijo: “El 80% de los votos del Frente de Todos son de Cristina Kirchner”, lo que implica un reconocimiento a la ex presidenta pero al mismo tiempo que ella sola no hubiera podido triunfar. Y hace esfuerzos de ecumenismo porque aspira a ganar por una diferencia aún mayor al 15%, para poder partir en el inicio de su eventual gobierno con algo parecido al 22% propio con el que comenzó Néstor Kirchner su presidencia, en 2003, cuando Menem le impidió sumar una mayoría en un ballottage. Hay quienes creen que la declaración de Diosdado Cabello fue a pedido de los sectores afines a Cristina Kirchner para enviarle un mensaje a Alberto Fernández. Son los mismos que interpretan que, al haber Alberto Fernández elegido a Guillermo Nielsen para ir como su referente económico en representación de un eventual futuro gobierno a conversar con el nuevo ministro de Hacienda Hernán Lacunza, después de que Nielsen dijera que Axel Kicillof era “un marxista disfrazado de keynesiano” y “un ignorante” de las prácticas financieras globales, también envió un mensaje al cristinismo, a La Cámpora o al colectivo más fundamentalista que habría pedido a Diosdado Cabello que fuera su mensajero. Es injusto decir que Argentina, con un gobierno kirchnerista, sería Venezuela porque ya las diferencias estéticas con el Caribe hacen imposible su traducción. Con ver solo cinco minutos de un programa alcanza: http://bit.ly/diosdado-cabello-tropicalismo. De la misma forma en que Alberto Fernández pudo haber elegido a Nielsen para mandarles un mensaje a los mercados y no a Instituto Patria. Pero también sería injusto no prestar atención a las profundas contradicciones entre la línea cada vez más moderada que trata de encarnar Alberto Fernández y el recuerdo de la cada vez más radicalizada que fue teniendo el kirchnerismo en el poder, incluso mientras Alberto Fernández fue jefe de Gabinete. ¿Es una actuación de Alberto Fernández post triunfo de las PASO donde se arrepiente de confrontar con Bolsonaro, omite el tema de las Leliq y envía señales más tranquilizadoras al mercado porque, sintiéndose ya ganador, va en búsqueda de los independientes para sumar más capital político propio, o porque sintiéndose ganador comienza a hacer más evidentes sus diferencias con el kirchnerismo más radicalizado? La credibilidad, como decía Goethe de la arquitectura, es tiempo pasado congelado La participación de Alberto Fernández en el evento del Grupo Clarín en el Malba el jueves, como el reportaje que le dio al diario el domingo anterior –mientras que aún no a La Nación ni a PERFIL (y sí a Página/12, Tiempo y casi todos los canales de televisión)– demuestra también el carácter simbólico que tiene Clarín y el mensaje interno y externo que representa aparecer junto a sus periodistas. Dicho sea de paso, en los reportajes que realizaron en el ciclo Democracia y Desarrollo, tanto a Alberto Fernández como a Mauricio Macri hubo periodismo y preguntas no condescendientes a pesar de la difícil situación de ser también anfitriones, con destaque especial de Silvia Naishtat con Fernández y Van der Kooy con Macri. La credibilidad siempre es pasado congelado, como decía Goethe de la arquitectura. Alberto Fernández solo podrá disipar los temores que existen sobre si será Cristina Kirchner quien verdaderamente gobierne, gobernando él mismo. Y eso solo podría producirse en 2020. Mientras tanto él, Macri y todos los argentinos tendremos que pagar el costo de la incertidumbre. 

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